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La política gallega mira de reojo a Madrid ante lo incierto de las elecciones autonómicas
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no habrá desbloqueo hasta el 25-S

La política gallega mira de reojo a Madrid ante lo incierto de las elecciones autonómicas

Rajoy espera una mayoría absoluta de Feijóo que debilite a Pedro Sánchez, mientras el líder socialista se la juega con Leiceaga

Foto: El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, aplaude a los asistentes al acto municipalista en el que ha participado en el castillo de Maceda, Ourense. (EFE)
El presidente de la Xunta, Alberto Núñez Feijóo, aplaude a los asistentes al acto municipalista en el que ha participado en el castillo de Maceda, Ourense. (EFE)

Feijóo podría haber sido ese “candidato viable” que este viernes reclamaba Albert Rivera si el calendario electoral, ese gran protagonista del año 2016, no hubiera conspirado en su contra. Pero el calendario es el que es, y el presidente de la Xunta centra ahora todas las miradas por razones distintas a su fallida sucesión. La política nacional hiberna hasta las elecciones gallegas y vascas del 25 de septiembre, con el reto de la tercera mayoría absoluta del presidente de la Xunta como gran apuesta. Si no la consigue, habría tiempo para ensayar en Galicia lo que reclamaba también el viernes el otro líder emergente, Pablo Iglesias: un Gobierno de izquierdas alternativo con nacionalistas incluidos.

Hay coincidencia general en que no habrá movimientos para desbloquear la situación política hasta la doble cita electoral del 25-S. Nadie quiere perjudicar a sus candidatos gallegos con alianzas o decisiones que podrían alterar el escenario de máxima incertidumbre que preside las autonómicas gallegas, en las que un punto porcentual puede marcar la diferencia entre la continuidad de Feijóo o un Gobierno alternativo. Si no lo impide una poco probable irrupción de Ciudadanos, muy castigado en Galicia por sus crisis internas, se trata de Feijóo o una coalición de PSOE, En Marea y el BNG, con una dura competencia entre los dos primeros por liderar la alternativa.

En esa pugna hay que buscar una parte de la explicación del “no es no” de Pedro Sánchez a Mariano Rajoy. Cualquier entendimiento con el PP, incluso para investir a un candidato alternativo que ya no sería Feijóo, hubiese sido un tiro en el pie para las aspiraciones del candidato socialista a presidir la Xunta, Xoaquín Fernández Leiceaga, que avanzan en paralelo a las del propio Sánchez de conservar el timón del PSOE. No en vano, uno de los principales aliados del secretario general es este PSdeG descabezado tras la dimisión de José Ramón Gómez Besteiro, que ha apostado por el continuismo con una gestora presidida por Pilar Cancela.

Si el PSOE evolucionase hacia el desbloqueo, las aspiraciones de Leiceaga se verían menoscabadas en la misma medida que se favorecerían las de En Marea, y no es lo mismo para los socialistas presidir el Gobierno gallego, por muy tripartito que este fuera, que formar parte de él como tercera fuerza política de Galicia. Nadie espera que ese movimiento de Sánchez, de producirse, se vaya a dar antes del 25 de septiembre.

Si Leiceaga resiste los embates de En Marea –el partido instrumental formado por las mareas locales, Podemos, Esquerda Unida y la nacionalista Anova– y logra suceder a Feijóo, Galicia podría convertirse en un banco de pruebas de una alternativa a la izquierda del PP. Si por el contrario no gobierna o se ve superado por En Marea, crecerá la presión de los críticos a Pedro Sánchez en ese comité federal que le espera a la vuelta del 25 de septiembre.

Lo primero que ha hecho Pedro Sánchez tras la sesión de investidura del viernes fue acudir a Galicia en auxilio de Leiceaga. Se presentó ante más de 2.000 simpatizantes en la Fiesta del Partido Socialista de Galicia en Oroso, cerca de Santiago, y envió un mensaje a “los partidos del cambio” para “poner fin al fracaso del Gobierno de Rajoy”. Sea con él mismo de presidente, sea con otro dirigente del PP –el secretario socialista se refirió en Oroso siempre a Rajoy, y no a su partido–, lo importante que para la campaña gallega tiene ese aviso es la apuesta por el entendimiento con las fuerzas situadas a la izquierda del PSOE, única vía previsible para desalojar a los populares de la Xunta si no revalidan la mayoría absoluta.

En Marea aspira a liderar el cambio y Rivera se desmarca ahora del PP para no castigar a su candidata gallega, la periodista Cristina Losada

Tan identificados están los objetivos de Sánchez y Leiceaga, que el primero ha respaldado el pulso de su candidato al poderoso alcalde de Vigo, Abel Caballero, ofendido por la inclusión en un puesto de salida de la lista de Pontevedra de su sobrino pero rival político, Gonzalo Caballero, por decisión directa de Ferraz.

