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Escotes y chascarrillos machistas: el último charco del profesor que defendió a la Manada
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Escotes y chascarrillos machistas: el último charco del profesor que defendió a la Manada

El docente de la Universidad de Santiago, detenido el miércoles por violencia contra una mujer, suma un largo catálogo de bochornosos incidentes

Foto: Estudiantes de la USC en una protesta contra el profesor. (EFE)
Estudiantes de la USC en una protesta contra el profesor. (EFE)

Luciano Méndez cosechó popularidad a raudales, pero de la más bochornosa, con un vídeo que causaría estupor en las redes sociales. El profesor de la Universidad de Santiago de Compostela dedicaba 15 largos minutos a solicitar la libre absolución para los integrantes de la Manada, mientras reducía a la víctima a la condición de "tipa que sabe a lo que va". "A gozar", se respondía Méndez, tal vez sereno. Esta semana protagonizó un nuevo capítulo de su peculiar relación con las mujeres, ahora un escalón más grave: se le acusa de violencia machista. La presunta agredida no presentó denuncia, pero la Fiscalía actuó de oficio.

Es otro charco del machista —como él mismo se reconoce, "empujado por las feminazis"— Luciano Méndez Naya, que cuando fue expedientado por su apoyo a la Manada ya había logrado notables cotas de desprestigio universitario con sus comentarios sobre el decoro de una alumna. "Me distrae el ruido de los bolígrafos y el escote de María", espetó en febrero de 2016 en su clase de la Facultad de Económicas. Ante el revuelo que se montó, no dudó en despreciar las protestas de un estudiante con el argumento de que prefería "mirar las tetas" de sus compañeras. El episodio derivó en dos meses de suspensión de empleo y sueldo, pero ni la sanción ni las criticas y movilizaciones de los alumnos han hecho mella en su comportamiento.

Foto: Los miembros de La Manada

El comportamiento de Méndez en las redes sociales es casi monotemático: las mujeres son para él una auténtica obsesión, protagonistas absolutas de la mayoría de sus publicaciones, en gran parte de los casos para denunciar la supuesta marginación del género masculino. En Facebook parece encontrarse especialmente a gusto, como volvió a demostrar esta semana tras su detención por presunta violencia de género: al poco de salir de los juzgados de Santiago, tras pasar la noche en los calabozos, escribió: "Éramos pocos y parió la abuela, además de violento, maltratador de mujeres. Saludos cordiales a los amigos e indiferentes a los que no lo sean".

Al polémico profesor de Matemáticas empresariales se le ve cómodo en los charcos que pisa, porque lejos de evitarlos se recrea chapoteando. A lo de su apoyo a "los chavales de la Manada", por ejemplo, replicó enviando a los dirigentes universitarios que lo expedientaron "a jugar con la perilla del ombligo". "Me dais verdadero asco, incluso tenéis el valor de revestiros de dignidad y respeto a las personas. Os voy a ahorrar trámites, llevad a cabo un expediente de expulsión porque yo no me voy a someter a vuestras estupideces, tengo cosas más interesantes que hacer que volver a los trámites de un expediente académico", replicaba en una carta a la Secretaría General de la Universidad de Santiago (USC), convenientemente compartida en redes sociales. Se salió con la suya: finalmente no fue sancionado, ya que los comentarios se realizaron fuera del ámbito universitario.

Cuando las alumnas protestaron mostrando sus pechos en clase con frases inscritas, les recriminó que los rótulos deslucían "sus virtudes femeninas"

También echó gasolina al fuego en el episodio del escote. En medio de la creciente indignación de alumnos y no pocos profesores, Méndez contraatacó con críticas a determinadas vestimentas "absolutamente inapropiadas para asistir a una clase de matemáticas". "O bien cambiamos las reglas de juego, o bien se modifican los patrones sexuales en los que somos educados, o si no va a seguir alterándome un escote excesivo", insistió a través de un comunicado. Y negaba que en esto de las vestimentas haga distingos entre chicos y chicas, solo que a él, aclara, solo le perturban las féminas. Es culpa de la testosterona, una hormona que "puede ser también el peor de los enemigos" y hacer al varón "más vulnerable y débil". Cuando las alumnas protestaron mostrando sus pechos en clase con frases inscritas como "Antes frívola que machista", les recriminó que los rótulos deslucían "sus virtudes femeninas".

