La guerra entre los aeropuertos de Vigo y Oporto llega al fútbol
La oferta de tarifas más baratas desde Galicia que desde la ciudad portuguesa desata una oleada de protesta de las autoridades portuenses
Vigo y Oporto son dos ciudades separadas por apenas 150 kilómetros y tradicionalmente hermanadas, pero de un tiempo a esta parte ese clima de entendimiento atraviesa una etapa crítica. El motivo es la competencia entre sus dos aeropuertos, y la animosidad de un alcalde, el portuense Rui Moreira, que no ha ahorrado críticas contra su homólogo vigués, Abel Caballero, ni contra el aeropuerto de Peinador. Con el trasfondo de una guerra contra el supuesto centralismo de Lisboa, ahora las autoridades de Oporto vuelven a la carga tras saberse que la principal compañía aérea de Portugal, la TAP, aplica una política de tarifas favorable a Vigo, que atribuyen a un intento de desmantelar Sá Carneiro.
Entre las personalidades que se han mostrado especialmente escandalizadas por esos precios se encuentra Pinto da Costa, presidente del Fútbol Club Oporto. “No acepto ir de Oporto a Lisboa en un avión lleno, y mucho menos coger en Vigo un avión portugués”, declaró en el 'Jornal de Notícias', el periódico luso que destapó unas diferencias de tarifas de hasta 600 euros entre volar desde el aeropuerto portuense o el vigués. El presidente del club de fútbol no está solo: un buen número de alcaldes de la zona y de responsables de entidades empresariales se le han sumado con unos reproches en ocasiones descarnados.
“Es impensable y absurdo que yo o cualquiera de los ciudadanos de Oporto, para viajar adonde sea le resulte más barato ir a Vigo para coger el mismo avión de la misma compañía”, acusó Da Costa, que añade: “Esto es grave, porque es obvio que se trata de un intento de vaciar el Sá Carneiro, una forma de obligar a que las personas pasen por Lisboa para que aumente el número de vuelos, y así justificar el nuevo aeropuerto. Es lamentable”. El presidente del club en el que juega Iker Casillas subraya el hecho de que la TAP es una empresa participada en un 50% por el Estado portugués. “El daño lo pagamos los portugueses, y encima quien es del norte tiene que ir a España para coger el mismo avión”.
Las autoridades de Oporto vuelven a la carga tras saberse que la compañía aérea TAP aplica una política de tarifas favorable a Vigo
El alcalde de Oporto no se ha sumado esta vez a las críticas. Lo que ha hecho ha sido remitirse a las opiniones que expresó en su polémico libro 'TAP. Caja Negra. Los bastidores de una guerra seria entre la TAP y Oporto', publicado a principios de 2016. Y lo que dice en esa publicación no es poca cosa. De Abel Caballero escribió: “Está solo, habla solo y actúa solo”, en referencia a su política aeroportuaria. “Aunque le incomode, lo que tiene sentido es la apuesta por el Sá Carneiro y un aeropuerto gallego, sea el de Santiago o el de A Coruña”, pero no el vigués de Peinador, del que apunta: “Un aeropuerto sin condiciones y con limitaciones climatológicas y de aproximación aérea no puede tener un papel importante”. Moreira en cambio se extendía en alabanzas a los otros dos aeropuertos gallegos, los de A Coruña y Santiago, separados por apenas 60 kilómetros, embarcados a su vez en esa especie de lucha de todos contra todos que rige la política aeroportuaria gallega.
Previamente, el regidor portuense ya había provocado la ruptura de las relaciones con el de Vigo al calificar a Peinador en una entrevista de “aeropuerto miserable” y a la ciudad gallega como “la salchicha fresca en medio de una francesiña”, en referencia a un sándwich típico de Portugal. Moreira asegura también en su libro que “los escribas”, en referencia a articulistas de Lisboa que defendieron a Vigo de sus acusaciones, “solo ahora dan importancia a la ciudad gallega, de la que nada conocían, con la excepción de algunos que sabían que los amigos del norte (de Portugal) iban allá a comprar caramelos”.
