“El interés de Al Qaeda con el 11-M era condicionar a la opinión pública”
Fernando Reinares ha dedicado casi toda su vida profesional a estudiar el fenómeno terrorista. En esta entrevista desmenuza lo qué se sabe del 11-M
El profesor Fernando Reinares (Logroño, 1960) acaba de sacar un libro*. No es un libro cualquiera. Es, probablemente, el trabajo mejor documentado sobre un suceso transcendental en la historia de España: los atentados del 11-M, que no solamente provocaron un brutal daño a miles de familias, sino que, además, agrietaron la convivencia. Por eso, diez años más tarde, lo que reivindica Reinares es que este país aprenda de los errores cometidos y huya de la polarización social en cuestiones de Estado, como el terrorismo. Su impresión es que se sabe casi todo de lo que pasó, pero no se investigaron suficientemente las ramificaciones internacionales del 11-M. Sin duda, porque existía un riesgo cierto de desligitimación del poder político.
PREGUNTA. Para hablar del pasado, paradójicamente, tal vez sea mejor empezar por el futuro. ¿Existen probabilidades reales de que vuelvan a producirse en España atentados terroristas similares a los del 11-M?
RESPUESTA. Desde luego es más difícil que se repitan, pero no es improbable. Estuvo a punto de ocurrir en Barcelona en enero de 2008, aunque es verdad que es indudable que las circunstancias que facilitaron que los terroristas completaran con éxito sus planes ahora no existen.
España, como el resto de países, cuenta hoy con mejor inteligencia, mejor coordinación y, sobre todo, con mayor colaboración en el ámbito internacional. Pero claro, también los terroristas se adaptan. Hoy ya no tenemos células yihadistas sometidas a una determinada jurisdicción estatal, sino que están constituidas por miembros que viven en países distintos y que van transitando continuamente de un sitio a otro para hacer más difícil su localización. Pero la seguridad total es imposible garantizarla.
P. ¿Y por qué no atentan?
R. Porque los terroristas están ahora concentrando sus fuerzas en determinadas zonas del mundo donde tienen expectativas fundadas de imponer con éxito sus planteamientos. Eso quiere decir, fundamentalmente, Afganistán, Siria o la zona norte de Mali. El problema es que a esas zonas acuden individuos radicalizados y educados en nuestras sociedades. Algunos pueden morir abatidos, pero otros pueden regresar con mucha experiencia y gran capacidad teórica después de pasar por campos de entrenamiento.
P. ¿Qué falló para que se produjera el 11-M?
R.- Hablar de fallos siempre es un poco delicado. Si fue posible que se salieran con la suya, como ocurrió en Londres o EEUU, fue porque se dieron circunstancias particularmente propicias. Si uno lee los programas electorales con que se presentaron los partidos a las elecciones de 2004, nos quedaríamos sorprendidos. Todavía hoy llama la atención la ignorancia con que se acogieron las operaciones policiales previas al 11-M. En parte se entiende, porque lo que nos preocupaba entonces era el terrorismo que conocíamos, el terrorismo de ETA. Pero lo cierto es que la legislación antiterrorista que teníamos entonces permitió que algunos de esos individuos que pertenecían a redes no fueran detenidos o encarcelados previamente.
P. ¿Pero qué pudo fallar?
Voy a decir algo sin ánimo de crear polémicas. Si las unidades de la Guardia Civil de tráfico ilícito de explosivos y de drogas y la Comisaría General de Información hubieran compartido a tiempo su información, todo hubiera podido ser distinto. Porque así es como se financió el 11-M: con drogas
R. Voy a decir algo sin ánimo de crear polémicas. Si la unidad de la Guardia Civil dedicada al tráfico ilícito de explosivos hubiera compartido a tiempo su información con la unidad que dentro de la propia Guardia Civil llevaba el seguimiento del tráfico ilícito de drogas, y a su vez esa información se hubiera intercambiado con la que tenía la Comisaría General de Información que continuaba investigando el sumario de la ‘Operación Dátil’, que estaba a punto de concluir, todo hubiera podido ser distinto. Porque así es como se financió el 11-M: con drogas.