En el capítulo de la Manada, su propia grabación se explica por sí misma. "La chica llega allí, se deja hacer, evidentemente, y goza. No he visto el vídeo, pero no lo necesito. Estoy convencido de que por mis indicios, por lo que dice la sentencia, la chica goza de la situación, ¿vale? A lo mejor le dijeron que no haga mucho ruido, y entonces no haría mucho ruido", se explaya. Y continúa: "La chica se ve sola, borracha, sin tener nada que hacer en San Fermín, sin amigos, encuentra a cinco tipos con ganas de marcha y la chica los acompaña. Van a un hotel con intención de hacer el amor, no les dan cuarto, la tipa se va morreando con los tipos claramente, la tipa sabe a lo que va y se mete en una casa". Juguetea incluso con la posibilidad de que denunciase una violación solo para conseguir la píldora del día después. Y concluye: "Nenita, lo siento mucho, no nos vengas aquí con tus tonterías, si vienes, ven pidiendo de favor que se te atienda, que se te mire incluso psicológicamente si quieres, no nos vengáis aquí a armar estos berenjenales tú y el feminismo radical".

placeholder Decenas de estudiantes se concentraron en la universidad hace un año. (EFE)
Decenas de estudiantes se concentraron en la universidad hace un año. (EFE)

El año pasado, cuando su nombre ya era tristemente famoso, Méndez protagonizó un sainete con la policía menos mediático que los referidos, pero que acabó con un par de policías agredidos y el profesor en el calabozo, advirtiendo a su abogada de oficio que él era "el de la Manada", por si no lo quería defender. Todo empieza cuando aparca su coche en doble fila delante de una comisaría. Mientras está ausente, la mujer que lo acompañaba mueve el vehículo a instancias de los agentes, pero él cree que se lo ha llevado la grúa y monta en cólera. Deshecho el malentendido, trata de abrir el coche con el mando a distancia. Como ocurre en toda sede policial, el inhibidor de frecuencias se lo impide. Entonces ya estalla y acaba propinando un manotazo en la cara a un policía y un puñetazo en la nariz a otro. Fueron necesarios cinco agentes para reducirlo.

Menos datos se conocen otro de sus incidentes, el que protagonizó en noviembre de 2017, cuando fue expulsado de un gimnasio de Santiago por supuestamente darle dos puñetazos en la cara y una patada en la espalda a otro usuario. No hay muchos más datos. A su pareja también le propinó "dos bofetones" en el último de sus capítulos violentos, el que desembocó en su detención la pasada semana, aunque no fue la supuesta víctima, sino él, quien alertó a Emergencias, puesto que ella estaba nerviosa y no quería "darle más". "Ya le tuve que dar unas trompadas y voy a tener que darle algunas más", le dijo a los policías que se presentaron en su casa, según cuenta la prensa local. Final del formulario

Tras pasar la noche en dependencias policiales, el detenido fue trasladado al juzgado competente en Violencia sobre la Mujer para ser sometido a un juicio rápido, pero su pareja no solo renunció a presentar denuncia, sino que además solicitó que se archivasen las diligencias. Basándose en la declaración de los policías que se presentaron en su casa, la Fiscalía lo acusa por un delito de maltrato de obra en el ámbito de la violencia de género, así que Méndez probablemente acabará siendo juzgado de todas formas. Otra cosa es que cambie la actitud de un profesor con tendencia a las chaladuras machistas.

Luciano Méndez cosechó popularidad a raudales, pero de la más bochornosa, con un vídeo que causaría estupor en las redes sociales. El profesor de la Universidad de Santiago de Compostela dedicaba 15 largos minutos a solicitar la libre absolución para los integrantes de la Manada, mientras reducía a la víctima a la condición de "tipa que sabe a lo que va". "A gozar", se respondía Méndez, tal vez sereno. Esta semana protagonizó un nuevo capítulo de su peculiar relación con las mujeres, ahora un escalón más grave: se le acusa de violencia machista. La presunta agredida no presentó denuncia, pero la Fiscalía actuó de oficio.

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