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De príncipes polacos, nazis y Pescanova: la historia del cuadro que acabó en Pontevedra
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Las obras estaban en el Museo de Pontevedra

De príncipes polacos, nazis y Pescanova: la historia del cuadro que acabó en Pontevedra

El museo pontevedrés entrega al Gobierno polaco un díptico del siglo XV tras verificar que fue expoliado por los alemanes en la II Guerra Mundial

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La historia tiene todos los ingredientes de una novela de intriga. Un díptico del siglo XV, un príncipe polaco y el expolio de los nazis, con el fundador de Zeltia como nexo de unión con Galicia. Todos juntos, tejen una trama que arranca en la II Guerra Mundial, cuando los alemanes saquean una importante colección creada en 1796 por la princesa Izabela Czartoryski en Goluchów, y culmina en plena pandemia, etapa en la que el Gobierno de Polonia descubre que una de sus obras se expone en el Museo de Pontevedra. Tras verificar los hechos, la Diputación pontevedresa, de la que depende el museo, ha accedido a devolver “con orgullo” las dos piezas al Gobierno de Varsovia.

La devolución afecta al díptico formado por una dolorosa y un 'ecce homo', atribuidos al pintor holandés Dieric Bouts, de estilo primitivo flamenco. Dio con él la división de rastreo de bienes expoliados del Ministerio de Cultura de Polonia, que lo identificó como parte de las obras arrebatadas al país durante la ocupación nazi de la guerra, una práctica a la que se atribuye la desaparición de 600.000 obras de arte, la mitad de ellas en la Europa del Este. Gran parte de las mismas todavía no ha sido devuelta a sus legítimos propietarios, y se suponen diseminadas por todo el mundo en colecciones públicas y privadas.

La llamada Declaración de Washington, de 1998, establece las regulaciones internacionales para ubicar el arte saqueado y su restitución a los propietarios o sus herederos. No fue necesario apelar a ella para que la Diputación de Pontevedra accediera a devolver a sus legítimos propietarios el díptico, que forma parte de las muestras permanentes de los edificios centrales del museo. “Es un orgullo y una reparación histórica. Estamos sumamente contentos. Las vamos a devolver con gusto, es una restitución histórica, reparar algo que fue un expolio a mano armada, un abuso”, señala el vicepresidente de la institución provincial, César Mosquera.

El enlace involuntario entre el expolio y el museo se llama José Fernández López (1904-1986), fundador de Zeltia y Pescanova, pero también coleccionista de arte. Toda su colección, formada por 313 pinturas de autores y etapas diversas, acabó en el Museo de Pontevedra tras el convenio que firmaron en 1994 la Diputación, la Xunta y el ayuntamiento pontevedrés. Se desconoce en qué momento fue a parar el díptico a la colección de Fernández López. “Todo parece indicar que pudo adquirirlo en uno de los establecimientos de la familia Maragall, la Sala Parés de Barcelona o la Galería El Cisne de Madrid, de las que era cliente habitual”, aventura el director del museo, Xosé Manuel Rey.

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Bouts estuvo directamente influenciado por Jan van Eyck y por Rogier van der Weyden, de quien posiblemente haya sido aprendiz. Representante de la Escuela de Lovaina y considerado uno de los primeros pintores norteños en servirse del punto de fuga único, su trabajo tiene cierta rigidez primitiva en el dibujo, pero sus pinturas son altamente expresivas, bien diseñadas y ricas en color. La obra localizada en Galicia constituye un buen ejemplo de una tipología de éxito creada por Bouts, de la que se conservan numerosos ejemplares en museos y colecciones particulares, realizados por el artista o bien por su taller de imitadores.

El díptico fue peritado por Ana María Diéguez Rodríguez, especialista en pintura flamenca y actual directora del Instituto Moll, un centro de investigación de pintura flamenca radicado en Madrid, quien certificó como impresión preliminar que se trata de las piezas saqueadas. Su valoración ronda los 23.000 euros cada una de las dos pinturas, al hacer una estimación basada en el precio que se pagó por toda la colección a Fernández López, que ascendió a 600 millones de pesetas de la época por las 313 piezas.

Su valoración ronda los 23.000 € cada pintura, al hacer una estimación basada en el precio que se pagó por la colección a Fernández López

El contacto del Gobierno polaco con el museo pontevedrés se produjo en pleno confinamiento por la pandemia, cuando Mariusz Wiśniewski, del Departamento de Patrimonio Cultural del Ministerio de Cultura y Patrimonio Nacional, entabló comunicación con Galicia para interesarse por el díptico. La documentación que aportaba certificaba que las dos piezas reclamadas pertenecían a la colección de la princesa Czartoryski en Gołuchów, robada íntegramente por los alemanes durante la II Guerra Mundial.

Ante la invasión de Polonia por las tropas nazis, la familia Czartoryski huyó del país y se estableció precisamente en España. Durante la Segunda Guerra Mundial, se escondió una parte de las colecciones, pero cayó en manos del Ejército alemán. Se da la circunstancia de que en aquel momento, los depositarios del patrimonio robado eran el príncipe Augustyn Jozef y su mujer María de los Dolores de Borbón-Dos Sicilias, hija del infante don Carlos, que acabaron deportados y exiliados en Sevilla. Entre las obras de la colección, se encuentra su principal tesoro, el cuadro de Leonardo da Vinci 'La dama del armiño'.

“Es el momento de convertir un problema en un éxito de colaboración entre las instituciones de ambos países”, destacó Xosé Manuel Rey

Las dos pinturas del díptico salieron de Varsovia junto al resto de la colección en 1944, para reaparecer en el comercio de arte de Madrid en 1973. “Desde el momento en que tuvimos conocimiento de esta delicada circunstancia, tratamos de determinar la trazabilidad y analizar las condiciones en las que llegaron al Museo de Pontevedra”, indicó su director. Desde el primer momento, añadió, la principal preocupación fue que el Ministerio de Cultura polaco reconociese al museo como adquiriente de buena fe “y obrar de acuerdo con la normativa internacional y el código deontológico de museos del ICOM”, el Consejo Internacional de Museos, al que pertenece el pontevedrés.

“Ahora es el momento de convertir un problema en un éxito de colaboración entre las instituciones de ambos países”, destacó Xosé Manuel Rey. El director anunció que a la vuelta de las navidades, ya en enero, el museo realizará una pequeña exposición en la que se podrán ver las tablas —que serán sometidas a un proceso de restauración— y se explicará el problema de las destrucciones y el expolio del patrimonio durante los conflictos bélicos. El objetivo, apuntó, consiste en “hacer pedagogía” de usurpaciones como las llevadas a cabo por la Alemania nazi.

La historia tiene todos los ingredientes de una novela de intriga. Un díptico del siglo XV, un príncipe polaco y el expolio de los nazis, con el fundador de Zeltia como nexo de unión con Galicia. Todos juntos, tejen una trama que arranca en la II Guerra Mundial, cuando los alemanes saquean una importante colección creada en 1796 por la princesa Izabela Czartoryski en Goluchów, y culmina en plena pandemia, etapa en la que el Gobierno de Polonia descubre que una de sus obras se expone en el Museo de Pontevedra. Tras verificar los hechos, la Diputación pontevedresa, de la que depende el museo, ha accedido a devolver “con orgullo” las dos piezas al Gobierno de Varsovia.

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