P. ¿Cuándo comienza a configurarse el 11-M?
R.- En marzo de 2002, cuando algunos de los individuos que participan en los atentados se van a vivir a la misma casa para recomponer lo que queda de la célula de Abu Dahdah. Algunos terroristas quedaron libres e, incluso, el día 10 de marzo de 2004, un día antes de los atentados, llegó a la Comisaría General de Información una comisión rogatoria, pero ya era tarde.
La segunda fecha es un poco antes, en febrero de 2002, cuando en una reunión en Estambul se decide atentar una vez que tras la invasión de EEUU muchos yihadistas tienen que salir de Afganistán. Y el tercer componente se produce en 2003, cuando sale inesperadamente de una prisión marroquí Jamal Ahmidan ‘El Chino’ y comienza a reunir a sus adeptos. ‘El Chino’ es quien asume la dirección y la financiación de los explosivos, que inicialmente iba a ser TATP, un explosivo químico que hay que producir, por lo que su fabricación tiene mayor riesgo que la dinamita.
P. ¿Cuánto costó montar los brutales atentados?
R.- Los atentados costaron 105.000 euros en explosivos, alquileres, etc. Esto sin contar los viajes. Pero hay que tener en cuenta que disponían de financiación para diez atentados más.
P. ¿Si todo parece tan claro, por qué tanta polémica?
R.- La sociedad española vivió el 11 de marzo como un atentado aparentemente surgido de la nada. Y entonces las interpretaciones de algo tan excepcional derivaron en una doble dirección. La primera venía a decir: ha sido ETA; la segunda, esto ha sucedido porque estamos en Irak.
Pero lo importante es que la sociedad española era muy poco consciente de que el terrorismo islamista existía, y que España había sido desde mediados de los años 90, junto a Francia y el Reino Unido, uno de los tres países europeos en los que más detenciones había habido. Y el país donde se había desmantelado no la célula más conocida, pero sí la más extensa y con más conexiones. Los españoles no sabían, por ejemplo, que Mohamed Atta (cabecilla del 11-S) había estado en España. Pese a ello, se sacaron conclusiones muy rápidas que acabaron con una enorme disputa política. Lo más fácil para la estructura mental que tenían entonces los españoles era que había sido ETA.
P. ¿Por qué el 11-M y no el 10-M o el 12-M?
R.- Eso no lo sabemos seguro. Pero sí conocemos que lo que sale al final en el 11-M lo decide un individuo, el marroquí Amer Azizi [fugado de la policía española], que acababa de perder su célula [la de Abu Dadah]. Por lo tanto, no son atentados que decide la propia Al Qaeda. Pero resulta que este individuo posteriormente alcanza un puesto como número dos de los comandos operativos de la organización.
Cuando se decide atentar en España, los planes ya estaban en curso. Sólo faltaba incorporar a algunos elementos de la delincuencia común. Eran tres grupos, los individuos relacionados con la célula de Abu Dahdah, las estructuras europeas del Grupo Islámico Combatiente Marroquí, y alrededor de diez marroquíes residentes en España metidos en la delincuencia común.
Son los dirigentes de Al Qaeda quienes finalmente aprueban la operación porque entienden que encaja en su estrategia general, valorando que generaría tensiones en el Gobierno y en la sociedad aprovechando la guerra de Irak.
Los atentados no surgen, por lo tanto, de Al Qaeda, sino que los acaba utilizando como un pretexto. Sabemos que como muy tarde el 18 de octubre de 2003 -unos cinco meses antes de los atentados- se aprueba la operación. Pero teniendo en cuenta que entonces la comunicación se hacía por correos humanos, es probable que la decisión se tomara a finales del verano.
Mi hipótesis es que la aprobación de los atentados por parte de Al Qaeda introduce posiblemente cambios simbólicos: alta letalidad; cuatro trenes, como los cuatro aviones del 11-S; el día 11, como en los atentados de Nueva York y Washington, etc. Se trataba de dar elementos que pudieran asociarse inmediatamente a Al Qaeda. Incluso habían alquilado ya una casa muy cerca de la Alhambra, el lugar más emblemático de su visión de Al-Ándalus.
