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La falta de recambio rápido en el PP gallego amenaza su paz interna
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Futuro incierto del PP en Galicia

La falta de recambio rápido en el PP gallego amenaza su paz interna

El presidente de la Xunta dilata el proceso y no da fechas para dejar el cargo ni pistas sobre el relevo en el partido. El temor a una disputa interna es latente, especialmente por el líder popular de Ourense

Foto: Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira jr)
Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira jr)
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El rocoso PP de Galicia que se proyecta hacia el exterior es también una compleja confederación de sensibilidades y territorios sellada bajo dos hiperliderazgos históricos. El cemento del partido se llamaba Manuel Fraga y se llama Alberto Núñez Feijóo, pero ahora que este debe pilotar su propio relevo, y hacerlo además de forma sobrevenida, reaparecen las incógnitas de una formación política compleja. Su sucesor, sea quien sea, carecerá de su autoridad para imponerse a las baronías latentes que perviven entre los populares gallegos. Para hacer frente a esta situación, la primera decisión de Feijóo consiste en ganar tiempo: lo aplaza todo, sin arriesgarse siquiera a atarse las manos a horizonte temporal alguno.

Dilata así la resolución a un misterio que está tensionando el partido. Lo más parecido a un plazo para abandonar la Xunta lo ofreció en una entrevista en televisión el pasado lunes, cuando avanzó que será “a partir de mayo” cuando tome una decisión al respecto. No tiene prisa en dejar el Gobierno gallego, a pesar de que este viernes abrió en Valencia una gira para presentar su proyecto para el PP nacional que le llevará en 10 días por las 17 comunidades autónomas. Su vicepresidente primero, Alfonso Rueda —favorito para tomar el mando en el Gobierno gallego—, ha aclarado que durante ese tiempo Feijóo estará “en contacto telefónico permanente” con él, lo que ha llevado a la oposición a preguntarse si cree que puede gobernar Galicia “por teléfono”.

En el PP gallego, admiten que la situación es difícilmente sostenible en el tiempo y el propio Feijóo señala que no la mantendrá 'sine die', pero son demasiadas las consecuencias de un relevo precipitado como para zanjarlo de inmediato. Porque no es solo uno, sino dos los sillones que van a quedar vacantes. “La sucesión realmente relevante no es la Xunta, sino la del PP, porque quien quede al frente del partido tendrá el mando y será el candidato en 2024”, advierte un diputado de la oposición. Y esa no puede esperar a mayo: los estatutos le obligan a dejar la presidencia del PP de Galicia en cuanto ocupe su despacho en Génova.

Foto: Alberto Núñez Feijóo. (EFE/David Fernández)

Es probable que el futuro presidente nacional del PP opte por una solución de interinidad en la organización gallega a partir del 3 de abril, sin convocar un congreso que desataría las hostilidades. En todo caso, el tiempo corre en contra del favorito de todas las quinielas. “Si Feijóo estuviera convencido de la apuesta de Rueda como solución a largo plazo, ya lo habría señalado”, coinciden distintas fuentes. Pero el PP gallego es un partido complejo, sometido a tensiones entre ciudades y pueblos, con diferentes planteamientos en cada provincia y sobre todo con una organización, la de Ourense, que acostumbra a vender caro su apoyo a la sede regional. Si todo ese entramado generó tensiones soterradas durante los mandatos de Fraga y Feijóo, ahora tiene visos de amenaza.

El único candidato a presidir el PP tiene tres opciones para resolver la cuestión orgánica en Galicia a partir de abril. Una de ellas es el congreso, que parece improbable. Otra pasa por promocionar a un miembro de la junta directiva, de la que forman parte muchos pesos pesados del partido, pero no todos. Y la tercera consiste en cesar como presidente y delegar las funciones de forma interina en el secretario de Organización, Miguel Tellado. Es algo similar a lo que prevé hacer con Rueda, al menos hasta mayo, cuando finalmente aclare en qué fecha abandonará la Xunta. Esta es la posibilidad que gana peso en el PP gallego, en el que se empieza a contar con que dilatará al máximo sus decisiones para tratar de encontrar una salida de consenso.

El riesgo es que reaparezcan las baronías en el PP de Galicia. Particularmente, la del presidente del PP de Ourense y de la Diputación, José Manuel Baltar, que no es de los que se arrugan ni ante Santiago ni ante Génova. El líder de los populares gallegos trató de quitarlo de en medio con un candidato alternativo al congreso de 2000 que fracasó con estrépito. Desde entonces, tiene que lidiar con una forma de hacer política que le incomoda visiblemente, e incluso aceptar a regañadientes pactos como el de la alcaldía de Ourense, en manos del polémico Gonzalo Pérez Jácome, de quien llegó a afirmar que sería “letal” para la ciudad.

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Lavandeira jr)

Baltar guarda silencio sobre la sucesión, pero todos los que conocen el funcionamiento del partido saben que su opinión será crucial. No es su estilo imponer un candidato, pero sí hacer valer su capacidad de veto. Y no es seguro que al barón ourensano le entusiasme la idea de un partido dirigido por Alfonso Rueda. El hecho de que el relevo se produzca apenas a un año de las elecciones municipales añade complejidad a la situación. Es el punto débil de los populares gallegos, que no gobiernan en ninguna de las siete ciudades y que tienen en Baltar al único presidente de diputación —mediante un pacto con Jácome—, frente a los tres del partido socialista.

El escenario obliga a Feijóo a bregar en tres frentes: la herencia de Casado, la presidencia de la Xunta y el relevo en el PP gallego. Enfrascado como está en la carrera hacia Génova y sin renunciar por el momento a la Xunta, se entiende que el lanzamiento de un nuevo presidente regional del PP no sea su prioridad. De ahí que el pasado miércoles esquivara en el Parlamento gallego todas las referencias a su sucesión. Fiel a su estilo, contraatacó a la oposición sin dar pista alguna. Y ya el jueves, tras presidir el Consello de la Xunta, se limitó a reiterar que la “estabilidad” y el funcionamiento “ordinario” del Ejecutivo autonómico están garantizados. “Vamos a seguir gobernando Galicia con normalidad”, manifestó.

Sobre el escenario de gobernación a distancia, precisó que tenía previsto viajar a Colombia y Uruguay hasta el 20 de marzo, una visita que ha sido cancelada. “El destino quiso que en vez de ser un viaje internacional y transatlántico sea un viaje nacional por un conjunto de localidades de España”, señaló, equiparando un viaje institucional con la gira para promocionar su candidatura a presidir el PP. Es munición para una oposición, dispuesta a castigar la difícil compatibilidad de funciones de Feijóo en sus últimos meses al frente de la Xunta.

El rocoso PP de Galicia que se proyecta hacia el exterior es también una compleja confederación de sensibilidades y territorios sellada bajo dos hiperliderazgos históricos. El cemento del partido se llamaba Manuel Fraga y se llama Alberto Núñez Feijóo, pero ahora que este debe pilotar su propio relevo, y hacerlo además de forma sobrevenida, reaparecen las incógnitas de una formación política compleja. Su sucesor, sea quien sea, carecerá de su autoridad para imponerse a las baronías latentes que perviven entre los populares gallegos. Para hacer frente a esta situación, la primera decisión de Feijóo consiste en ganar tiempo: lo aplaza todo, sin arriesgarse siquiera a atarse las manos a horizonte temporal alguno.

Partido Popular (PP) Alberto Núñez Feijóo
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