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¿Noche de paz? Violencia familiar y problemas mentales que afloraron (más) estas Navidades
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HIJOS QUE MATARON A SUS MADRES (O PADRES)

¿Noche de paz? Violencia familiar y problemas mentales que afloraron (más) estas Navidades

Tres hombres han atacado a sus madres en Pontevedra en tres meses. Uno le rompió el cráneo, otro la quemó con ácido y el tercero la mató con un cuchillo. Detrás, un cóctel de ira, adicciones y trastornos psíquicos con tabú en el rural

Foto: Detenido un hombre en Guntïn (Lugo) tras matar a su padre. Carlos Castro/EP
Detenido un hombre en Guntïn (Lugo) tras matar a su padre. Carlos Castro/EP

Un parricidio es un crimen poco frecuente pero ni raro ni excepcional. “Entorno al 4% de los homicidios encajarían en este perfil penal”, estima Jorge Sobral, catedrático de Sociología criminal de la Universidad de Santiago (USC).

Tres ejemplos recientes en zonas rurales de la misma provincia, dos de ellos prácticamente consecutivos esta Navidad.

El primero ocurrió el 2 de enero en Cerdedo-Cotobade (Pontevedra). La víctima: una mujer de 79, y el agresor, su hijo mayor, de 46. La abandonó moribunda en el suelo de la cocina con el cráneo fracturado por la virulencia de los golpes.

Foto: Detenido un hombre en Cerdedo-Cotobade (Pontevedra) por intentar matar a su madre de 79 años de una paliza

Mientras, el hijo se dedicó a vagar por la zona y se arrimó como si tal cosa al corrillo que se formó en la parroquia. Los vecinos, recelosos, lo señalaron y los agentes lo detuvieron allí. No llegó a prestar declaración porque fue derivado al centro psiquiátrico hasta esta semana, que ingresó en prisión por homicidio. La madre, Rita, falleció en la UCI quince días después del ataque.

Tres días después, a unos 20 kilómetros de allí, se repite la escena. Esta vez, el 5 de enero en Tameiga, en el municipio de Mos. Un joven de 28 años golpeó con saña a su madre (70 años) y trató de quemarla con ácido en la bañera de casa durante un brote psicótico. Le había dado una paliza brutal y le incrustó una cuchilla en los ojos, según el relato de Faro de Vigo. El hijo saltó por la ventana del primer piso de la casa familiar, pero la Guardia Civil lo detuvo en la acera.

"Un 4% de los crímenes encajan en parricidio", señala el catedrático de Sociología

Durante todo el tiempo que estuvo arrestado, casi 72 horas, trataron de tomarle declaración, pero tuvieron que desistir, indicaron desde el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia (TSXG). El juzgado número 12 de Vigo terminó por decretar su internamiento forzoso en un centro psiquiátrico, ya que se agotaba el plazo legal para mantenerlo en el calabozo y los informes médicos determinaron que no estaba cabal.

Dos matricidios y una tentativa

No hay que rebobinar mucho para encontrar más casos. Hace unos meses, y también en Pontevedra, un chico muy joven mató a su madre en As Neves.

Ocurrió a finales de septiembre en una pequeña localidad fronteriza con Portugal. Y otra vez, el suceso tuvo los mismos ingredientes: varón joven, entorno rural, casa familiar y extrema violencia contra la propia madre ejercida con las manos o útiles domésticos. En este caso, el matricida fue un chico de años que arrastraba problemas psíquicos que se complicaban con su adicción a las drogas.

Usó un cuchillo de cocina para asesinar a su madre, de 60, en la casa familiar de Rubiós. Después, se encerró en su habitación hasta que lo detuvieron.

