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Cuidar gallinas y regar el huerto: la nueva vida del famoso capo Laureano Oubiña
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OBTENDRÁ LA LIBERTAD CONDICIONAL EN POCOS DÍAS

Cuidar gallinas y regar el huerto: la nueva vida del famoso capo Laureano Oubiña

El narcotraficante más célebre de España pasará los últimos cuatro meses de condena en un centro de acogida para marginados, junto a una quincena de subsaharianos y toxicómanos

Foto: El narcotraficante Laureano Oubiña sale de la cárcel tras cumplir su penúltima condena en 2012. (EFE)
El narcotraficante Laureano Oubiña sale de la cárcel tras cumplir su penúltima condena en 2012. (EFE)

Más le vale a Laureano Oubiña tener unas mínimas nociones de jardinería y cuidados de corral, porque a eso va a dedicar su existencia en cuanto salga de prisión, hecho que podría ocurrir en cualquier momento, según decida el director del centro penitenciario de Navalcarnero. Al narco gallego más famoso, que acumula 25 años en prisión en varias etapas y al que algunos llegaron a apodar ‘el Pablo Escobar español’, ya le esperan con expectación en la Asociación San Francisco de Asís, en el norte de Madrid, un centro de acogida y reinserción social con dos décadas de historia. Fue Oubiña quien solicitó cumplir sus últimos meses de condena haciendo trabajos de voluntariado en esta institución y su gestor, el sacerdote Jorge de Dompablo, no lo dudó un minuto: "Oubiña es bienvenido".

El capo ya tiene hasta horario. Será el único de los 16 residentes del centro (dividido en dos casas de acogida) que no duerma allí, ya que su libertad condicional le obliga a pernoctar en la cárcel, pero seguirá las mismas rutinas que sus nuevos compañeros. Así, en la casa convivirán una docena de subsaharianos sin papeles, uno o dos toxicómanos españoles y el mayor contrabandista de tabaco y hachís que ha conocido nuestro país. Los unos, cuasi adolescentes. El otro, todo un empresario del crimen de 71 años de edad.

Oubiña tendrá que ordenar, limpiar y preparar el desayuno junto a sus compañeros antes de salir a hacer talleres de jardinería y horticultura

Todos iniciarán su jornada a las ocho de la mañana. Oubiña y sus compañeros recién levantados deberán ordenar y limpiar las estancias y preparar el desayuno. Después de eso, toca arreglar el jardín, cuidar del huerto comunitario y finalmente supervisar el gallinero: echar pienso, limpiar el corral y recoger, si hay suerte, los huevos. "Seguramente Oubiña estará con nosotros solo por las mañanas", adelanta De Dompablo, impulsor de este centro de acogida para marginados sociales y cura de la parroquia madrileña Nuestra Señora de la Guía.

Fue Francisco Javier Sánchez, capellán del penal de Navalcarnero y amigo de De Dompablo, quien intermedió para que el narcotraficante pudiera pasar sus últimos cuatro meses de condena (un total de cuatro años y siete meses por blanqueo de capitales que inició el 10 de febrero de 2014) en esta asociación. "Llevamos tiempo colaborando con el párroco de Navalcarnero, ya hemos tenido a varios presos que salen de permiso o hacen trabajos a la sociedad. Él le habló de nosotros a Oubiña y quiso conocernos. En las charlas que he tenido con él me ha parecido una persona con muy buena actitud que puede encajar. Venir al centro no solo le servirá para salir de prisión, sino para hablar con mucha gente, compartir experiencias y también aprender", resume el gestor de la asociación.

En efecto, en cuanto termine con las plantas, los tubérculos y las gallinas, al narco de Cambados le esperan las actividades más relevantes en su proceso de reinserción social: las charlas con el resto de residentes. Eso "le permitirá conocer, valorar y asumir las consecuencias de la actividad delictiva. Siendo importante como proceso de reinserción que el penado trabaje en la atención de personas en situación de marginalidad y, de forma más concreta, con aquellas personas que en su momento entraron en el mundo del consumo de tóxicos", tal como recoge el auto judicial firmado por el magistrado de la Audiencia Nacional José Luis Castro que aprueba la libertad condicional.

