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El forense de Diana Quer: el médico que desenmascaró al hombre lobo de Allariz
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clave también en el caso bretón y en el 11-m

El forense de Diana Quer: el médico que desenmascaró al hombre lobo de Allariz

Fernando Serrulla, especialista en identificaciones como la del 11-M, diagnosticó un trastorno de intersexualidad en Romasanta, el famoso asesino en serie del siglo XIX

Foto: El forense Fernando Serrulla, trabajando en su laboratorio de Verín. (Reuters)
El forense Fernando Serrulla, trabajando en su laboratorio de Verín. (Reuters)

Si en el siglo XIX existiera internet, el impacto mediático del caso Diana Quer empalidecería en comparación con el de Manuel Blanco Romasanta, el hombre lobo de Allariz, considerado por muchos el primer asesino en serie de la historia de España. Aquel abominable psicópata se salvó del garrote vil en 1853 tras un proceso judicial sin precedentes, seguido con pasión en toda España y financiado sin mesura por Isabel II. La mayor aproximación a su figura la ha realizado Fernando Serrulla, jefe de la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia. Sí, el mismo que estos días realiza la autopsia que habrá de determinar si Diana fue asesinada, y tal vez sometida a los abusos sexuales de los que el juez ha encontrado los primeros indicios.

La propia reina de España intercedió para conmutar la pena de muerte de Romasanta por una cadena perpetua que cumplió en Ceuta, donde murió de cáncer de estómago. Su juicio, que se trasladó de Allariz a Verín y posteriormente a A Coruña, se sustanció en un sumario de 1.667 folios que relataba detalles de más de 20 asesinatos. Vendedor ambulante de ungüentos, se rumoreaba que sus bálsamos estaban compuestos por la grasa humana de sus víctimas. Romasanta declaró ante el tribunal ser víctima de un sortilegio de una bruja que, según él, le hacía transformarse en lobo durante las noches de luna llena. Y que, convertido en animal, mataba “por instinto” usando sus patas y dientes para comerse a sus víctimas.

Foto: 'El Chicle', tras el registro de su domicilio. (EFE)

Serrulla es el responsable de “la mayor aproximación que se puede realizar” de Romasanta, en palabras de dos de los mayores especialistas en su figura, los hermanos Félix y Castor Castro Vicente. Se trata de un exhaustivo retrato del supuesto hombre lobo. Supuesto no solo porque su licantropía fuera meramente clínica, una simple alucinación, sino también porque ni siquiera su condición de hombre está muy clara. De hecho, Manuel fue inscrito como Manuela en 1809, una acción rectificada por sus padres ocho años después en un registro parroquial. La razón: que nunca tuvieron muy claro el sexo del pequeño. Los estudios de Serrulla corroboran que probablemente era una mujer con una enfermedad concreta, de la que aportó nuevos datos: pseudohermafroditismo femenino, una forma de estado intersexual que se transmite genéticamente de padres a hijos, aunque solo se manifiesta en uno de cada 10.000 o 15.000 nacidos vivos.

Serrulla incluso se embarcó junto con otros apasionados por la figura del célebre psicópata en una búsqueda de restos de sus víctimas

Para determinar con seguridad esta y otras características del enigmático hombre lobo, Serrulla necesitaría realizar una prueba genética del sacaúntos, tan célebre que en 2004 se le dedicó una película de terror protagonizada por Julian Sands y Elsa Pataki. Pero no hay rastro del cuerpo de Romasanta, enterrado en una fosa común, ni se han podido realizar análisis genéticos a sus descendientes vivos, que se niegan a prestarse a tales pruebas. En 2012, Serrulla incluso se embarcó junto con otros apasionados por la figura del célebre psicópata en una búsqueda de restos de sus víctimas, pero la expedición no dio los resultados esperados.

placeholder Fernando Serrulla analiza restos óseos en su laboratorio. (Reuters)
Fernando Serrulla analiza restos óseos en su laboratorio. (Reuters)

Lo que sí dio frutos fue el esfuerzo del forense en completar un nuevo retrato de Romasanta, un tipo de apenas un metro 40 de estatura y con “cara de bueno”, según Serrulla. Lo hizo basándose en descripciones antropométricas y en los reconocimientos médicos que realizaron los cinco facultativos que participaron en la instrucción del sumario. Son testimonios que describen la tez, la cara, la barba, el pelo, la calva y el color de los ojos del asesino. Tenía la mirada “altiva y a la vez serena”, un lunar en la cara, piel “trigueña”, piernas gordas y muy baja estatura. Con estos y otros elementos, elaboró una escultura, y a partir de ella un retrato. “Es una forma de aproximarnos a conocer lo que pudiera ser el rostro de Romasanta, pero no es una reproducción fiel de cómo era”, advierte el forense, que apunta: “Siempre hay una parte científica y una parte artística”.

La investigación sobre el hombre lobo de Allariz forma parte de las actividades privadas del forense que estos días trabaja con los restos de Diana Quer, pero no de su tarea como jefe de la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia. Como tal, Serrulla ha participado en otras de amplio seguimiento en los medios, como el hallazgo de 45 cerebros conservados dentro de los cráneos de asesinados que fueron enterrados en una de las mayores fosas comunes de la Guerra Civil, la de La Pedraja (Burgos). Y también un corazón, que había dejado de latir en 1936. “Llevo 30 años de forense y nunca he visto nada igual”, recordaría impresionado el forense gallego.

En sus laboratorios determinó que los restos hallados en una hoguera en la finca propiedad de José Bretón eran de niños, y no de roedores

Serrulla, que trabajó en el análisis de las víctimas del 11-M, una de las experiencias más traumáticas de su carrera, forma parte del equipo internacional que exhuma actualmente los restos de 123 soldados desconocidos enterrados en las islas Malvinas para su identificación. En virtud de un acuerdo firmado entre Reino Unido y Argentina a través del Comité Internacional de Cruz Roja, Serrulla y otros 13 expertos participan en un proyecto que cuenta con un laboratorio ubicado junto al cementerio Darwin, en las propias Malvinas. Del total de 649 argentinos que murieron en el conflicto, 237 fueron enterrados en este cementerio, de los que más de la mitad quedaron sin identificar en medio de la precipitada retirada del ejército argentino.

En la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia que dirige Serrulla, con sede en Verín, se realizó además un informe pericial clave en el caso Bretón, la desaparición y muerte de dos hermanos de seis y dos años en 2011 en Córdoba a manos de su padre, José Bretón Gómez. En sus laboratorios se determinó que los restos hallados en una hoguera en la finca de Las Quemadillas propiedad de José Bretón eran de niños, y no de roedores, como se consideró inicialmente, lo que se convertiría en una prueba fundamental para probar la culpabilidad del padre.

Si en el siglo XIX existiera internet, el impacto mediático del caso Diana Quer empalidecería en comparación con el de Manuel Blanco Romasanta, el hombre lobo de Allariz, considerado por muchos el primer asesino en serie de la historia de España. Aquel abominable psicópata se salvó del garrote vil en 1853 tras un proceso judicial sin precedentes, seguido con pasión en toda España y financiado sin mesura por Isabel II. La mayor aproximación a su figura la ha realizado Fernando Serrulla, jefe de la Unidad de Antropología Forense del Instituto de Medicina Legal de Galicia. Sí, el mismo que estos días realiza la autopsia que habrá de determinar si Diana fue asesinada, y tal vez sometida a los abusos sexuales de los que el juez ha encontrado los primeros indicios.

José Bretón
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