La suerte del marinero que no embarcó a Terranova por un esguince de rodilla
Santiago López llevaba un año trabajando en el barco gallego Villa de Pitanxo accidentado la madrugada del martes. Un imprevisto en su último viaje a Canadá evitó que se embarcase en esta marea
La primera vez que Santiago López se embarcó con destino a Terranova, en Canadá, fue en septiembre de 1985. Tenía 16 años, poca experiencia en el mar y menos idea de lo que sería su trayectoria como marinero. Casi cuatro décadas más tarde, un esguince de rodilla le ha salvado la vida. El gallego debía estar en el barco accidentado la madrugada del martes en Canadá, pero la suerte quiso que esquivara esta última marea.
En noviembre del año pasado, la tripulación habitual del buque Villa de Pitanxo se encontraba en Terranova. El día 30 de ese mes hubo una avería en el motor principal y López, que es engrasador de máquinas, sufrió un esguince de rodilla mientras trataba de arreglar el desperfecto. Por suerte, solo quedaban dos días de pesca para alcanzar el objetivo de carga y poner rumbo a España. Tras un trayecto de ocho días, los marineros desembarcaron en Vigo un siete de diciembre. Santiago se puso en contacto con la Mutua; le dieron la baja y le mandaron a rehabilitación. “Las listas de espera por el covid eran muy largas y he estado 25 días esperando a ser atendido. Por eso no me dio tiempo a volver a coger el barco en esta marea”.
En ese período en Galicia, el Villa de Pitanxo reparó todas las averías correspondientes. “Además, el barco no era muy antiguo, el accidente no tiene nada que ver con esto”, explica. A pesar de las dificultades del temporal y la dureza de la profesión, lo acontecido el pasado martes se achaca a la peor de las suertes. “Aunque el barco escore, siempre tiende a reflotar. Tuvo que entrar muchísima agua para que no fuera capaz de mantenerse a flote”. 'La Voz de Galicia' apunta que, según los expertos, lo más probable es que un golpe de mar provocase un desplazamiento de la carga facilitando que se hundiera.
La semana pasada, el gallego habló con la tripulación para preguntarles cómo iba la marea y le dijeron que estimaban volver a casa a principios de marzo. Tenían casi la mitad de la carga de pescado hecha (los más frecuentes son el fletán, la raya, la carioca y el bacalao) y fueron a esa zona para terminar de coger el cupo correspondiente. Santiago les conocía a casi todos y su seriedad al otro lado del teléfono desvela la consternación de lo ocurrido. Hace una pausa y continua hablando. No es el único al que las circunstancias han jugado a su favor; otros dos tripulantes también se quedaron en tierra por otras causas.
Uno de ellos, originario de India y con más de 30 años de experiencia en el mar, evitó esta última marea por casualidad. Llevaba dos años sin ver a su familia en su país de origen por las restricciones del covid y, cuando llegaron a España después de la última embarcación en fechas cercanas a Navidad, decidió aprovechar y volar a la India, renunciando así a esta última tirada del Villa de Pitanxo.
“La película de ‘La tormenta perfecta’ es un reflejo de lo que es Canadá”, explica el marinero, que también ha recorrido la costa oeste africana y las Islas Malvinas, en Argentina. El Villa de Pitanxo, de 50 metros de eslora y 10 de manga, trabajaba en la zona de Senegal, pero el rendimiento no era el idóneo. Por eso apostaron por Terranova, donde el gran banco de aguas internacionales “es más conocido por los españoles y los portugueses que por los canadienses”, apunta el gallego.
“Por una parte, estás contento; por otra, estás jodido”, apunta. Pero no planea dejar de trabajar y confiesa que volverá al mar cuando le den el alta. “Es lo que hay”, dice con la voz entrecortada. Trabajar en Terranova es especialmente complicado entre octubre y abril por las bajas temperaturas. "Al final, el alto riesgo lo tienes siempre. En el mar nunca sabes lo que va a pasar".
La primera vez que Santiago López se embarcó con destino a Terranova, en Canadá, fue en septiembre de 1985. Tenía 16 años, poca experiencia en el mar y menos idea de lo que sería su trayectoria como marinero. Casi cuatro décadas más tarde, un esguince de rodilla le ha salvado la vida. El gallego debía estar en el barco accidentado la madrugada del martes en Canadá, pero la suerte quiso que esquivara esta última marea.
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