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La historia de cómo Abel Caballero pasó de ser un tecnócrata a Papá Noel
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"Mía, lo de la Navidad fue idea mía"

La historia de cómo Abel Caballero pasó de ser un tecnócrata a Papá Noel

Un día en la ciudad en la que las fiestas navideñas duran dos meses y (casi) todos votan a la misma persona, Abel Caballero, el exministro felipista que cambió la burocracia gris por el populismo de masas

Foto: Abel Caballero. (Brais Lorenzo)
Abel Caballero. (Brais Lorenzo)

Siete segundos. Es el tiempo que pasa entre que el periodista pisa el despacho de Abel Caballero y el alcalde de Vigo suelta el primer chiste...

—Alcalde, disculpe el retraso, el tren de Madrid se retrasó.

—¡Claro! Desde que yo no soy ministro de Transportes, los trenes no llegan a su hora en España.

Risas.

La capacidad del alcalde de Vigo para ganarse a su invitado con una chanza improvisada está fuera de duda, menos claro es cómo logró Abel Caballero (Ponteareas, 1946) convertirse en figura carismática viniendo de donde venía: de 'burocratolandia'. En efecto, si esto fuera un cuento navideño, Caballero lo empieza como Scrooge el Tecnócrata y lo acaba como Papá Noel llevando el espíritu de la Navidad al descreído Vigo.

Foto: El presidente del Gobierno en funciones, Pedro Sánchez (d), acompañado por el candidato a la alcaldía de Vigo Abel Caballero. (EFE)

El 5 de junio de 1985, ‘El País’ publicó un perfil biográfico sobre el nuevo ministro de Transportes, Abel Caballero, “considerado en el PSOE como un ‘soberbio teórico’ de la economía, en la línea de otros tecnócratas socialistas”. Lo siguiente era una enumeración de hitos sesudos: coordinador de Economía, Comercio y Hacienda del Grupo Socialista en el Congreso, catedrático de Teoría Económica de la Universidad de Santiago, Doctor en Economía en Cambridge, presidente de la Asociación Española de Ciencia Regional y autor de ‘La crisis de la economía marxista’.

En efecto: máximo rigor.

Si usted no se acuerda del ministro de Transportes del 85, y sí de otros nombres de ese gabinete felipista (Guerra, Solchaga, Solana...), quizá es porque el Caballero del 85 se movía con la gravedad del que carga con todo el peso técnico de la Administración sobre sus espaldas, como si cualquier salida de tono pudiera hundir el sistema burocrático español. Mientras Alfonso Guerra decía cosas como "Margaret Thatcher, en vez de desodorante, se echa tres en uno", Abel Caballero ponía cara de formulario del Estado.

Hablamos del mismo Abel Ramón Caballero-Álvarez que, 35 años después, es la mayor máquina política campechana de España, gana elecciones con porcentajes norcoreanos, ha logrado que Vigo adelante a Belén como faro navideño e inaugura Primarks con el fervor de Evita dirigiéndose a los descamisados: “Viva Primark! ¡Long life to Primark! ¡Viga Vigo!”.

Caballero, en definitiva, ha saltado de la tecnocracia al ¡weah! y nadie sabe cómo ha sido. O como dice Buenafuente: “El alcalde de Vigo es un referente… en el mundo del entretenimiento también”.

¿Cómo se pasa de escribir ‘La crisis de la economía marxista’ a colgar once millones de bombillas navideñas en Vigo? ¿Por qué todo el mundo vota ahora a Abel Caballero y antes el pueblo llano no reparaba en él?

“Ama la ciudad como ninguno, si hace falta se vestirá de tuno”, cantan Elio Dos Santos y Tony Lomba, crooner y agitador cultural vigués, en su canción dedicada a Abel Caballero.

En efecto, si la política fuera una boda, Caballero era antes el que te arruinaba el bodorrio con su conversación plomiza, y ahora el que lidera la conga con una corbata en la cabeza. Que empiece el espectáculo...

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Foto: Brais Lorenzo.

PREGUNTA. En 1985, cuando le hicieron ministro, todos destacaron su perfil tecnocrático; ahora nadie osaría acusarle de tecnócrata, ¿verdad?

RESPUESTA. Ja, ja, ja.

"El contacto directo con la gente y la empatía lo aprendí después"

P. ¿Qué pensaría el Abel Caballero de 1985 del Abel Caballero de 2021?

R. Yo era doctor por Cambridge, catedrático de universidad, había estudiado en Essex, tenía un perfil muy económico. La política tiene una parte de gestión importante, pero con el tiempo entiendes que hay otras cosas fundamentales: el contacto directo con la gente y la empatía. Eso se aprende. La política también es dirigir, liderar un proyecto, lograr que la gente te siga. Los dineros públicos bien utilizados dan para mucho. Yo gobierno para todo el mundo y vivo en la calle.

