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Feijóo pide a los barones gallegos una lista de unidad para pacificar su relevo
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EL PACTO DE SILENCIO SE RESQUEBRAJA

Feijóo pide a los barones gallegos una lista de unidad para pacificar su relevo

El nuevo presidente del PP nacional busca un candidato de consenso tras las reclamaciones de A Coruña y Ourense de celebrar un cónclave extraordinario, aprobado este lunes por Génova

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Cabalar)
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Cabalar)
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El primer reto orgánico de Alberto Núñez Feijóo en el PP es su propio relevo en Galicia. No tanto en la Xunta como en el partido, mucho más complejo y decisivo. En una formación política acostumbrada a las tensiones provinciales, ya tiene encima de la mesa las reivindicaciones de dos territorios: Ourense y A Coruña, que ponen sus respectivos resultados electorales encima de la mesa para reclamar su cuota de poder orgánico en el próximo congreso regional donde se elegirá al sucesor. Feijóo apuesta por una lista de unidad, que evite el regreso de las 'baronías' gallegas para evitar un cónclave eventualmente conflictivo que enturbie su aterrizaje en la sede de Génova. El líder que surja del congreso será también el cartel electoral a la Xunta en 2024, como dictan los estatutos del partido.

La tensión ha ido en aumento desde que el barón ourensano, José Manuel Baltar, reclamara un congreso para elegir al sucesor en el partido. Otro presidente provincial, Diego Calvo, no tardó en sumarse a su petición. No solo eso: urgió al PP a afrontar el relevo “pronto” y en un cónclave sin tutelas. “Es fundamental”, defendió en una entrevista en La Opinión de A Coruña. “Pensar que deslegitimamos el congreso es un mal camino para empezar, el congreso es la mejor manera para hacer la sucesión en Galicia”, advirtió.

Foto: Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira jr)

Calvo rompió su silencio después de ser designado en Sevilla presidente del comité electoral del PP nacional, un ascenso en el escalafón que, sin embargo, lo aleja de la Presidencia de la Xunta. Para ese cargo parte con ventaja el vicepresidente primero, Alfonso Rueda, que también es presidente los populares de Pontevedra, pero al que Calvo ha evitado defender públicamente. Las cuatro provincias juegan sus cartas en la partida sucesoria, una tensión todavía soterrada que ha obligado a Feijóo a rectificar. Así, si el miércoles deslizaba que un congreso no es “la única vía democrática” para elegir a su sustituto, este domingo, también en una entrevista, la aceptaba abiertamente. “Mi opinión, lo que le estoy trasladando a mis compañeros, es que hay que hacer un congreso”, desveló.

La jugada es arriesgada. La prioridad de Feijóo ahora es promover una candidatura de consenso. Si lo logra, los relevos institucional y orgánico se harían en paralelo, ambos en el mes de mayo. Pero si falla en su intento y se llega al cónclave más de una candidatura, esta cita podría retrasarse y derivar en una derrota del dirigente que se haga con la presidencia de la Xunta y, por lo tanto, en una incómoda bicefalia en el PP gallego.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Julio Muñoz)

La alternativa al congreso consiste en la elección de un nuevo presidente a través de un acuerdo para promocionar a un miembro de la junta directiva, de la que forman parte muchos pesos pesados de la formación política, aunque no todos. Feijóo todavía no la descarta por completo, probablemente con plan b si no consigue un candidato de consenso. La situación es delicada, porque formalmente Feijóo ya no está al mando del partido de Galicia. Su puesto lo asumió de forma interina su secretario general, Miguel Tellado, promocionado en el cónclave de Sevilla a vicesecretario de Organización del PP nacional, cargo llamado a abandonar a no tardar, ya que es supuestamente incompatible con sus responsabilidades en la sede de Santiago.

Feijóo ha tenido que buscar tiempo en la frenética agenda de esta su primera semana al frente del PP para, como reconoció este viernes, mantener conversaciones con los principales dirigentes del partido en Galicia y con presidentes provinciales, con el objetivo de escuchar sus propuestas y encarrilar el relevo en su doble vertiente: institucional y orgánica. Pese a que la tensión es cada vez más notoria —Calvo y Rueda mantuvieron una intensa conversación delante de periodistas en un acto en el Parlamento, al día siguiente de las declaraciones del líder coruñés—, trata de amainar el temporal. “La actitud de todos los miembros del PPdeG está siendo impecable”, aplaudió.

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira jr) Opinión
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Hasta el pasado fin de semana, el nuevo presidente de los populares aplazaba la cuestión sucesoria mientras no se resolviera el Congreso de Sevilla. Ahora que ya lo ha superado, sitúa en el mes de mayo su relevo en la Xunta, y expresa su “deseo” de hacerlo en paralelo con el relevo orgánico. Un cónclave extraordinario después del verano apenas dejaría tiempo al nuevo líder del partido para preparar las municipales del año próximo. Hacerlo, y además por la vía rápida, no entraba en las previsiones de Feijóo, que lo último que necesita es una batalla que reabra viejas rencillas precisamente en su feudo.

Ya sin su hiperliderazgo en la formación gallega, que redujo a cenizas las reivindicaciones de las provincias, la resolución de los dos relevos, el institucional y el orgánico, pasa por un regreso al equilibrio entre territorios que reinó en Galicia hasta su llegada. Rueda sigue como favorito en todas las apuestas para el Gobierno, pero está por ver si A Coruña y Ourense lo aceptan como solución a largo plazo, una vez que se ha decidido apostar por un mismo nombre para la Xunta y para el partido. Ese ascenso institucional —que podría ser por solo dos años, hasta las próximas autonómicas— va acompañado de un ascenso a la presidencia del partido.

Desde las provincias se comienzan a filtrar soluciones de transición para la Xunta, que pasarían por situar a Calvo como vicepresidente de un Gobierno con Rueda al frente y con la líder del partido en Lugo, Elena Candía, en la Mesa del Parlamento. Pero hay que encajar a Ourense en la ecuación, y es poco probable que Baltar se conforme con su puesto en el Comité Ejecutivo Nacional. Y si demanda 'conselleiros' de su provincia, Rueda debería afrontar una amplia remodelación de un Gobierno con vocación de continuidad, una posibilidad que el propio Feijóo ha desaconsejado públicamente. Pero mucho más le incomoda la posibilidad de que la nueva etapa que se abre en el partido esté marcada por un regreso de las baronías territoriales que ya se respira en el PP de Galicia: “Sería un grave error”.

El primer reto orgánico de Alberto Núñez Feijóo en el PP es su propio relevo en Galicia. No tanto en la Xunta como en el partido, mucho más complejo y decisivo. En una formación política acostumbrada a las tensiones provinciales, ya tiene encima de la mesa las reivindicaciones de dos territorios: Ourense y A Coruña, que ponen sus respectivos resultados electorales encima de la mesa para reclamar su cuota de poder orgánico en el próximo congreso regional donde se elegirá al sucesor. Feijóo apuesta por una lista de unidad, que evite el regreso de las 'baronías' gallegas para evitar un cónclave eventualmente conflictivo que enturbie su aterrizaje en la sede de Génova. El líder que surja del congreso será también el cartel electoral a la Xunta en 2024, como dictan los estatutos del partido.

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