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El asesino del crimen de Valga: un hombre huraño contra la Ley de Violencia de Género
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José Luis Abet Lafuente

El asesino del crimen de Valga: un hombre huraño contra la Ley de Violencia de Género

La exmujer de José Luis Abet comentó a sus compañeros de trabajo que se sentía intimidada por él, pero no le denunció

Foto: Agentes de la Policía Judicial, en la vivienda donde se cometió este lunes un triple crimen en la parroquia de Cordeiro de Valga (Pontevedra). (EFE)
Agentes de la Policía Judicial, en la vivienda donde se cometió este lunes un triple crimen en la parroquia de Cordeiro de Valga (Pontevedra). (EFE)

Sandra B. J. tenía miedo. El comportamiento de su exmarido, José Luis Abet Lafuente, autor confeso del triple asesinato de Valga (Pontevedra), le hacía vivir con temor a lo que pudiera pasar, aunque nadie en el entorno de las tres víctimas podía suponer un desenlace tan sangriento. Nunca lo denunció por violencia de género, pero había comentado que no se sentía segura. Lo hizo con sus compañeros de trabajo, una fábrica de aluminios en la que él se presentó en alguna ocasión para amenazarla. Algunos de sus vecinos aseguran que la víctima había puesto cámaras de seguridad en su vivienda. Todo fue en vano. Este lunes, José Luis Abet Lafuente se presentó en la pequeña parroquia de Cordeiro y acabó con su vida en presencia de sus dos hijos, de cuatro y siete años. A continuación, asesinó a la madre y a la hermana de su exmujer.

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Abet, de 45 años, conocido en la zona por el mote familiar de Os Xudíos y también como O Moro, fracasó con un par de aventuras como emprendedor. En 2012 montó en Redondela (Pontevedra) una empresa dedicada a la venta al por menor de productos alimenticios, bebidas y tabaco en establecimientos especializados. Se le vincula también con otra dedicada a los congelados que trató de sacar adelante en Bertamiráns (Ames), cerca de Santiago, donde actualmente residía. Ahora se dedicaba al sector de la construcción: ofrecía sus servicios como autónomo para revestimientos de obras, una actividad con la que mal que bien iba saliendo adelante.

En su época en Carracido, donde vivió con Sandra y acabó con su vida, José Luis no dejó demasiados amigos. Escasa huella, aunque los que lo recuerdan lo hacen como un hombre adusto, un tanto brusco, acostumbrado a salirse con la suya, que tras el divorcio seguía dejándose ver de vez en cuando por los dominios de su exmujer. Probablemente las cosas no hubieran tenido un final tan trágico si después de divorciarse en enero de 2018, y tras los primeros avisos, ella lo hubiese denunciado. No lo hizo. Ninguno de los dos casos del Sistema de Seguimiento Integral en los casos de Violencia de Género (VioGén) activos en Valga tienen que ver con Sandra y José Luis. Lo confirmó la subdelegada del Gobierno en Pontevedra, Maica Larriba. “Uno es de riesgo medio y otro de riesgo no apreciado”, pero sobre el detenido por el triple crimen “no había ningún tipo de aviso ni antecedente”.

José Luis no dejó demasiados amigos. Los que lo recuerdan lo hacen como un hombre adusto, un tanto brusco, acostumbrado a salirse con la suya

También el delegado del Gobierno, Javier Losada, incidió en la inexistencia de acusaciones al agresor. “En este caso no había denuncia ni ningún tipo de información que pudiera hacer presumir que pasase algo de esto, lo cual nos lleva a insistir en la prevención, en la concienciación y en establecer, sobre todo, una educación y una posición de toda la sociedad para que la lucha contra la violencia de género sea continua. No debe bajarse nunca la guardia”.

Tampoco el primer matrimonio de Abet resultó afortunado. Acabó mal con su anterior esposa, con la que había tenido un hijo, y de la que se divorció para iniciar una nueva vida con la malograda Sandra B. J., de la que también se separaría. Su vida poco ejemplar lo era igualmente en lo que a las pequeñas infracciones se refiere, ya que contaba con antecedentes relacionados con pequeñas sustracciones de gasoil y chatarra.