P. ¿También hubo una evolución personal?

R. Por supuesto. Entendí que pararte a hablar con la gente puede ser muy gratificante. Hay que escuchar mucho a todo el mundo, lo que te dice alguien por la calle puede ser importantísimo para él, y, por tanto, también para ti. Hablar sobre un AVE de miles de millones es importante, pero escuchar a quien te pide poner un banco en la calle de un barrio para las personas mayores, también. Aprendí mucho en la política municipal.

Una de Marvel

Caballero, por tanto, se convirtió en otro político, es decir, en otra persona. Si esto fuera una película de Marvel, Abel Caballero sería un notario gris de Tomelloso al que un accidente nuclear otorga superpoderes populistas para salvar al mundo. Caballero mutó tras varios giros y shocks que le hicieron caerse del caballo de la tecnocracia. Vamos por partes.

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Foto: Brais Lorenzo.

Durante el antiguo régimen, y mientras estudiaba a Keynes en Inglaterra, Caballero fue procesado en España por el Tribunal de Orden Público (por participar en protestas antifranquistas). Salió airoso del proceso, pero el embajador español en Londres no quiso recibirle para descongelar su pasaporte. El embajador era Manuel Fraga. Tres décadas después, en 1997, Caballero y Fraga se vieron por fin las caras en las elecciones a la Xunta de Galicia. O Caballero como el sobrio economista que acabaría con los excesos del fraguismo, pero el PSG obtuvo su peor resultado autonómico: un 19,72% por el 52,88 % de don Manuel. Aunque el PSOE perdía entonces votos en todo el país (Aznar ya estaba en el poder y Felipe de retirada), a Caballero le pasó un rodillo populista por encima. No iba a volver a pasarle 'nunca máis'...

"Cuando perdió contra Fraga, Caballero aún no tenía carisma, cuenta una periodista viguesa"

Caballero volvió a la universidad, escribió varias novelas y reflexionó. ¿Qué aprendió del varapalo electoral? “Algo que ya sabía: que en la vida hay situaciones buenas y malas. La vida es un proceso evolutivo en el que las cosas van cambiando y tienes que adaptarte al ambiente y a las nuevas realidades. Me fui de la política sin ningún resentimiento, contento con lo que había hecho, y acabé volviendo de otro modo”.

“Cuando perdió contra Fraga, Caballero aún no tenía carisma”, cuenta una periodista viguesa que prefiere no dar su nombre.

Mientras todo eso pasaba, Caballero miraba de reojo a un compañero de partido, el desahogado Paco Vázquez, que reinó dos décadas en A Coruña con un manual (campechanía, orgullo local, piquito de oro e ideacas urbanas) no tan diferente al que maneja ahora Caballero en Vigo.

Alcalde por hacer

Caballero llegó a la alcaldía de Vigo en 2007 con el perfil tecnocrático aún intacto. Se hizo con la alcaldía por los pelos y revalidó en 2011, siempre con el PP como partido más votado. A partir de entonces, todo fueron mayorías absolutas cada vez más locas. Desde 2019, es el alcalde de urbe mayor de 200.000 habitantes más votado de la historia democrática: un 67,65% de los votos (20 de los 27 concejales del Ayuntamiento).

A Caballero también le votan los de derechas. En 2011, el PP sacó 61.616 votos en las municipales de Vigo; en 2019, 20.460. ¿Dónde fueron esos votantes? Abducidos por Caballero.

P. ¿Por qué le vota tanta gente de derechas?

R. Cuando yo llegué a la alcaldía, el PP tenía el 42% del voto en la ciudad y ahora tiene el 12%. ¿Qué pasó? Se sintieron atraídos por mi proyecto. Pero también he recibido votos de IU y el BNG. Vigo estaba acostumbrada a que todo se parara, llevaba estancada desde los setenta, pero ahora hay un modelo distinto que la ciudad tomó como propio. Además, yo hablo con todo el mundo en la calle. Los domingos voy al fútbol, donde hay miles de personas, y hablo con todo el que se acerque.

P. Con todos menos con el presidente del Celta…

R. No, con ese no. Ahí hay un problema, no comparto el modo en que lleva el Celta, siempre defiendo lo mejor para la ciudad.

El alcalde Caballero comenzó a sacudirse su perfil tecnocrático cuando lanzó su propio programa en la tele local, ‘Vigo de cerca’, consultorio en el que atendía las peticiones de los ciudadanos.

