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Tres tumbas neolíticas de 6.000 años, destruidas en Ourense para plantar pinos
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Tres tumbas neolíticas de 6.000 años, destruidas en Ourense para plantar pinos

Los arqueólogos alertan de la creciente destrucción de mámoas y petroglifos en Galicia por desconocimiento, negligencia o intereses económicos

Foto: Fotografía del lugar donde se encontraba la mámoa y su estado actual. (Seprona)
Fotografía del lugar donde se encontraba la mámoa y su estado actual. (Seprona)

Seis mil años de historia quedaron sepultados bajos los buldócer de la comunidad de montes. Los trabajos de explanación para una plantación de pinos arrasaron un tesoro del neolítico de incalculable valor en O Irixo (Ourense), tal y como denunció el Seprona, que abrió una investigación a cuatro personas por un delito contra el patrimonio histórico. Los restos afectados son tres tumbas megalíticas conocidas como el túmulo de Barro, que quedó totalmente destruido, y dos túmulos de A Bugalleira, con daños considerables. Todos ellos tenían 6.000 años de antigüedad y estaban incluidos en el catálogo de bienes de interés cultural. Son los últimos ejemplos de un patrimonio arqueológico milenario que se va perdiendo a causa de negligencias o de intereses económicos.

La denominada operación Sepúlcrum fue abierta por la Guardia Civil a raíz de la denuncia presentada por la asociación Mámoa Verde. Los agentes certificaron la destrucción de las tres mámoas a causa de los movimientos de tierra, que carecían de los preceptivos permisos de la Consellería de Cultura. Los investigados son tres integrantes de la junta rectora de la comunidad de montes de Loureiro y un operario que manejaba la maquinaria. Tras tomarles declaración en calidad de investigados, las diligencias fueron remitidas al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 1 de O Carballiño.

Penedo, el alcalde de O Irixo, atribuyó lo ocurrido al desconocimiento sobre la existencia de las tumbas

El alcalde de O Irixo, Manuel Penedo, aseguró que vecinos de la zona habían solicitado permiso para trabajar con la máquina explanadora. Penedo atribuyó lo ocurrido al desconocimiento sobre la existencia de las tumbas prehistóricas, lo que provocó que no se tomaran las debidas precauciones. “Nadie sabía de su existencia”, justificó el regidor, que calificó el suceso de “accidente lamentable”. Fue de forma fortuita como Mámoa Verde conoció los destrozos. Una compañera de la asociación pasaba la tarde en la zona, y cuando quiso acercarse a contemplar el monumento comprobó que había sido arrasado. “Es una pena enorme, solo con pedir permiso se hubiera evitado”, lamenta Chelo Montaner, portavoz de la organización. Montaner duda de la teoría del alcalde: “El conjunto está catalogado, es muy poco probable que los comuneros no supieran de su existencia”.

El desconocimiento en muchas ocasiones existe y es, junto con las negligencias y la prevalencia de intereses económicos, una de las principales causas de la creciente destrucción del patrimonio arqueológico en Galicia, donde abundan los casos de daños irreparables en yacimientos milenarios. En el caso de O Irixo, bajo la maquinaria pesada desaparecieron unas auténticas joyas del neolítico, tres túmulos característicos de la cultura megalítica abundantes en Galicia. “Son auténticos tesoros para los investigadores, construcciones que expresan una idea compleja sobre la muerte y la vida en el más allá”, relata la arqueóloga Patricia Mañana, especialista en este tipo de monumentos.

El desconocimiento es, junto con las negligencias y los intereses económicos, una de las causas de la creciente destrucción del patrimonio arqueológico

“Lo que hace singulares las mámoas es que estaban hechas para ser vistas y para perdurar”, explica Mañana. De ahí que presenten esos grandes bloques de piedra visibles a larga distancia, que forman estructuras de entre 20 y 50 metros de diámetro y hasta cinco metros de altura. “Son uno de los monumentos arqueológicos más importantes de Galicia, que comenzaron a proliferar como consecuencia del desarrollo de un determinado tipo de agricultura y ganadería en la sociedad de la época”, añade. La arqueóloga discrepa del alcalde. “Es difícil destruir una tumba neolítica de este tipo de forma inconsciente. Son demasiado grandes para eso, aunque muchas veces estén cubiertas de maleza”, explica.

Los años previos a la crisis económica, cuando se multiplicaban las obras públicas en forma de autovías o carreteras, fueron letales para el patrimonio arqueológico de Galicia, tan condicionado por su complicada orografía. También los pastos para el ganado, que se renuevan periódicamente, a menudo sin control de ningún tipo. A veces, los propietarios de los terrenos —particulares o comunidades de montes— desconocen los tesoros que estos ocultan, y otras, prefieren hacer como que no lo saben. El resultado es una destrucción lenta pero constante, que ha sembrado la preocupación entre los especialistas.

La arqueóloga discrepa del alcalde. “Es difícil destruir una tumba neolítica de este tipo de forma inconsciente. Son demasiado grandes para eso”

Uno de los casos más graves se conoció en 2014, cuando el desbroce de unos terrenos para la plantación de eucaliptos dañó en Vimianzo la mámoa conocida como A Arquiña de Vilaseco, datada entre el segundo y el cuarto milenio antes de Cristo. El monumento estaba incluido en Parque del Megalitismo, un macroproyecto de la Xunta que lleva años en un cajón. El túmulo, de 37 metros de largo por 32 de ancho, ya había sido despojado con anterioridad de muchos de sus elementos, probablemente para la construcción de un muro. La dueña de los terrenos negó el destrozo en el conjunto, cuyo estado anterior describió como “un montón de tierra algo más alto”.