P. Hay cierta polémica sobre el material explosivo utilizado. ¿Le queda alguna duda?
En todos los lugares en los que hubo deflagración no hay ninguna duda de que hay restos de la dinamita sustraída de las minas asturianas. Existen evidencias extraordinarias y no hay nada más que decir
R.- En todos los lugares en los que hubo deflagración no hay ninguna duda de que hay restos de la dinamita sustraída de las minas asturianas. Hay otro tipo de componentes siempre en cantidades inferiores al 1%. Es decir, que en todos los focos hay residuos compatibles en más del 99% con la dinamita procedente de Asturias. Existen evidencias extraordinarias y no hay nada más que decir. No hay que olvidar que algunos de los individuos del 11-M habían estado en campos de entrenamiento en Afganistán, y por lo tanto sabían manipular explosivos.
P. ¿Es verdad que los trenes se achatarraron demasiado pronto?
R.- La toma de muestran se hizo correctamente. Y los trenes fueron destruidos muchos años después, no creo que se hiciera algo irregular.
P. ¿Qué nos falta por conocer del 11-M?
R.- Posiblemente, nos faltan por conocer las conexiones internacionales. Pero en su momento alguien pensó que esa investigación podía incomodar a quienes involuntariamente se beneficiaron electoralmente de los atentados del 11-M. Si se hubiera demostrado alguna estrategia de Al Qaeda esto hubiera afectado a la legitimidad del nuevo Gobierno nacido el 14 de marzo.
Lo que hay que tener claro es que la preparación de los atentados se ejecutó antes de una circunstancia sobrevenida, como fue la convocatoria de las elecciones generales. Y ellos eran conscientes de que se trataba de aprovechar al máximo el proceso político inmediatamente posterior. Por eso, reclamaron la autoría el mismo día 15 mediante un comunicado [un día después de las elecciones] algo inusual. Y diciendo: ‘los españoles se han comportado del modo que queremos, y además ahora proponemos una tregua’. Pero es que, además, la célula local de Al Qaeda no tenía por qué haber emitido un mensaje propio, pero lo hizo al atardecer del 13 de marzo, unas horas antes de las elecciones.
¿Qué se pretendía? Vinieron a decir: “Nosotros no teníamos que hacer esto [reivindicar los atentados tan pronto], pero como ustedes están enzarzados en quién es o quien ha dejado ser, les recordamos que se lo han dicho ya [reclamación anterior], y lo recordamos a unas horas de las elecciones. Hay que decir que probablemente fuera una decisión local con mucho riesgo.
Es verdad, sin embargo, que todavía no sabemos algunas cosas del 11-M. Yo puedo hablar de 27 individuos que pertenecían a la red que participó de una u otra forma en los atentados. Hay otro individuo que huyó de Madrid a Pamplona y luego a Italia, y de allí a Afganistán. Tampoco sabemos lo que otros países de nuestro entorno pudieron conocer y no transmitieron. Varios de los individuos del 11 de marzo transitaban asiduamente por Reino Unido, Italia, Francia y Marruecos.
P. Es decir, ¿que se pretendía influir en las elecciones?
R. El interés estratégico de Al Qaeda era, ante todo, una vez hecho suyo el plan de atentar en España, condicionar a nuestra opinión pública, a fin de decidir sobre las decisiones gubernamentales en política exterior, independientemente de que hubiese elecciones generales.
P. ¿Cuál es el peligro para España en estos momentos desde el punto de vista del terrorismo islamista?
R. Como ha sucedido en Francia y otros países, el problema son las segundas generaciones de inmigrantes, que se mueven en un terreno mucho más radical. Las cárceles son, en este sentido, un ámbito de radicalización, pero en España el primer lugar siguen siendo los domicilios privados, al contrario que en el Reino Unido.
*¡Matadlos! Fernando Reinares. Galaxia Gutemberg Círculo de Lectores.
El profesor Fernando Reinares (Logroño, 1960) acaba de sacar un libro*. No es un libro cualquiera. Es, probablemente, el trabajo mejor documentado sobre un suceso transcendental en la historia de España: los atentados del 11-M, que no solamente provocaron un brutal daño a miles de familias, sino que, además, agrietaron la convivencia. Por eso, diez años más tarde, lo que reivindica Reinares es que este país aprenda de los errores cometidos y huya de la polarización social en cuestiones de Estado, como el terrorismo. Su impresión es que se sabe casi todo de lo que pasó, pero no se investigaron suficientemente las ramificaciones internacionales del 11-M. Sin duda, porque existía un riesgo cierto de desligitimación del poder político.
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