Rueda testa el respaldo de los barones hasta su confirmación en las autonómicas de 2024

Una vez proclamado nuevo presidente de la Xunta, Alfonso Rueda asume este fin de semana en su ciudad natal, Pontevedra, el congreso extraordinario por el que se convertirá en líder del PP de Galicia para completar la sucesión de Alberto Núñez Feijóo. El pacto entre barones provinciales que facilitó el recambio entra así en una segunda fase, con meta volante en las municipales de la próxima primavera y llegada en las autonómicas de 2024, en las que será candidato. Solo la victoria en esas elecciones hará de él el sucesor estable al que ahora oposita. De momento, disfruta de la calma que reina en el partido tras la crisis exprés que abrió el desembarco en Madrid de Feijóo, resuelta a su favor por el ya expresidente tras consultar con las provincias.

El papel que jueguen esos líderes provinciales en el nuevo organigrama, principalmente Ourense, es una de las pocas incógnitas por resolver de un congreso que consagrará a la diputada Paula Prado como nueva número dos del partido, en sustitución de Miguel Tellado. Tanto Feijóo como ahora Rueda han tenido que recomponer los equilibrios territoriales que tanto cuidó el PP gallego en tiempos de Fraga y reducidos después a cenizas. Era la única opción que tenían para evitar que se abriera la lucha por la sucesión justo cuando el calendario electoral comienza a apretar.

Sin plazos para batallas, los presidentes provinciales dieron su plácet a Rueda con condiciones. Algunas ya se conocen, como la entrada del presidente del PP de A Coruña, Diego Calvo, como vicepresidente segundo de la Xunta. Otras se intuyen, como la llegada de la líder de Lugo, Elena Candia, a la vicepresidencia del Parlamento. El resto, y particularmente los gestos hacia Ourense, se resolverán en el cónclave de Pontevedra. En esa provincia su máximo responsable es Rueda. Ahora que concentra todo el poder en la Xunta y en el partido, un congreso extraordinario decidirá el nombre de su sucesor en Pontevedra.

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Con Paula Prado, Rueda opta por un perfil muy similar al de su antecesor: una dura, famosa en el Parlamento por emplearse como un auténtico látigo de la oposición. Es un relevo natural y que da continuidad al que se produjo en 2016, cuando el ahora vicesecretario de Organización del PP nacional suplió a Prado como portavoz del partido en Galicia al dimitir esta por su implicación en el caso Pokémon. El secretario de Organización era entonces Alfonso Rueda. Tello trató de rechazar el ofrecimiento por considerar que no llevaba el suficiente tiempo en política. Se iniciaba la veloz carrera del ferrolano, ahora número cuatro en el escalafón popular.

Durante los años que las investigaciones judiciales la alejaron del foco, Paula Prado permaneció en barbecho. Mantuvo su escaño como diputada y aguantó con estoicismo los ataques de la oposición. Fue a partir de que, en junio de 2014, la entonces juez de Lugo, Pilar de Lara, la investigara por supuestamente inflar una factura en 3.000 euros para favorecer a un empresario afín a su partido, recomendar contrataciones de una empresa de la trama corrupta Pokémon en el Ayuntamiento de Santiago y por su relación con conciertos celebrados en un local de esa ciudad, en la que era concejala. Apenas un año después, el Tribunal Superior de Xustiza de Galicia no percibió delito alguno en esos casos y Prado recuperó parte de estatus en el partido y en el grupo.

Durante la instrucción del caso, se filtraron conversaciones en las que Paula Prado comentaba el caso Pokémon y le decía a un amigo: "Los regalos que hace Vendex tú ya los sabes: sin hacer nada hace un regalo de la hostia". Desde entonces, la oposición no ha dejado de apelar a "los regalos de la hostia" en sus enfrentamientos con ella, y es seguro que no dejará de hacerlo ahora que asciende al número dos en la jerarquía del PP gallego.

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El principal cometido de Paula Prado serán las elecciones municipales, el punto débil del largo mandato de Feijóo. En la actualidad, el PP está fuera de la alcaldía de las siete ciudades y de tres de las cuatro diputaciones provinciales. Mantiene únicamente la de Ourense, gobernada por José Manuel Baltar. Esta última, gracias a un dudoso intercambio de apoyos que hicieron alcalde de la capital provincial a Gonzalo Pérez Jácome, del que Feijóo llegó a admitir que era un peligro para la ciudad y que ahora gobierna con el PP como socio. La autonomía de Prado y el propio Rueda en la selección de candidatos y la configuración de listas será limitada, ahora que falta el hiperliderazgo de Feijóo, pero las responsabilidades recaerán sobre ellos en caso de un mal resultado.

Es un trago complicado en vísperas de las autonómicas, que es donde Rueda se juega su futuro a cara o cruz. "Si gana se consolida y si pierde se va a casa", vaticina un diputado de la oposición. También en su partido se da por hecho que los mismos barones que ahora lo apoyan le retirarán su respaldo en caso de perder la Xunta. Una tercera vía sería el mantenimiento del Gobierno con un eventual pacto con Vox, un partido que nunca consiguió representación en el Parlamento gallego, situación de la que saldría muy tocado, pero vivo.

El calendario electoral lleva las elecciones al verano de 2024. Serán las primeras en las que el cartel no sea Feijóo desde 2006. Dadas las buenas perspectivas electorales del nuevo PP nacional, en círculos políticos de Galicia se comienza a tomar como una seria opción que Rueda decida adelantar las autonómicas para hacerlas coincidir con las generales, no más tarde de noviembre de 2023. De esa manera, el PP gallego llegaría a las urnas una vez más bajo el manto protector del artífice de sus cuatro últimas mayorías absolutas. La mejor forma de prorrogar en Galicia el efecto Feijóo.