Acostumbrado como está Rajoy a dejar que el paso del tiempo le resuelva los problemas, el parón por las autonómicas gallegas no le desagrada en absoluto, sobre todo si quien se la juega es Alberto Núñez Feijóo, una de las grandes amenazas a su liderazgo. Una derrota –es decir, una victoria insuficiente– supondrá el final de la carrera política del aún presidente de la Xunta, pero una victoria le vendría incluso mejor a Mariano Rajoy, que encontraría así un flanco por el que tratar de ablandar el rechazo de Pedro Sánchez en el mes largo que aún quedará de plazo tras las dobles autonómicas.

Rajoy piensa ya en clave gallega, al confirmar su presencia en el tradicional mitin de la plaza de toros de Pontevedra a la que es tan asiduo. El presidente en funciones estará el próximo sábado en un acto electoral que es considerado por el PP poco menos que un talismán para sus aspiraciones, y en el que ambicionan meter a 10.000 personas. Es la ciudad de Rajoy, la del puñetazo y el 'persona non grata', pero también la del grupo de amistades que lo ha rodeado a lo largo de su carrera política, a quienes ha recompensado con puestos de la máxima responsabilidad.

La asistencia de Rajoy al mitin pontevedrés confirma su implicación en la campaña de Feijóo, una campaña en la que el bloqueo de la política nacional le está sirviendo al candidato sus mensajes en bandeja de plata. Ya lo advirtió desde el mismo anuncio de la convocatoria de elecciones, cuando se postuló como garante de la “estabilidad” frente a la ingobernabilidad y el bloqueo. El hastío de los electores por las sucesivas investiduras fracasadas le permite reclamar una mayoría absoluta como solución a la gallega.

El rechazo que Feijóo provoca en la otra mitad del tablero político de Galicia ya la explotó Pablo Iglesias en el debate de investidura, cuando se refirió al presidente gallego como “el amigo de un narcotraficante”, en referencia a su amistad con Marcial Dorado. Pero Podemos no ha logrado convertirse en el motor de la alianza de fuerzas emergentes que aspira a liderar el cambio en Galicia, sino que, entre sus dudas y sus resistencias internas, se vio relegado a un papel secundario frente al resto de miembros de En Marea. El candidato de esta formación es Luis Villares, un juez propuesto por los alcaldes de A Coruña, Santiago y Ferrol.

Las encuestas publicadas sitúan a En Marea por delante de los socialistas, pero el ruido interno nubla las previsiones sobre quién será la segunda fuerza

En Marea dio el 'sorpasso' en Galicia en las generales de diciembre, pero no lo revalidó en las del pasado junio. Las pocas encuestas publicadas sitúan a esta nueva formación por delante de los socialistas, pero el ruido interno que afecta tanto a En Marea como al PSdeG nubla cualquier previsión sobre quién se convertirá en segunda fuerza política. En ese clima de encarnizada rivalidad, cualquier decisión que tome Pedro Sánchez en Madrid puede desnivelar la balanza en uno u otro sentido.

Alejado del tablero político nacional por primera vez en décadas el pasado diciembre, cuando perdió su representación en el Congreso, el BNG afila su discurso nacionalista para ofrecerse como única fuerza auténticamente gallega en las elecciones del 25 de septiembre. Es la única formación de la comunidad autónoma que estos días no mira con temor a lo que puedan hacer los dirigentes de su partido en Madrid, pero esa debilidad que es su insignificancia para la política nacional trata de convertirla en fortaleza su nueva portavoz nacional y candidata, Ana Pontón.

Con la colaboradora de 'Libertad Digital' Cristina Losada como candidata, Ciudadanos es la gran incógnita, pero quizá la clave de la solución definitiva al puzle del 25-S. Tras su acuerdo con el PP, Albert Rivera trata de auxiliar a sus compañeros de Galicia con su reclamación a los populares de un candidato “fiable” o al dar por caducado su acuerdo con Rajoy, pero las interminables crisis de Ciudadanos Galicia y el desastroso resultado obtenido en sus cuatro provincias en las últimas generales no invitan al optimismo. Si los votos que le arrebatará al PP, por pocos que sean, no se convierten en escaños, la reelección de Feijóo puede estar mucho más lejos.

Feijóo podría haber sido ese “candidato viable” que este viernes reclamaba Albert Rivera si el calendario electoral, ese gran protagonista del año 2016, no hubiera conspirado en su contra. Pero el calendario es el que es, y el presidente de la Xunta centra ahora todas las miradas por razones distintas a su fallida sucesión. La política nacional hiberna hasta las elecciones gallegas y vascas del 25 de septiembre, con el reto de la tercera mayoría absoluta del presidente de la Xunta como gran apuesta. Si no la consigue, habría tiempo para ensayar en Galicia lo que reclamaba también el viernes el otro líder emergente, Pablo Iglesias: un Gobierno de izquierdas alternativo con nacionalistas incluidos.

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