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El alcalde franquista de un municipio de Ourense se aferra a la calle del caudillo
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El alcalde franquista de un municipio de Ourense se aferra a la calle del caudillo

Senén Pousa, regidor popular de Beade desde 1974 y admirador confeso del dictador, desafía la ley en el callejero de la localidad pese a la exigencia de la Diputación

Foto: Senén Pousa, alcalde de Beade, posa en su despacho en una imagen de 2013. (Laura Pazo)
Senén Pousa, alcalde de Beade, posa en su despacho en una imagen de 2013. (Laura Pazo)

Senén Pousa no es nuevo en esto del franquismo. Alcalde de la pequeña localidad orensana de Beade desde 1974, no fue hasta 2013 que retiró a regañadientes los símbolos del exdictador que presidían su despacho oficial. Cada 20 de noviembre celebraba una misa en honor al anterior jefe del Estado, y ha pagado de su bolsillo decenas de esquelas recordando la muerte de "Franco, Primo de Rivera y todos los caídos". La Ley de Memoria Histórica la ha ido cumpliendo mal que bien, pero por el cambio de nombre de la calle del Caudillo no pasa. Ni aunque se lo exija la Diputación de Ourense, como ha hecho a través de un informe técnico firmado por el vicesecretario de la institución provincial, que ve en el caso una exaltación de la dictadura. Pousa, del PP, no piensa hacerle caso: "Mientras yo sea el alcalde, así se llamará la calle".

Beade es un pueblo pequeño —apenas 500 habitantes—, pero las excentricidades de su regidor no lo son tanto. Caballero templario, durante 35 años de democracia, una gran foto de Franco presidió su despacho, convertido en un santuario del anterior régimen. Allí lucía una gran bandera de España con la figura del dictador, multitud de libros sobre su vida, el escudo preconstitucional del águila y hasta un pequeño altar en el que había botellas de vino con el rostro de Franco en la etiqueta, que guardaba junto a otras con el Fraga o con el logo del PP. Y al lado, una foto dedicada de José María Aznar, a pesar de que muchas veces censuró a su partido "por renegar de la historia".

Foto: Juan Sánchez, alcalde pedáneo de Villafranco del Guadiana (izquierda), y Antonio Pozo, alcalde de Guadiana del Caudillo (derecha).

Desde hace unos años el despacho del alcalde parece un despacho de la democracia, pero la calle del Caudillo sigue ahí, y no es una cualquiera. La dirección de la Casa Consistorial es Rúa Caudillo s/n, porque no es otra que la propia carretera provincial OU-212 convertida en avenida principal a su paso por la localidad. El anacronismo lleva años siendo objeto de críticas de la oposición en la Diputación, también gobernada por el Partido Popular. Recientemente volvió a ponerse de actualidad, al presentar el grupo del PSOE una alegación al plan de obras provincial para que se suprima la partida destinada a la rehabilitación de esa calle, que considera una "exaltación" de la dictadura franquista. Se solicitó entonces el informe técnico, que reconoce que el nombre incumple la Ley de Memoria Histórica. En concreto, el artículo 15.1, que impide hacer "mención conmemorativa de exaltación de la sublevación militar, de la Guerra Civil y de la represión de la dictadura".

"No es un delito que una calle se llame del Caudillo porque caudillos hay muchos, si fuera general Franco sería otra cosa", replica Senén Pousa

El vicesecretario invitó a Senén Pousa a retirar el nombre, pero sin éxito. "No es un delito que una calle se llame del Caudillo porque caudillos hay muchos, si fuera General Franco sería otra cosa", ha replicado con sorna el alcalde, que lleva 44 años en el cargo, es miembro de la Fundación Francisco Franco y luce con orgullo un llavero con el escudo preconstitucional de un lado y la cara del dictador por el otro. El técnico de la Diputación discrepa en su informe: "Sin ánimo de hacer un análisis histórico, parece razonable presumir que la referencia va dirigida a la persona del militar y dictador Francisco Franco Bahamonde". El documento añade que la institución provincial no puede actuar ante ese incumplimiento, pero admite que los interesados podrían recurrir a los juzgados contenciosos.

Las intenciones de Pousa están claras. "Mientras yo sea alcalde, y me voy a volver a presentar y ganaré como siempre con mayoría absoluta, no le voy a retirar el nombre", desafió. Su asesor y secretario municipal está elaborando un informe que, adelantó, explicará "punto por punto y con todos los artículos" los motivos por los que, afirma, no incumple "la Ley de Memoria Histórica esa, que aprobó Zapatero”". También anunció su intención de querellarse contra la diputada socialista que presentó la moción.

placeholder Senén Pousa luce también con orgullo los distintivos del reconocimiento como templario que recibió en 2009 en una imagen de archivo. (EFE)
Senén Pousa luce también con orgullo los distintivos del reconocimiento como templario que recibió en 2009 en una imagen de archivo. (EFE)

El PSOE ha denunciado la "complicidad" del presidente de la Diputación, José Manuel Baltar, "al aplaudir y mantener en su partido como presidente del PP a un alcalde franquista insurrecto que incumple la ley a propósito". Lama añadió que "ante las sonoras y claras conclusiones del vicesecretario", el Partido Popular no debería mantener en el cargo a un alcalde que defiende una dictadura ni concederle al Ayuntamiento "decenas de miles de euros públicos" desde la Diputación, "en lugar de exigirle que, de una vez por todas, cumpla las leyes democráticas o se ponga fuera del partido”.