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Foto: Brais Lorenzo.

Sería fácil deducir que no empezó a sacar mayorías absolutas hasta que no se soltó el pelo y cambió el traje de economista por el de suegro favorito de los gallegos. No obstante, ningún personaje político crece sin estar relleno políticamente de algo...

El enemigo en casa

Al tiempo que pisaba más la calle (todos en Vigo reconocen que se pasa el día dando el callo urbano), Caballero artículo un movimiento político en torno al viguismo con un antagonista: Alberto Núñez Feijóo, presidente de la Xunta y sucesor de Fraga en el PP gallego.

“¡Yo monté muchas manifestaciones para defender Vigo!”, cuenta Caballero. Dos de las protestas masivas, celebradas hace diez años, fueron claves para entender el crecimiento político de Caballero: contra la construcción y gestión privada de un hospital público por parte de la Xunta y contra la fusión de las dos grandes cajas gallegas, una de A Coruña y otra de Vigo. El mensaje que caló en Vigo en esas manifestaciones fue: Abel Caballero defiende a la ciudad.

“El jefe de la oposición a Feijóo en Galicia está en Vigo y se llama Abel Caballero. Caballero le ha hecho mucho daño a Feijóo”, cuenta la periodista local.

P. Dice usted que a Feijóo no le gusta Vigo…

R. Feijóo castiga a la ciudad. Vigo fue la ciudad grande donde más voto obtuvo Pedro Sánchez, y Feijóo eso lo lleva fatal. Cuando Feijóo pasea por Vigo, la gente (educadamente) le muestra su descontento… así que ha dejado de pasear por Vigo. No viene. ¡No puedes marginar a la primera ciudad de tu territorio!

El Gobierno de España quiere abrir una biblioteca del Estado en Vigo, pues Feijóo ha intentado pararla. Mira al fondo [señalando a un ventanal]: aquello son las islas Cíes, quiero que sean patrimonio de la humanidad, pues Feijòo se inventó una candidatura distinta para pararlo. Y así todo. ¡No es que no atienda a la ciudad, es que mantiene una actitud hostil!

"Yo no quiero reunirme con alguien que me engaña. Feijóo se quiere sacar fotos conmigo, pero yo no me quiero sacar fotos con él"

P. ¿Es un enfrentamiento entre la Xunta y Vigo o entre usted y él?

R. No, no. Si Feijóo cambia de actitud, le pongo alfombra roja. Yo no tengo adversarios políticos personales, solo adversarios que van contra mi ciudad. En Vigo tenemos un problema muy serio de carencia de agua potable, cuando hubo sequía, pedí ayuda al presidente de la Xunta, pero no solo no me lo dio, sino que ¡iba por España diciendo que el agua de Vigo era mala! Oído con estos oiditos. Feijóo paró el AVE a Vigo durante el Gobierno de Rajoy, nos quitó la caja de ahorros, quiso quitarnos el aeropuerto. Es una hostilidad constante. ¿Cómo van a querer los vigueses a Feijóo?

P. ¿Cuándo fue la última vez que se vieron a solas?

R. Creo que en 2015.

P. Es bastante tiempo…

R. Yo no quiero reunirme con alguien que me engaña. Feijóo se quiere sacar fotos conmigo, pero yo no me quiero sacar fotos con él.

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Foto: Brais Lorenzo.

25 de diciembre en bucle

Nada de lo hecho por Caballero ha tenido tanto seguimiento como la escalada navideña de Vigo, que cada año suma nuevas bombillas a su alumbrado navideño, hasta llegar a los 11 millones de led este año. La Navidad de Vigo es un imán mediático y Abel Caballero, su Santa Claus...

“La Navidad fue una flipada suya que funcionó”, resume un artista de la ciudad. ¿Lo fue?

¿De quién fue la idea de la super Navidad? “¡Mía! ¡Mía!”, dice el alcalde levantando el dedo y sonriendo de oreja a oreja, como un niño orgulloso de su ocurrencia.

P. Cada año cuelga un millón de bombillas más en Navidad. ¿Dónde está el límite?

R. El límite depende de cuántos millones de turistas vengan a la ciudad. En 2019, pasaron por el árbol navideño casi 4 millones de personas. Vigo era una ciudad que turísticamente casi no existía, pero ahora, en Navidad, que dura casi dos meses, tenemos lleno total en la hostelería y en los hoteles. ¡Llenamos hasta los hoteles de Orense y parte de los de Santiago! La Navidad de Vigo es un fenómeno de estudio. Este año vamos a petar la ciudad.

