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De la guerra del PSdeG a la descomposición de C's: los restos del naufragio pos-Feijóo
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tras las elecciones gallegas de septiembre

De la guerra del PSdeG a la descomposición de C's: los restos del naufragio pos-Feijóo

El Partido Popular se prepara para una legislatura sin espinas en Galicia, con una oposición atomizada y en medio de severas crisis internas

Foto: El Presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)
El Presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo. (EFE)

Alberto Núñez Feijóo dijo que no quería ganar las elecciones por incomparecencia del rival, pero a nadie en el PP se le escapa que algo de eso ocurrió el 25-S. Transcurridas dos semanas desde las autonómicas gallegas, el panorama que se le abre al presidente de la Xunta en su tercer mandato está señalado por la obligatoria reconstrucción de sus opositores, que llegaron a las elecciones debilitados y salen de ellas con crisis en distintos grados: desde la guerra abierta en el PSdeG, solo comparable a la que se ha vivido en Ferraz, hasta la amarga victoria de En Marea, pasando por un Ciudadanos que desaparece del mapa político y un BNG eufórico por salvar los muebles.

El Partido Popular acaricia la posibilidad de que la nueva legislatura, que comenzará el 21 de octubre, sea una réplica de la campaña electoral, con los grupos de la oposición más preocupados por la gestión de los restos del naufragio del 25-S que de hacer frente a Feijóo. Es lo que ocurrió no solo en las semanas previas a las elecciones, sino a lo largo de toda la legislatura anterior. A pesar de que las elecciones se celebraron prácticamente cuando tocaban, con apenas un mes de adelanto técnico, sorprendieron a los principales partidos de la oposición enfrascados en disputas a cara de perro para confeccionar las listas o definir sus alianzas.

Foto: Albert Rivera (c), Juan Carlos Girauta (i) y a la candidata de C's a la presidencia de la Xunta, Cristina Losada (d), en el acto de cierre de campaña. (EFE)

La aplastante victoria del PP ha acentuado los problemas de todos los demás partidos, pero muy especialmente los de un PSdeG que atraviesa la peor crisis de una historia plagada de ellas. Aunque el terremoto de Ferraz alejó el foco estos días de Galicia, lo ocurrido con Pedro Sánchez ha venido a agravar la delicadísima situación de su gestora. La salida del ya exsecretario general supone la pérdida del principal valedor de su presidenta, Pilar Cancela, y de su candidato a la presidencia, Xoaquín Fernández Leiceaga.

Si los críticos con la gestora del PSdeG, organizados alrededor del alcalde de Vigo, Abel Caballero, ya habían exigido responsabilidades por los malos resultados, lo ocurrido en Ferraz les ha dado nuevos motivos para volver a la carga. Caballero, alineado también con los nuevos dirigentes de la organización federal, fue el primero en pedir la dimisión de Cancela, ya que su gestora “venía de una ejecutiva que acaba de dimitir” y, por lo tanto, “perdió su legitimidad”. Con él están alineados pesos pesados del partido en Galicia, como el exministro general José Blanco o el exsecretario general de los socialistas gallegos Pachi Vázquez.

La inclusión de la exsecretaria de Estado y exdiputada Laura Seara, muy próxima a Pachi Vázquez, como coordinadora de Organización en la gestora del PSOE contribuye a debilitar a Pilar Cancela, que contará con una rival encarnizada en un puesto clave de la dirección provisional. Caballero, especialmente activo en su enfrentamiento orgánico, se felicitó: “Estoy encantado de que Laura Seara haya sido nombrada”.

A instancias de Leiceaga, la gestora gallega y Ferraz modificaron la candidatura que habían elaborado los socialistas de Pontevedra para incluir a Gonzalo Caballero

El protagonismo del alcalde de Vigo en la crisis del PSdeG es un fenómeno relativamente nuevo, después de permanecer en los últimos años en una discreta segunda fila en lo que se refiere al partido. Pero la mayor disposición de Cancela y Leiceaga a pactar con las Mareas y sobre todo el conflicto surgido con la confección de la lista de Pontevedra le han hecho cambiar de actitud. A instancias de Leiceaga, la gestora gallega y Ferraz modificaron la candidatura que habían elaborado los socialistas de Pontevedra para incluir a Gonzalo Caballero, sobrino y rival político del alcalde. El “cambiazo”, como lo definió el regidor, envenenó ya definitivamente las relaciones entre este y la gestora.

La primera reunión de los diputados electos del PSdeG, el pasado jueves, fue una demostración del clima que se vive en el partido. No hubo fotografía oficial ni rueda de prensa, pero sí reproches. Los que formuló el secretario provincial de Pontevedra, Santos Héctor Rodríguez, próximo a Caballero, a la “autoproclamación” de Leiceaga como portavoz. Héctor le acusó de “romper el proceso de unidad” al introducir modificaciones en la candidatura electoral “de forma antidemocrática”, y señaló que lo considera “un diputado igual que los demás”, y no el portavoz parlamentario. El frustrado aspirante a presidir la Xunta dirigirá un grupo de 14 diputados mayoritariamente afines, producto de unas listas muy meditadas, pero tiene garantizada la hostilidad de los pesos pesados del Partido desde fuera del Pazo do Hórreo.

