El hombre que se despeñó en Ortigueira o cuando un selfi te puede matar: "Es un problema de salud pública"
Tenía 62 años y cayó por un acantilado mientras tomaba fotos junto "al mejor banco del mundo". España es el cuarto país con más siniestros por selfis y la Fundación iO estima que serán un millar en 2025
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F7e5%2F3bf%2F575%2F7e53bf575614955a9e97484a37155520.jpg)
No es la primera vez que ocurre, de hecho, es más frecuente de lo que pensamos, pero no deja de estremecer. Un sexagenerio de León se despeñó el pasado 20 de julio en Loiba. Fue a un paso del autoproclamado "mejor banco del mundo", sobre los acantilados verticales de Ortigueira, en el punto más septentrional y agreste de la costa de A Coruña y con alturas de 80 a 160 metros sobre el mar.
Tenía 62 años y se había desplazado en coche hasta este reclamo turístico del norte gallego que tiene hasta su propia etiqueta en las redes sociales. Se colocó de espaldas al mar, al borde de un precipicio muy escarpado, para hacerse la foto más espectacular posible, según relataron otros testigos.
Un paso atrás en falso y cayó al vacío. Tenía enganchadas al cinturón las llaves del vehículo, que localizó la Guardia Civil; mientras que el helicóptero Pesca II de la Xunta recuperó su cadáver con la ayuda de un buzo local, según relató el alcalde ortegano, Valentín Calvín.
"¿Qué más podemos hacer? Tenemos muchísimos kilómetros de costa escarpada y colocamos señales", se preguntan las autoridades locales. A poca distancia de allí, en Cedeira, está la Vixía de Herbeira. Con 613 metros de caída sobre el mar, es el acantilado vertical más alto de la Europa continental. No hay estadísticas oficiales, pero un estudio de la Fundación iO, que se define como una entidad independiente dedicada al estudio de la salud global y la relación entre la medicina y los viajes, contabilizó 700 muertes entre 2008 y julio del 2024 por esta misma causa: una foto que resulta mortal.
"¿Qué más podemos hacer? Tenemos muchísimos kilómetros de costa escarpada y colocamos señales"
"A estas alturas ya superamos los 700 casos documentados y la próxima actualización será el año próximo, con una curva siempre ascendente", relata a El Confidencial Manuel Linares, el presidente de esta fundación, con más de un centenar de voluntarios en especializados en la medicina del viajero y enfermedades infecciosas.
"Es muy probable que cerremos el 2025 con más de un millar de víctimas", advierten desde la Fundación. Y todo, a pesar del "vacío informativo", -añade Linares- porque hay sucesos que no se recogen y no podemos documentar. Ocurre mucho en África o India, por ejemplo".
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fbb9%2F7f4%2Fa32%2Fbb97f4a32d99bc344c4b5edff3ff8999.jpg)
Esta fundación empezó hace más de una década a registrar los casos de víctimas del selfi a través del Heimdllr Project, una herramienta de IA aplicada a la epidemiología que acabó por documentar sobre un mapa del mundo otro fenómeno que detectaba entre los viajeros: la obsesión por retratarse de una forma tan osada que les costaba la vida.
Más víctimas que algunos virus
"Es un problema de salud pública", insiste Linares, que subraya que "ya causa más víctimas que algunas enfermedades infecciosas, como la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo", en alusión a un virus que transmiten las garrapatas con 13 casos y 5 muertes confirmadas por el Ministerio de Sanidad en España.
Con los últimos datos disponibles, una de cada tres víctimas del selfi estaba de viaje, tenía de 20 a 30 años y el 57% eran varones. "El género es determinante porque hemos constatado que los hombres son los más imprudentes", señalan. La juventud de las víctimas contabilizadas también estremece con una edad media de 24 años.
"El género es determinante, hemos constatado que los hombres son los más imprudentes"
Más de la mitad de las muertes por selfi fueron por caídas desde grandes alturas (cascadas, acantilados, edificios...). El resto, por imprudencias en medios de transporte (electrocución por catenaria sobre un tren, riesgo extremo al volante que genera distracción) o por ahogamiento. "Es particularmente dramático, porque a menudo, la caída de uno arrastra a algún otro que pretende salvarlo", señala el presidente de iO.
La friolera de víctimas del selfi más imprudente coloca a España en el cuarto lugar entre las muertes por esta causa, por detrás de India, Estados Unidos y Rusia, y por delante de Pakistán o Brasil. A esta lista mortífera de personas y lugares faltarían por sumar los casos recientes de una turista de 26 años en el castillo de Benidorm, un chico en Tossa de Mar (Girona), otro hombre en un acantilado en Portugal o este último en Ortigueira.
Célebres fueron los casos de la influencer Sofia Cheung tras despeñarse cuando trataba de colgar otro de sus arriesgados selfis desde Ha Park Lai, el francés Remi Lucidi que cayó desde el piso 68 de la torre Tregunter de Hong Kong en julio del 2023 o la taiwanesa Gigi Wu, que popularizó las subidas a montañas en bikini y falleció por hipotermia tras una caída.
Señalizar los "puntos calientes"
La propia fundación señala en su web el top 10 de las localizaciones-selfis más peligrosas del mundo entre las que figuran las cataratas del Niágara, el Gran Cañón, las cascadas Mlongo de Kenya, Nusa Lembongan (Indonesia) y o el mismísimo Taj Mahal, en la India.
A raíz de sus informes y campañas, algunos gobiernos y autoridades locales, como el Ayuntamiento de Peñíscola (Castellón), tomaron buena nota para señalizar sus "puntos calientes". Rumanía, por ejemplo, aconseja olvidar los selfis en una ruta por los Montes Urales tras varios accidentes mortales, mientras que desde el Estado brasileño de Santa Catarina les afearon que señalar la playa de Penha como un punto caliente -tras la muerte de una maestra de 28 años- les restaba atractivo turístico.
No es la primera vez que ocurre, de hecho, es más frecuente de lo que pensamos, pero no deja de estremecer. Un sexagenerio de León se despeñó el pasado 20 de julio en Loiba. Fue a un paso del autoproclamado "mejor banco del mundo", sobre los acantilados verticales de Ortigueira, en el punto más septentrional y agreste de la costa de A Coruña y con alturas de 80 a 160 metros sobre el mar.