"Mis ideas sobre Franco no me las quitan con bombas", aclaró Pousa tras un ataque al consistorio en 2013

La última vez que se recuerda que Baltar, presidente también del PP provincial, se pronunciara sobre la ideología del alcalde fue en 2013, cuando tachó el caso de "anecdótico y excepcional" y evitó la adopción de medidas disciplinarias, aunque matizó que lo de la simbología franquista en el despacho no le parece "normal". El propio Pousa, que exhibe a quien se lo pida el carnet número 1 de Alianza Popular en Ourense, reconocía que jamás en la vida" nadie del partido le ha dicho nada por pensar así. "Y mejor, porque no acepto imposiciones".

El franquismo del alcalde se hizo famoso en todo el país en octubre de 2013, cuando una potente bomba, que el Gobierno atribuyó al grupo terrorista Resistencia Galega, provocó importantes destrozos en el Ayuntamiento. El material empleado fue pólvora prensada, colocada dentro de una olla exprés que se dejó delante del edificio de la Casa Consistorial. El atentado afectó parcialmente al despacho de Pousa, que aprovechó la ocasión para retirar la simbología de la polémica. "Soy consciente de las cosas y sé que no debo poner nada de eso en el despacho. En el Ayuntamiento estará la foto que tiene que estar. Lo que no voy a hacer es destruirlas. Esas cosas ya las llevé para mi casa", anunció. Pero dejaba clara una cosa: "Mis ideas sobre Franco no me las quitan con bombas".

placeholder El alcalde de Beade, Senén Pousa, en el despacho del Ayuntamiento. (Laura Pazo)
El alcalde de Beade, Senén Pousa, en el despacho del Ayuntamiento. (Laura Pazo)

Ese día se produjo un altercado con un concejal socialista de su ayuntamiento que acabó en los juzgados. Una hija del alcalde acusó al portavoz del PSOE Miguel Ángel Carreiro de ser el instigador del suceso. Delante de decenas de reporteros que se agolpaban delante de los escombros, la mujer se dirigió a gritos al edil, al que tachó de "terrorista" y acusó "de apuntar con sus declaraciones y dejar a otros que disparen". La mujer tuvo que ser sacada a empujones de la zona por un grupo vecinos para evitar un enfrentamiento mayor, pero según el PSOE la cosa no quedó ahí, porque la denuncia se presentó también contra el propio alcalde y una nieta. En la vista oral, el juez de Ribadavia ofreció una solución amistosa: le bastaba con la petición de perdón ante los periodistas presentes en la sala. El concejal del PSOE aceptó. Los Pousa, no.

Que la oposición no le gusta lo deja claro con su forma de dirigir la actividad municipal, con solo dos plenos al año y ambos extraordinarios, para evitar ruegos y preguntas. La hemeroteca está además repleta de sus reflexiones sobre Franco y el franquismo. "Hay mucha gente que habla de algunas barbaridades que se hicieron en 1934 y culpa a Franco. Joder, entonces era un simple militar. Hay que hablar con propiedad. Su mayor error, una barbaridad, fue ir a la Guerra Civil", afirmó en una ocasión. Y añadió que la historia no se puede borrar de un plumazo: "Hay que dejar las cosas buenas y borrar las malas, pero quitar nombres de calles que ya estaban ahí puestos son venganzas cerdas".

Senén Pousa no es nuevo en esto del franquismo. Alcalde de la pequeña localidad orensana de Beade desde 1974, no fue hasta 2013 que retiró a regañadientes los símbolos del exdictador que presidían su despacho oficial. Cada 20 de noviembre celebraba una misa en honor al anterior jefe del Estado, y ha pagado de su bolsillo decenas de esquelas recordando la muerte de "Franco, Primo de Rivera y todos los caídos". La Ley de Memoria Histórica la ha ido cumpliendo mal que bien, pero por el cambio de nombre de la calle del Caudillo no pasa. Ni aunque se lo exija la Diputación de Ourense, como ha hecho a través de un informe técnico firmado por el vicesecretario de la institución provincial, que ve en el caso una exaltación de la dictadura. Pousa, del PP, no piensa hacerle caso: "Mientras yo sea el alcalde, así se llamará la calle".

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