"No había denuncia ni ningún tipo de información que pudiera hacer presumir que pasase algo de esto, lo cual nos lleva a insistir en la prevención"

No es José Luis Abet un hombre que se exponga en redes sociales: no tiene Twitter, en Instagram cuenta con un perfil sin publicaciones y en Facebook se limita a compartir viñetas humorísticas de su dibujante favorito. Sus gustos y preferencias solo se definen, y a muy grandes rasgos, a través de las páginas que le gustan de esa red social, y entre ellas se encuentra una que puede resultar ilustrativa de su situación personal, la de la abogada Yobana Carril 'Hombres maltratados por la ley'. Carril es una penalista especializada en violencia de género, cuyo despacho, Celtius, solo defiende a hombres a los que considera víctimas de dicha ley.

En Facebook también entró Sandra poco antes de morir. Lo hizo en concreto la noche del domingo, con un confuso mensaje que hoy difundían sus amistades a través de pantallazos, y en el que compartía el siguiente contenido: “Te fallan, te duele y perdonas... Te fallan, te duele y perdonas... Así hasta que un día mandas todo a la puta mierda y entonces eres el malo”, según publicó 'La Voz de Galicia'. “Qué razón”, se limitaba a apostillar. Y ahí se encontraba una respuesta desconcertante, porque procede de una cuenta que no es la de su exmarido. “Pero qué perdonas, que me metiste un crédito de mucho carallo”, le replican. “Deja de ir de víctima, que ya cansáis”, añade, para continuar: “La casa a nombre de tus padres y como me negué a que no lo pusieran en el catastro, vas y me pides el divorcio, y encima no me dejas ver a los hijos”.

placeholder Banderas a media asta en el Ayuntamiento de Valga, en Pontevendra. (EFE)
Banderas a media asta en el Ayuntamiento de Valga, en Pontevendra. (EFE)

Tras cometer el triple asesinato, Abet regresó a su domicilio en Ames, a unos 20 kilómetros de Valga, desde donde llamó a la Guardia Civil para confesar los hechos. Los agentes se trasladaron a su casa para detenerlo y conducirlo al cuartel, donde permaneció custodiado por la Guardia Civil. Está previsto su pase a disposición judicial este martes ante la magistrada del Juzgado de Instrucción número 2 de Caldas, que se encontraba de guardia y es además la competente en casos de violencia de género. Por la tarde, efectivos del grupo subacuático del instituto armado localizaban en el río Tambre, en las inmediaciones de Ames, el arma empleada por el asesino confeso, un revólver, junto a una caja de munición.

Las otras dos víctimas de José Luis Abet son Alba B. J., hermana de Sandra, que había abierto un servicio de logopedia en Pontecesures y colaboraba con asociaciones de apoyo a niños con necesidades especiales, y la madre de ambas, Elena J., que superó recientemente un cáncer de pecho, y que emigró en su juventud a Suiza dejando a sus dos hijas a cargo de los abuelos de estas. Ahora se dedicaba básicamente a ayudar a Alba y Sandra, como hacía este fatídico lunes en el que la vida de las tres se cruzó con el revólver de Abet.

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Los hijos menores de Sandra y José Luis se quedarán finalmente con un familiar directo, pero no será con su abuelo, Fernando Boquete, de 62 años. La mañana de este lunes se encontraba en su puesto de trabajo como empleado temporal del Ayuntamiento de Valga, donde realizaba labores de mantenimiento de edificios públicos desde hace seis meses. Allí le dieron la noticia del fallecimiento de su mujer y sus dos hijas a manos de su exyerno.

Sandra B. J. tenía miedo. El comportamiento de su exmarido, José Luis Abet Lafuente, autor confeso del triple asesinato de Valga (Pontevedra), le hacía vivir con temor a lo que pudiera pasar, aunque nadie en el entorno de las tres víctimas podía suponer un desenlace tan sangriento. Nunca lo denunció por violencia de género, pero había comentado que no se sentía segura. Lo hizo con sus compañeros de trabajo, una fábrica de aluminios en la que él se presentó en alguna ocasión para amenazarla. Algunos de sus vecinos aseguran que la víctima había puesto cámaras de seguridad en su vivienda. Todo fue en vano. Este lunes, José Luis Abet Lafuente se presentó en la pequeña parroquia de Cordeiro y acabó con su vida en presencia de sus dos hijos, de cuatro y siete años. A continuación, asesinó a la madre y a la hermana de su exmujer.

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