Pachi Vázquez, que también sufrió cambios en la lista de Ourense, se sumó a la hostilidad contra Cancela, a la que amenazó con “otro sábado trágico” como el de Ferraz. El que fuera líder del PSdeG exigió la dimisión de la gestora, como “máxima responsable de la peor situación del socialismo gallego desde que existe democracia”, y alertó que su determinación de continuar al frente del partido aboca a una solución en Galicia similar a la vivida en el PSOE el 1 de octubre. “No se da por enterada de que no es la representante del socialismo gallego, sino de Pedro Sánchez y de la ejecutiva que acaba de caer”, criticó Vázquez.

El otro gran grupo de la oposición que le espera a Feijóo en su tercera legislatura es el de En Marea, con los mismos 14 diputados que el PSdeG, pero con más votos. Entre los aliados en torno a este partido instrumental reina una calma tensa, producto de las heridas que dejó la difícil integración de Podemos y las propias crisis internas de la formación de Pablo Iglesias en Galicia. Una vez pasadas las elecciones, se escuchan voces que lamentan el enfoque que se le dio a las elecciones autonómicas y critican que En Marea “se vistiera de gris para ofrecer una campaña deslucida”. Estas opiniones, difundidas desde el entorno del alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro, quedaron plasmadas por un articulo de un destacado miembro de En Marea, que acusó al partido de “esforzarse por no asustar ni seducir”.

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, junto al portavoz nacional de Anova, Xosé Manuel Beiras, la diputada Yolanda Díaz y el candidato Antón Sánchez, en una imagen de archivo. (EFE)

Los resultados de En Marea quedaron muy por debajo de las expectativas de una formación que, apenas seis meses antes de las elecciones, tenía fundadas aspiraciones a encabezar el Gobierno. A diferencia de los socialistas, los diputados que capitaneará Luís Villares en el Parlamento sí se han dejado fotografiar y comparecieron ante los medios tras su primera reunión, pero pese a las sonrisas que presidieron el encuentro, en el ambiente flota lo ocurrido en la anterior legislatura, cuando Alternativa Galega de Esquerda (AGE), antecedente natural de En Marea, perdió tres de sus nueve diputados que se pasaron al grupo mixto.

La secretaria general de Podemos Galicia, Carmen Santos, se ha apresurado a ensalzar la “unión” en el nuevo grupo parlamentario. “Tenemos una sintonía total y excelente en En Marea”, ha afirmado, como tratando de ahuyentar el temor a que se repitan las escisiones en el Parlamento. Pero la primera prueba de fuego puede estar a la vuelta de la esquina, si finalmente se tienen que repetir las elecciones generales. En ese caso, el partido creado por Podemos, Esquerda Unida, Anova y las mareas municipales, entre otros, deberá afrontar el riesgo de que se reabran las viejas heridas.

El tercer grupo de la oposición será el del Bloque Nacionalista Galego, que por más que se haya salvado del desastre que le vaticinaban las encuestas, regresa al Parlamento con seis diputados, 12 menos que los que llegó a tener en sus mejores tiempos. Le queda al BNG el consuelo de haber consolidado el liderazgo de su portavoz nacional y candidata a la presidencia, Ana Pontón, en una formación política siembre bajo el control de la Unión do Povo Galego, pero los nacionalistas saben que, cuando se constituya el Parlamento, su discurso quedará necesariamente eclipsado por los de socialistas y En Marea.

Por lo demás, el 25 de septiembre borró del mapa a Ciudadanos, que perdió su oportunidad de entrar en el Parlamento y sigue en proceso de descomposición. Solo cuatro días después de las elecciones, el delegado en Galicia del partido naranja, Juan José Chouza, confirmaba que la dirección de la agrupación de Ourense, tercera ciudad de Galicia en número de habitantes, quedaba disuelta tras cuatro dimisiones de sus integrantes. En realidad, los abandonos se habían producido antes de las elecciones, pero la dirección de Ciudadanos decidió aplazar la noticia. No es la única ciudad gallega donde los de Albert Rivera se quedan sin agrupación, tras quedar en una situación similar las de Vigo, A Coruña y Ames, entre otras.

Foto: El presidente de Ciudadanos, Albert Rivera (c), la candidata a la presidencia de la Xunta, Cristina Losada (i), y el cabeza de lista por Ourense, Carlos Vázquez (d), durante el acto realizado en la Alameda de Ourense. (EFE)

El escenario allana el camino de una legislatura sin espinas para un PP con 41 diputados en un Parlamento de 75. En las filas populares gusta especialmente la situación de empate a diputados entre socialistas y En Marea, que hace esperar a sus dirigentes un mandato marcado por la competencia entre los partidos de la oposición. Aunque, de momento, estos parezcan más preocupados por los conflictos internos que en rivalizar con nadie.

Alberto Núñez Feijóo dijo que no quería ganar las elecciones por incomparecencia del rival, pero a nadie en el PP se le escapa que algo de eso ocurrió el 25-S. Transcurridas dos semanas desde las autonómicas gallegas, el panorama que se le abre al presidente de la Xunta en su tercer mandato está señalado por la obligatoria reconstrucción de sus opositores, que llegaron a las elecciones debilitados y salen de ellas con crisis en distintos grados: desde la guerra abierta en el PSdeG, solo comparable a la que se ha vivido en Ferraz, hasta la amarga victoria de En Marea, pasando por un Ciudadanos que desaparece del mapa político y un BNG eufórico por salvar los muebles.

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