P. Pero Vigo no era antes una ciudad muy navideña, ¿no?

R. Nada, cero.

P. ¿Entonces?

R. La hicimos.

"Vigo era una ciudad cero navideña. La hicimos"

P. ¿A quién se le encendió la bombillita?

R. ¡A mí! ¡A mí! Sí. Saqué un vídeo hablando de las luces de Navidad en tono ligero y fue 'trending topic'. Ahí me di cuenta. Lo vislumbré. Hay una gran demanda de hacer cosas, de viajar, de celebrar la Navidad. Además, a mí me gusta mucho la Navidad, así que cuadró todo. Si la Navidad no fuera maravillosa de por sí, por mucho que yo hiciera, no hubiéramos triunfado. Esta Navidad vamos a superar todo lo imaginable. Nos gastamos 30.000 euros en electricidad y a cambio ingresamos… ¿cien millones de euros? Todo el mundo sabe ahora dónde está Vigo. Somos un referente mundial navideño. Un fenómeno de fortaleza inmedible

P. Ha tenido usted piques navideños con el alcalde de Madrid...

R. ¡Solo a Almeida se le ocurre competir contra mí en luces navideñas! ¡Le ganamos estrepitosamente! ¡Por goleada! No solo en cantidad, también en calidad. ¿Por qué? Porque lo hacemos mejor. Si Almeida no es capaz de montar la Navidad que los madrileños merecen, yo ofrezco a los madrileños venir a Vigo a ver lo que es bueno.

La oposición real

Si la mosca cojonera de Feijóo en Galicia es Caballero, la de Caballero en Vigo es María Pérez, presidenta de la Federación de Asociaciones Vecinales Eduardo Chao (Favec), cuyos choques con el alcalde han sido sonados. Hablamos con ella:

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Foto: Brais Lorenzo.

“No digo que no haga cosas bien, pero prioriza temas que no son tan prioritarios, y flaquea en temas que sí lo son, como el empleo, el bienestar social y la vivienda pública, cuyo impulso ha sido mínimo durante su alcaldía”.

“En la ciudad hay miedo a llevar la contraria al alcalde, porque si lo haces, te vas a la lista negra”

“¿A quién no le gusta la Navidad? No estamos en contra de eso, pero cuando se apagan las luces y se ve la realidad del día a día en algunos barrios rurales de la ciudad, te das cuenta de que hay un Vigo oculto en el que no se vive bien”.

“En la ciudad hay miedo a llevar la contraria al alcalde, porque si lo haces, te vas a la lista negra”, zanja Pérez.

No es fácil encontrar vigueses que hablen mal del alcalde, pero un artista destacado señala (sin dar su nombre) que, aunque Caballero le "cae bien", “tiene un ego como un camión: a este ritmo de éxito electoral podría acabar como Nerón”. Y critica que haya "convertido el enfrentamiento con la Xunta en un partido entre el Madrid y el Barcelona".

No obstante, señala que “se mata por la ciudad, trabaja sin parar y va a todas partes”, algo en lo que coinciden amigos y enemigos, también en que Vigo es más amable y menos incómoda gracias a él, que ha hecho bandera del viguismo y que es "muy inteligente”.

Que el volantazo (de tecnócrata a ídolo de masas) haya sucedido con Caballero en la tercera edad, dando muestras de disfrutar cada vez más su nuevo yo a sus 75 años, no hace más que alimentar la leyenda. "Con la edad pierdes a veces la vergüenza. Yo creo que a él le ha pasado", zanja la periodista local.

'My tailor is rich'

De entre todos los virales de Abel Caballero, los más celebrados son sus colisiones hablando inglés, cuya pronunciación atropella con tal desparpajo, que más que un líder en apuros, parece un desacomplejado hombre del pueblo. Un artista vigués tiene una tesis sobre el inglés macarrónico del alcalde: "Vamos a ver, ¡si se sacó un doctorado en Economía en Cambridge!, ¿no es extraño que ahora no sepa hablar inglés? ¿Seguro que no es todo comedia?".

Y aquí lo dejamos, con la duda flotando en el ambiente, pero con una cosa clara: si en pleno achicharre social de la política, un ministro de 1985 ha logrado llegar a 2021 en máximos de popularidad, tonto no será, algo tendrá, más cabeza que usted y yo seguro.

Decían que a Fraga le cabía el Estado en la cabeza. A Abel Caballero le cabe el Estado, la tecnocracia, el 'show business', los renos de Santa Claus y un mapamundi de Vigo.

Siete segundos. Es el tiempo que pasa entre que el periodista pisa el despacho de Abel Caballero y el alcalde de Vigo suelta el primer chiste...

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