Oubiña tendrá que escuchar (y ayudar) a jóvenes africanos que cruzaron el estrecho en patera y a adictos a las drogas que lo han perdido todo

"Aquí todos compartimos nuestras experiencias. Los chicos explican sus problemas, todo lo que han vivido, que es muchísimo, y entre todos buscamos soluciones, asesoramos y tratamos de superar cada situación", resume De Dompablo. En los corros, Oubiña pasará muchas horas escuchando (y se supone que aconsejando) a jóvenes africanos que cruzaron el Estrecho en patera dejando atrás vidas miserables, y también a adictos a las drogas que lo han perdido todo, tal como quiere el juez Castro. Aunque el narco de Cambados, a este respecto, ha dicho muchas veces que no se siente responsable de la oleada de vidas truncadas por la drogodependencia. Porque él, insiste, solo traficó con tabaco y hachís, nunca con cocaína, heroína u otras sustancias letales.

"Todo el mundo tiene derecho a una segunda oportunidad, a ser rehabilitado aunque haya cometido delitos de sangre, que no es el caso de Oubiña. Él está a punto de cumplir su condena, y a partir de ahí será un ciudadano más. En nuestra asociación, creemos en la libertad", dice De Dompablo, quien apunta que, pese a ser él un religioso católico, su casa de acogida "no es evangelizadora".

"Lo que queremos es ayudar a las personas marginadas. Acogemos a ateos y musulmanes sin ningún problema. Yo llevo 32 años en esto, comencé ayudando a chicos conflictivos, muchos con problemas de drogas, y en los últimos años la realidad social ha cambiado y casi todos son subsaharianos que se encuentran desamparados en las calles", prosigue el sacerdote. Las 16 plazas que ofrece en su residencia no responden a cupos, sino "a las personas que me voy encontrando en la calle o que me derivan desde otras asociaciones. Aquí pueden estar tres meses, un año o hasta ocho años como tenemos a uno. No marcamos un límite, eso depende de cada persona".

Es previsible que Oubiña abandone la asociación en cuanto cumpla íntegra su condena. En ese momento tendrá autorización judicial para regresar a Galicia y pasar allí el último tramo de su vida. El narco más célebre de nuestro país padece dos cánceres, circunstancia que, junto a su buena conducta en prisión, ha sido determinante para que el juez Castro le haya concedido el tercer grado, tras dos intentos fallidos en diciembre y este mismo inicio de año. Con el visto bueno de la Audiencia Nacional y de la Fiscalía, solo falta que la prisión de Navalcarnero autorice su salida, que debía haberse producido a inicios de esta semana pero se truncó después de que Oubiña increpara a un funcionario que le afeó haberse recortado la barba en su salida a una revisión médica. Su castigó podría terminar en cuestión de horas o unos pocos días.

Oubiña ha anunciado que en cuanto cumpla condena quiere publicar un libro a modo de memorias sobre su vida, en la que ha sido todo un pionero en el contrabando y tráfico de drogas en España. Una historia trepidante que comenzó a las 17 años en el contrabando de diésel con su tío en la ría de Arousa y tendrá como epílogo un voluntariado de cuatro meses ayudando a jóvenes marginados y cuidando de un huerto y un corral en Madrid.

Más le vale a Laureano Oubiña tener unas mínimas nociones de jardinería y cuidados de corral, porque a eso va a dedicar su existencia en cuanto salga de prisión, hecho que podría ocurrir en cualquier momento, según decida el director del centro penitenciario de Navalcarnero. Al narco gallego más famoso, que acumula 25 años en prisión en varias etapas y al que algunos llegaron a apodar ‘el Pablo Escobar español’, ya le esperan con expectación en la Asociación San Francisco de Asís, en el norte de Madrid, un centro de acogida y reinserción social con dos décadas de historia. Fue Oubiña quien solicitó cumplir sus últimos meses de condena haciendo trabajos de voluntariado en esta institución y su gestor, el sacerdote Jorge de Dompablo, no lo dudó un minuto: "Oubiña es bienvenido".

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