“Hay veces que el daño se hace a sabiendas, porque se considera que tener estos restos en tu propiedad es un problema”, analiza Manuel Rial, técnico de Patrimonio de Vimianzo. En otras ocasiones, en cambio, se trata de una cuestión de desconocimiento. Por este motivo, el ayuntamiento decidió hace años formar e informar a los propietarios de los principales dólmenes del municipio para concienciarlos del tesoro que tenían en sus tierras. “La experiencia fue muy hermosa. Invitamos a expertos para explicar a los propietarios el valor de estos monumentos, por qué y para qué se construyeron, y por qué es tan importante protegerlos”, relata.

Las medidas no pueden ser solo punitivas, como reacción a los daños; hay que prevenir explicando y educando para saber que son pedazos de historia

Coincide con él Patricia Mañana. “Las medidas no pueden ser solo punitivas, como reacción a los daños; hay que prevenir explicando y educando para saber que son pedazos de nuestra historia, que nos cuentan cómo vivíamos hace miles de años”. La arqueóloga subraya los casos de comunidades de montes que trabajan para proteger y dar a conocer las mámoas en sus terrenos. “Hay algunas, pero deberían ser más, y ese es el camino a seguir, desde un punto de vista positivo, y no acercarse al lugar solo cuando el desastre está hecho”.

Otro caso de destrucción patrimonial se produjo en junio de 2016, cuando la organización ecologista Adega denunció la pérdida de 40 yacimientos arqueológicos en municipios del norte de Lugo para la plantación de eucaliptos. Dos años más tarde, la Fiscalía investigó la responsabilidad de la Xunta en la desaparición de uno de los castros objeto de esa denuncia, el de A Trinidade, un importante yacimiento entre Mondoñedo y Lourenzá, destruido por los trabajos de una cantera a pesar de estar protegido desde hacía más de 20 años. Ese mismo año, el Seprona investigó a un vecino de O Rosal como presunto autor de un delito contra el patrimonio histórico, por la supuesta destrucción de un yacimiento arqueológico de origen romano conocido con el nombre de Mina das Medas. El investigado retiraba la tierra y la utilizaba de relleno en las obras de una carretera.

También fue sonado el caso de un yacimiento arqueológico con restos romanos y un petroglifo en Burgueira (Oia), destruido para realizar una plantación de kiwis. La Fiscalía archivó finalmente la denuncia contra el Ayuntamiento de Oia y Kiwi Atlántico presentada por la Guardia Civil por supuesto delito contra el patrimonio, al considerar que los hechos no revisten carácter delictivo. La denuncia indicaba la posible existencia de un delito de desobediencia por parte del ayuntamiento, que no paralizó las obras hasta un mes después de recibir el requerimiento de la Xunta. La respuesta del entonces alcalde, Alejandro Rodríguez, ilustra la actitud que aún predomina en Galicia ante este tipo de tesoros: incumplió la orden porque la explotación iba a generar puestos de trabajo. “El único que puede paralizar esa obra es el alcalde y no lo he hecho porque Oia tiene que mirar al futuro, no al pasado, y unas piedras no pueden ser un obstáculo para que se pueda producir o no”, zanjó.

Foto: Isaac Ayala, párroco de Arraya de Oca (Burgos), abre el templo en ruinas. (David Brunat)

En ocasiones, el daño al patrimonio lo provoca el hombre de forma indirecta. Fue el caso de la terrible oleada de incendios de octubre 2017, una catástrofe que causó cuatro muertos en Galicia y 42 en Portugal, pero que también tuvo su incidencia en restos arqueológicos milenarios. Solo en el incendio de Chandebrito, en Nigrán, que llegó hasta Vigo, se contabilizaron más de 100 elementos afectados, entre mámoas, petroglifos y otros restos prehistóricos, prerromanos, romanos y medievales. En el fuego de As Neves, que arrasó gran parte de la superficie del municipio, las llamas pasaron por encima del yacimiento de Porto Maior, donde están las muestras más antiguas de población humana en Galicia. Se salvaron de milagro, gracias a la limpieza realizada para las excavaciones.

Como explicó el director de la Escuela de Ingeniería Forestal de Pontevedra, Juan Picos, en una charla sobre los incendios, la protección del patrimonio es un efectivo cortafuegos. Los trabajos de conservación del área arqueológica de Tourón, en Ponte Caldelas, por ejemplo, frenaron el avance de uno de los incendios más voraces de aquella oleada de fuego. La recuperación de los yacimientos, en muchos casos ocultos bajo grandes masas de cultivos forestales o matorrales, puede ser también un antídoto contra la despoblación, al actuar como dinamizadora de zonas rurales a través del turismo.

Seis mil años de historia quedaron sepultados bajos los buldócer de la comunidad de montes. Los trabajos de explanación para una plantación de pinos arrasaron un tesoro del neolítico de incalculable valor en O Irixo (Ourense), tal y como denunció el Seprona, que abrió una investigación a cuatro personas por un delito contra el patrimonio histórico. Los restos afectados son tres tumbas megalíticas conocidas como el túmulo de Barro, que quedó totalmente destruido, y dos túmulos de A Bugalleira, con daños considerables. Todos ellos tenían 6.000 años de antigüedad y estaban incluidos en el catálogo de bienes de interés cultural. Son los últimos ejemplos de un patrimonio arqueológico milenario que se va perdiendo a causa de negligencias o de intereses económicos.

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