Pemex se va del puerto de A Coruña: 1.000 millones de euros para recolectar percebes
Sin oleoducto, sin tren, sin autovía y casi sin barcos, la evaporación de las inversiones de China y México pone en entredicho una obra multimillonaria realizada contra el criterio de los técnicos
De todas las obras faraónicas que proliferaron en la España de las vacas gordas, ninguna como la del Puerto Exterior de A Coruña. Los casi 1.000 millones de euros que lleva consumidos -600 más de los previstos- esperan nuevas remesas de dinero para convertirlo en mínimamente operativo, en una constante fuga hacia adelante que comenzó con Aznar, se consolidó con Zapatero y continúa con Rajoy. Se esperaba que los millones de Pemex y de la china Beijing 3E le diesen cierta utilidad a sus carísimos muelles, pero ambas inversiones están estancadas, si no descartadas, por lo que la única actividad realmente atractiva en la zona consiste en la extracción de percebes.
De forma sorprendente, el percebe crece con generosidad en la agreste Punta Langosteira (Arteixo), donde el mar bate con tanta fuerza que no fueron pocas las voces que advirtieron de las extraordinarias dificultades que planteaba la construcción y operatividad de un puerto. Y así, mientras las inversiones se escapan y las pruebas con barcos no incomodan a sus capitanes, distintas cofradías y empresas privadas se disputan los derechos para la extracción no solo de este crustáceo, sino de otras especies como nécoras, pulpo, sargos o lubinas que también proliferan en la zona. La Autoridad Portuaria, que arrastra una deuda de casi 300 millones de euros, se dispone a sacar a concurso el filón marisquero.
Pero los percebes son un consuelo muy menor para un puerto tan escaso de barcos como lo pueda estar de aviones el aeropuerto de Castellón, pero seis veces más caro. Y además, víctima del pinchazo de la burbuja inmobiliaria, ya que buena parte de su colosal presupuesto estaba previsto obtenerlo de la recalificación de los terrenos portuarios en pleno centro de A Coruña que se deberían liberar. Las reticencias del nuevo alcalde de A Coruña, Xulio Ferreiro, de la Marea Atlántica, a lo que ha tachado varias veces de pelotazo urbanístico, tampoco ayudan a despejar las dudas de la operación.
En ese difícil contexto, la Xunta de Alberto Núñez Feijóo lleva años implicada en la búsqueda de una solución a la inutilidad a la nueva infraestructura Arteixo. En 2012, año de elecciones autonómicas en Galicia, se anunciaron dos inversiones que deberían encauzar el futuro del proyecto. La primera de ellas se firmó en marzo en La Moncloa, en presencia de Rajoy y del presidente de la Asamblea Nacional Popular China, Wu Bangguo. Beijing 3E se comprometía a destinar 270 millones de euros para implantar una instalación industrial del sector energético en el recinto. La segunda la anunció Feijóo un mes más tarde, en un acto institucional con el director general de Pemex que fue retransmitido en directo por la televisión y la radio autonómicas, y que se concretó en agosto de ese mismo año, cuando se especificó que la petrolera mexicana instalaría en el puerto exterior su base logística para toda Europa, con una inversión de otros 58 millones.
Transcurridos cuatro años, no hay rastro de ninguna de las dos inversiones. Según denunció recientemente el PSOE, ambas se han esfumado. Los socialistas aseguran que Beijing 3Eha cancelado el contrato, mientras que la Autoridad Portuaria sostiene que “siguen las negociaciones”. En cuanto a Pemex, simplemente no hay noticias ni se esperan, sometida como está a los embates de la caída del precio del petróleo, y con unas pérdidas en 2014 de 17.900 millones de euros. Ya en febrero, la petrolera mexicana anunció un recorte en sus presupuestos de 2015 del 11,5%, un tijeretazo de 3.600 millones de euros. Las obras de su base en Galicia, en todo caso, deberían haber comenzado en 2013 y concluir al año siguiente.
Otro actor destacado en el batacazo del puerto exterior es Repsol, que genera el 75% de la actividad del puerto y representa el 60% de sus ingresos. En plena crisis del Prestige, las molestias y riesgos que genera su refinería en el corazón de la ciudad se utilizaron como argumento contra los opositores al puerto exterior, pero su traslado a Punta Langosteira se decidió sin el consentimiento de la multinacional energética. La compañía solicitó 210 millones de euros de compensación. En octubre de 2013 se acordó el trasvase del 60% de sus tráficos a cambio de un canon anual de 24 millones, pero la segunda fase está estancada, por lo que permanece paralizada la obra del imprescindible oleoducto para mover el petróleo, el que evitará el trasiego de petroleros por la ría hasta el centro urbano.
Pero al Puerto Exterior aún le queda pendiente otra obra no menos importante que el oleoducto: su conexión ferroviaria, valorada en 133 millones de euros. Para el Gobierno de Rajoy, el dilema no consiste en detener o continuar la sangría, sino de dónde obtener el dinero sin aumentar el déficit público. La opción prioritaria consiste en acudir a un fondo interportuario, pero éste se nutre de los beneficios de las autoridades portuarias, y la de A Coruña registra pérdidas de más de cuatro millones euros anuales.
Sin oleoducto, sin tren, sin autovía y prácticamente sin barcos, la evaporación de las inversiones de China y México pone en entredicho una vez más una obra multimillonaria, y que se realizó en contra del criterio de numerosos técnicos por la fuerza del mar y el enorme impacto ambiental. A falta de refinerías y bases logísticas, la extracción de percebes es el único uso incuestionable del puerto más caro de España.
De todas las obras faraónicas que proliferaron en la España de las vacas gordas, ninguna como la del Puerto Exterior de A Coruña. Los casi 1.000 millones de euros que lleva consumidos -600 más de los previstos- esperan nuevas remesas de dinero para convertirlo en mínimamente operativo, en una constante fuga hacia adelante que comenzó con Aznar, se consolidó con Zapatero y continúa con Rajoy. Se esperaba que los millones de Pemex y de la china Beijing 3E le diesen cierta utilidad a sus carísimos muelles, pero ambas inversiones están estancadas, si no descartadas, por lo que la única actividad realmente atractiva en la zona consiste en la extracción de percebes.