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El repunte del narcotráfico submarino y el chapucero precedente gallego de 2006
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el pánico del piloto frustró su viaje

El repunte del narcotráfico submarino y el chapucero precedente gallego de 2006

El batiscafo interceptado en Galicia es el primero que se localiza en España en 13 años, pero el sistema repunta en Colombia, con más de 15 artefactos incautados en 2019

Foto: Vista general del puerto del Aldán, en el municipio pontevedrés de Cangas de Morrazo, en cuyo litoral la Guardia Civil ha interceptado un submarino cargado con unos 3.000 kilos de cocaína. (EFE)
Vista general del puerto del Aldán, en el municipio pontevedrés de Cangas de Morrazo, en cuyo litoral la Guardia Civil ha interceptado un submarino cargado con unos 3.000 kilos de cocaína. (EFE)

En bombonas de gas, en el interior de baterías eléctricas o a bordo de veloces planeadoras. El narco lleva décadas perfeccionando los más extravagantes sistemas para introducir droga en Europa, con Galicia como principal puerta de entrada. Por lo general por mar, aunque también por aire. El narcosubmarino cazado el pasado domingo en la ría de Aldán (Cangas, Pontevedra) es una vuelta de tuerca. Procedía de Colombia y cargaba más de 3.000 kilos de cocaína, pero no era el primer intento de ocultar droga bajo la superficie marítima. En 2006, un sumergible fue interceptado también en Galicia cuando se iba a pique. El ingenio se hizo popular por chapucero, pero abrió un camino subacuático a nuevos intentos como el que acaba desbaratar una operación policial.

El gran precedente europeo del submarino apresado este domingo fue capturado hace 13 años no muy lejos de Aldán. Era un batiscafo absolutamente artesanal construido en un almacén de la localidad de Oia (Pontevedra), que fue localizado por la policía el 12 de agosto de 2006 después de que un fallo de fabricación amenazara con hundirlo. Se trataba de un monoplaza de apenas 11 metros de eslora, capaz de viajar a tres metros de profundidad con una carga de una tonelada de cocaína. Carecía del más elemental sistema de ventilación: apenas una torreta que buscaba la superficie para suministrar de oxígeno a su único ocupante.

Interceptan en Galicia un submarino con 3.000 kilos de cocaína

El objetivo de aquel precursor no era cruzar el océano, como la policía sospecha que ha hecho el que ahora trata de reflotar en la ría de Aldán, sino trasladar la carga desde un barco en alta mar hasta la costa escoltado por un velero. Ante las serias dudas de seguridad del artefacto, y presa del pánico, el piloto abandonó la nave. La red que la iba a utilizar la dejó al pairo en medio de la ría de Vigo, con los motores en marcha y casi 5.000 litros de combustible en su bodega.

Según se constató en el juicio, una vez construido el submarino, y solventados los primeros problemas técnicos, los narcos se disponían a botarlo para iniciar una descarga. Pero ocurrió que el piloto comenzó a desconfiar de la seguridad del cacharro y decidió no subir a bordo. El grupo lo abandonó con los motores encendidos para simular ante sus clientes que habían sido sorprendidos por la policía, pero sus planes fallaron, porque fue encontrado al día siguiente cerca de las islas Cíes y la noticia apareció en todos los medios de comunicación. Los propietarios de la droga, colombianos, recibieron 30.000 euros de compensación de sus socios gallegos, pero todo quedaría desbaratado gracias a la investigación policial. Los siete detenidos fueron condenados a penas que el Tribunal Supremo elevó hasta tres años y nueve meses, al considerar que la nave utilizada debía ser considerada a efectos legales como un buque.

