Portugal desconfía de Pedro Sánchez y le insta a acelerar el AVE Oporto-Galicia
El Gobierno luso ventila en público sus diferencias con el Ejecutivo español respecto a una infraestructura que no entusiasma en el Ministerio de Transportes
En noviembre de 2020, Portugal sorprendió a España al renunciar a la línea de AVE Lisboa-Madrid en beneficio de la conexión con Galicia. El Gobierno de Pedro Sánchez aceptó a regañadientes una planificación que discrepa por completo con la que "trató de imponer", en palabras de la ministra lusa Ana Abrunhosa, en la XXXI Cumbre Hispano-Portuguesa de Guarda, celebrada dos semanas antes. Apenas año y medio después, los recelos no han desaparecido. A pesar de las declaraciones en reconocimiento del mapa planteado desde Lisboa, el Ejecutivo de António Costa considera que España no mueve ficha y ventila en público las diferencias.
"Tengo casi la certeza de que nosotros vamos a llegar a la frontera primero", declaró la pasada semana el ministro portugués de Infraestructuras, Pedro Nuno Santos. Lo hizo en un foro sobre cooperación transfronteriza celebrado en Melgaço, en el que se dirigió expresamente al Gobierno de Sánchez para pedirle un compromiso mayor con las obras del lado español del río Miño. "No queremos llegar primero a la frontera con un ferrocarril que puede circular a 300 kilómetros por hora y parar allí", advirtió.
La mayor parte de las obras de la línea Vigo-Oporto se sitúa al sur de la frontera. Son más de 90 kilómetros frente a los 21 necesarios entre Vigo —donde acaba la red del Eje Atlántico— y la división fronteriza de Tui. Pero para que la obra sea viable, será necesario muy probablemente un túnel que atraviese Vigo para dar continuidad a la línea en su estación ferroviaria, actualmente en fondo de saco, una obra que necesitará un presupuesto de unos 400 millones de euros, y que pese a las buenas palabras de la ministra de Transportes, Raquel Sánchez, está todavía pendiente de un estudio que no se conocerá al menos hasta el año próximo.
El escaso entusiasmo del Gobierno español con una obra que nunca consideró prioritaria está agotando la paciencia de Portugal. "El desafío que aquí lanzo es para que España dé cuerda a los zapatos para que no haya el riesgo de que lleguemos con una línea a la frontera y no tengamos nada del otro lado", alertó Santos, utilizando una expresión coloquial portuguesa —dar cuerda a los zapatos— que equivale a darse prisa. "Si en el pasado la obsesión era la conexión entre Lisboa y Madrid, la obsesión de este Gobierno es unir Lisboa a Oporto y Oporto a Vigo", añadió.
Esa prioridad que el Gobierno de Costa tiene tan clara generó tensión en la cumbre de Guarda, en la que se enfrentaron dos planteamientos antagónicos que se suavizaron con una ambigua declaración conjunta. Pero apenas 15 días más tardes, las diferencias afloraron en una intervención de Abrunhosa en un foro similar al elegido por Pedro Nuno Santos, unas jornadas en la localidad fronteriza de Viana do Castelo. Allí declaró por primera vez de forma abierta que la conexión Lisboa-Porto-Vigo es su prioridad para la red ibérica de alta velocidad y acusó a España de tratar de imponer su criterio en la cumbre. "Lo que el Gobierno portugués no quiere es que se adopte una decisión impuesta, y eso fue lo que transmitimos" en la cumbre, apuntó.
Las razones de Portugal para apostar por Vigo frente a Madrid son claras. "De Madrid a Lisboa vamos en avión. Ya tenemos conexión. Nuestra prioridad, efectivamente, es el eje atlántico, Lisboa, Porto y Vigo", explica el Gobierno portugués. La posibilidad de culminar el trazado portugués mientras el español se queda rezagado inquieta en el país vecino, muy despoblado entre Oporto y la frontera. "Valença ganaría porque quedará a 50 minutos de Oporto y a poco más de dos horas de Lisboa", admitió, pero reiteró que el objetivo es Vigo.
El AVE Vigo-Oporto cuanta con el apoyo de la Comisión Europea, que elevó el nivel de prioridad en diciembre pasado con el fin de mejorar su financiación y anticipar 10 años su finalización para concluirlo en 2040. Su propuesta debe ser refrendada por el Consejo Europeo y por la Eurocámara, pero Portugal es optimista incluso respecto a la posibilidad de adelantarla a 2030, especialmente si fructifica la candidatura conjunta de ambos países para organizar el Mundial de fútbol de 2030. De acuerdo con el calendario que maneja Portugal, las obras comenzarán por el tramo entre Braga y la frontera con Galicia "a partir del año 2025".
El ministro luso de Transportes anunció esta semana que el calendario de ejecución del proyecto en la parte portuguesa se presentará "en breve", con un presupuesto estimado de en torno a los 900 millones de euros, frente a los 578 millones estimados en territorio español, incluida la salida sur de Vigo, una actuación para la que se estudian alternativas que no modificarían el carácter terminal de la estación. El compromiso de España es fundamental para que ambos países puedan optar a una bolsa de 30.600 millones de euros de fondos europeos para financiar las obras, una adjudicación que se dirimirá en un proceso de concurrencia competitiva entre todos los países miembro.
El especial interés de Portugal para conectarse con Galicia, frente a la opción defendida por España de priorizar Lisboa-Madrid, tiene que ver con las estrechas relaciones económicas y culturales entre el norte portugués y Galicia, pero también con un intento de potenciar el aeropuerto Sá Carneiro de la ciudad de Oporto, que quedará integrado en el trazado entre Vigo y la desembocadura del Duero, con una inversión adicional de 350 millones de euros. Esa conexión es vista del lado español como una oportunidad, pero también como una amenaza para los tres aeropuertos gallegos, especialmente para el vigués de Peinador.
En noviembre de 2020, Portugal sorprendió a España al renunciar a la línea de AVE Lisboa-Madrid en beneficio de la conexión con Galicia. El Gobierno de Pedro Sánchez aceptó a regañadientes una planificación que discrepa por completo con la que "trató de imponer", en palabras de la ministra lusa Ana Abrunhosa, en la XXXI Cumbre Hispano-Portuguesa de Guarda, celebrada dos semanas antes. Apenas año y medio después, los recelos no han desaparecido. A pesar de las declaraciones en reconocimiento del mapa planteado desde Lisboa, el Ejecutivo de António Costa considera que España no mueve ficha y ventila en público las diferencias.