Foto: As Neves llora la noticia del asesinato. (EFE/Salvador Sas)

El crimen conmocionó a un pueblo que conocía el día a día de Irene, la cartera del pueblo. Cuidaba de su anciana madre, enferma de Alzheimer, y de su hijo adicto, además de otro vástago. Sus vecinos aún se emocionan al contar que hizo lo imposible por medicarlo y procurarle apoyo, pero no bastó. El juez de Ponteareas lo envió a prisión por el crimen.

Odio, ira y psicopatías variables

Técnicamente, un parricidio puede ser descendiente (de padres a hijos) o ascendiente (de hijos a padres). Las estadísticas señalan que son más los menores que mueren a manos de sus progenitores, pero entre los hijos que matan a sus madres o padres hay una suerte de patrón común, señala Jorge Sobral. Son varones adultos que se emplean con saña y violencia contra las mujeres que los criaron y con las que conviven, con una mezcla desbordaba de odio e ira, y una combinación variable de adicciones (drogas, alcoholismo...) y problemas mentales, desde la esquizofrenia paranoide al trastorno bipolar.

“En todos estos casos suele haber una combinación específica y variable de los mismos factores: odio e ira que desborda el autocontrol contra una figura de autoridad (madre o padre), psicopatías, narcisismo, alcoholismo o drogadicción”, expone a El Confidencial este catedrático del departamento de Psicología Jurídico-Forense de la USC. Destaca, también, el “componente de ruralidad”, en la dirección el aislamiento de algunos núcleos familiares donde se enconan las relaciones tóxicas.

“Muchos de estos comportamientos se agravan con esquizofrenia paranoide o trastorno bipolar, atribuibles a la enfermedad mental -que es un eximente penal- pero no tanto como la gente cree”, apunta el catedrático, que recuerda que la criminalidad se concentra “esencialmente en varones jóvenes”, en una proporción de género muy mayoritaria sobre la mujer.

Otros parricidios similares

José, de 52 años, mató a su madre de 92 y después se suicidó en Lalín (Pontevedra). Tenía problemas mentales y ambos convivían en una casa de aldea. Hacía seis años que había rechazado la medicación y el seguimiento psiquiátrico de los servicios sociales. Hasta el subdelegado del Gobierno en la provincia de Pontevedra, Abel Losada, llamó la atención sobre este extremo al contabilizar cinco asesinatos o situaciones con medidas críticas desde diciembre del 2023.

Hay muy casos parecidos en las cuatro provincias gallegas. En enero del 2024, otro hombre de 47 años mató a su padre en Guntín (Lugo) con una escopeta de caza.

Antonio solo tenía 19 cuando mató a su padre en Muros (A Coruña) y desde 2023 espera su juicio en prisión. Las sustancias que consumía agudizaron sus problemas psíquicos y cargó contra su progenitor en un crimen “extremadamente cruel”, según la acusación particular.

Otro parricidio precoz; el menor de 15 años que acuchilló a su padre en plena calle en Palencia o el del joven de Narón, de 26 años, que pateó a su padre tras una discusión absurda que se inició por 20 euros. De fondo, adicciones y graves conflictos familiares que modularon el carácter de un chaval desbordado por la rabia.

Foto: Un menor mata a su padre a puñaladas en plena calle en palencia

El caso Oliver: la desesperación

El caso más paradigmático de un parricidio fue, en realidad, inverso. En marzo del 2000, María Casal, una vecina de Narón (A Coruña) mató a su hijo esquizofrénico y después se suicidó. En una nota, explicó sus motivos. El chico, Oliver, había cumplido los 17, era violento y ella no podía contenerlo.

Pidió ayuda a las Administraciones, instituciones y también llamó a la puerta de los medios de comunicación para exponer su drama. No la obtuvo. Temía que Oliver, fuera de control, causara daño a terceros. Desesperada, lo mató primero y se mató después.

Un parricidio es un crimen poco frecuente pero ni raro ni excepcional. “Entorno al 4% de los homicidios encajarían en este perfil penal”, estima Jorge Sobral, catedrático de Sociología criminal de la Universidad de Santiago (USC).

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