100.000 euros para su construcción

Aquel sumergible fue el encargo de una banda de narcos colombianos, que llegaron a entregar a los gallegos 100.000 euros como adelanto para su construcción, un presupuesto que se fue disparando a medida que se aproximaba la fecha de entrega. Era un intento de implantar en las costas europeas un modelo que ya se venía experimentando al otro lado del Atlántico y en la costa americana del Pacífico. El experimento salió mal, pero la semilla del narcotráfico submarino había prendido.

placeholder Un buque grúa y una patrullera de la Guardia Civil, en labores para reflotar el narcosubmarino. (EFE)
Un buque grúa y una patrullera de la Guardia Civil, en labores para reflotar el narcosubmarino. (EFE)

En los siguientes años, empezaron a llegar noticias del empleo por las grandes redes colombianas de sumergibles fabricados de forma artesanal, capaces de alcanzar 45 nudos y con autonomía de hasta 2.000 millas. Como el que fue apresado en un astillero clandestino de Tumaco (Colombia) en noviembre de 2008, fabricado en fibra de vidrio y con unas dimensiones de 18 metros de eslora y tres de manga. Podía transportar hasta 12 toneladas de cocaína. La Armada colombiana lo consideró el más sofisticado de los apresados hasta esa fecha. Pero hubo más.

En Sanquianga, en el extremo sur del Pacífico colombiano, fueron localizadas en 2009 dos naves de un valor aproximado de un millón de dólares cada una, fabricadas por una constructora especializada en el transporte de estupefacientes desde Colombia a Centroamérica, Estados Unidos y Europa. Uno de los detenidos fue considerado por las autoridades del país una especie de armador que trabajaba por encargo para cualquiera de las organizaciones criminales que operan en la zona, cerca de Cali.

Repunte de los narcosubmarinos en 2017

Desde entonces, del transporte en narcosubmarinos (denominados 'bigfoot subs' por la Armada de Estados Unidos) no se supo mucho más durante años. Hasta que en 2017 volvió a los medios de comunicación. Su repunte es tal que los expertos calculan que hay hasta 40 haciendo la ruta costera por el Pacífico. La Armada colombiana exhibe en dos puntos de sus costas los sumergibles incautados al narco, de los que el más antiguo data de 1994: un artefacto con el que pretendían alcanzar Estados Unidos. En total, son 13 los expuestos. Nueve en Bahía Málaga y cuatro en Cartagena de Indias.

En lo que va de año, la colombiana Fuerza Naval del Pacífico ha incautado cerca de 65 toneladas de cocaína a bordo de 15 sumergibles apresados

Este septiembre pasado, las autoridades de Estados Unidos protagonizaron un espectacular apresamiento de un batiscafo de fabricación casera procedente de Colombia con más de cinco toneladas de cocaína a bordo. Dos meses antes, una operación conjunta de la Armada y la Fuerza Aérea desarrollada en aguas del Pacífico colombiano permitió la incautación de otro narcosubmarino cargado con 1,2 toneladas de cocaína con destino a Panamá, México y Estados Unidos. No son casos aislados.

En lo que va de año, la colombiana Fuerza Naval del Pacífico ha logrado la incautación de cerca de 65 toneladas de cocaína, a bordo de 15 sumergibles apresados. La gran novedad del interceptado en Galicia, de 20 metros de eslora, radica en su capacidad para cruzar el océano, un gran paso felizmente frustrado por una operación policial internacional.

En bombonas de gas, en el interior de baterías eléctricas o a bordo de veloces planeadoras. El narco lleva décadas perfeccionando los más extravagantes sistemas para introducir droga en Europa, con Galicia como principal puerta de entrada. Por lo general por mar, aunque también por aire. El narcosubmarino cazado el pasado domingo en la ría de Aldán (Cangas, Pontevedra) es una vuelta de tuerca. Procedía de Colombia y cargaba más de 3.000 kilos de cocaína, pero no era el primer intento de ocultar droga bajo la superficie marítima. En 2006, un sumergible fue interceptado también en Galicia cuando se iba a pique. El ingenio se hizo popular por chapucero, pero abrió un camino subacuático a nuevos intentos como el que acaba desbaratar una operación policial.

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