"No acepto ir de Oporto a Lisboa en un avión lleno, y mucho menos coger en Vigo un avión portugués", protestó el presidente del Oporto, Pinto da Costa
Aquellas declaraciones abrieron una brecha con el alcalde de Vigo que aún permanece abierta. El regidor vigués tachó de “insulto” las declaraciones de Moreira, al que instó a pedir perdón. “Exijo disculpas a esta ciudad. Vigo se siente muy cercana a Oporto y muy lejos de su alcalde”, replicó Caballero. “Nunca sospeché que pudiera escuchar un insulto a Vigo de un alcalde de Oporto. Mientras que no se disculpe no estaremos en ningún foro en el que esté él”. Vigo y Oporto comparten en efecto su pertenencia al Eje Atlántico, una organización supramunicipal formada por 36 ayuntamientos de Galicia y el norte de Portugal donde Caballero y Moreira ocupan dos de los nueve puestos de la comisión ejecutiva.
Uno de los capítulos de su libro, el titulado '¿Por qué Vigo?', daba las claves de esa batalla de Oporto con Lisboa en la que Vigo se vio enzarzado. En él, el alcalde portuense lamentaba la apertura de una conexión de la TAP entre Peinador a Lisboa, que tendría como objetivo “drenar” pasajeros gallegos hacia la capital portuguesa, restándolos del Sá Carneiro. Es una operación que relaciona con el cierre de cuatro rutas de la compañía lusa en el mismo aeropuerto, utilizadas, según señala, por usuarios de los vuelos de larga distancia a América y África, y cuyo futuro considera amenazado.
El alcalde de Oporto definió a Vigo como “la salchicha fresca en medio de una francesiña” y a Peinador de “aeropuerto miserable”
Aquella batalla, que se desató con el anuncio de la conexión aérea entre Vigo y Lisboa, la desempolva ahora el 'Jornal de Noticias', con sede en la ciudad de Oporto, en una información en la que revela la diferencia de precios. Según sus datos, el pasaje a un destino intercontinental con escala en Lisboa sale hasta 600 euros más barato desde Vigo que desde el Sá Carneiro. Se trata de una estrategia comercial que las autoridades empresariales y políticas de la zona atribuyen a un intento de hundir el aeropuerto portuense.
Entre las opiniones que recaba el periódico portugués se encuentran las del presidente de la Asociación Empresarial de Portugal, Paulo Nunes de Almeida, que afirma que el Gobierno de su país “no puede lavarse las manos y decir que no interfiere en la gestión de la compañía cuando está en juego el interés público”. Nuno Botelho, presidente de la Asociación Comercial de Oporto, acusa mientras al Ejecutivo de “no velar por el interés de la región” y tacha de “vejatorio” el trato de la compañía aérea.
Los alcaldes portugueses de la zona también se suman a los empresarios con sus críticas a una política “absurda, inaceptable, inadmisible y vergonzosa”, como la define el de Feira, dirigente del Área Metropolitana de Oporto. Los regidores de Famalicão, Braga, Viana do Castelo, Valença y Arcos de Valdez se suman a la desaprobación, y algunos incluso desaconsejan a sus ciudadanos utilizar el aeropuerto de Vigo.
La polémica entre las infraestructuras aeroportuarias de Vigo y Oporto echa sal en la herida de la lucha entre Peinador, Lavacolla y Alvedro, los tres aeropuertos gallegos, debido a las ayudas públicas que estos dos últimos recibieron durante varios años, y que motivaron una ofensiva política de Abel Caballero. El Ayuntamiento de Vigo desbloqueó finalmente las subvenciones a su aeropuerto –que se han estancado en sus dos competidores gallegos–, lo que ha provocado un crecimiento en el último año de casi el 34% en el número de pasajeros.
Vigo y Oporto son dos ciudades separadas por apenas 150 kilómetros y tradicionalmente hermanadas, pero de un tiempo a esta parte ese clima de entendimiento atraviesa una etapa crítica. El motivo es la competencia entre sus dos aeropuertos, y la animosidad de un alcalde, el portuense Rui Moreira, que no ha ahorrado críticas contra su homólogo vigués, Abel Caballero, ni contra el aeropuerto de Peinador. Con el trasfondo de una guerra contra el supuesto centralismo de Lisboa, ahora las autoridades de Oporto vuelven a la carga tras saberse que la principal compañía aérea de Portugal, la TAP, aplica una política de tarifas favorable a Vigo, que atribuyen a un intento de desmantelar Sá Carneiro.