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¿Fue peligroso ir a votar? 24 horas con un medidor de CO₂ en un colegio electoral de Barcelona
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ELECCIONES EN TIEMPOS DE PANDEMIA

¿Fue peligroso ir a votar? 24 horas con un medidor de CO₂ en un colegio electoral de Barcelona

Las elecciones del pasado domingo estuvieron envueltas en paranoia y preocupación. Medimos con un sensor si las condiciones eran seguras para evitar contagios múltiples

Foto: Una mujer, equipada con EPI en las mesas electorales del Polideportivo Municipal de la España Industrial de Barcelona. (EFE)
Una mujer, equipada con EPI en las mesas electorales del Polideportivo Municipal de la España Industrial de Barcelona. (EFE)
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Las catalanas no son las primeras elecciones que se celebran en esta pandemia, pero nunca antes habíamos ido a votar con una incidencia y tasa de hospitalización tan alta. Mientras gallegos y vascos se acercaron a las urnas el pasado verano con una incidencia de menos de 10 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, los catalanes acudieron a elegir a sus representantes con una incidencia de 391.

Sin embargo, la celebración de esta jornada electoral estuvo en el aire hasta finales de enero por la falta de garantías que suscitaban los comicios. Tuvo que ser el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña el que apuntalara el 14 de febrero como fecha definitiva.

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Hay precedentes cercanos que invitan a pensar que ir a votar en esta pandemia no tiene por qué ser una actividad de riesgo. Por ejemplo, Portugal celebró sus elecciones presidenciales el pasado 24 de enero con una incidencia nacional de 1.497 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en 14 días, según datos del ECDC. La Generalitat dispuso un protocolo con recomendaciones para separar en diferentes franjas horarias a los ciudadanos más vulnerables de las cerca de 95.000 personas con peligro, por positivo confirmado o en cuarentena por contacto con ellos. También proporcionó mamparas y EPI a los miembros de cada una de las más de 9.000 mesas. ¿Fue suficiente?

Para comprobar si acudir a las urnas significa exponerse a un mayor riesgo de contagio, instalamos un detector de CO₂ en el colegio electoral ubicado en el Institut Caterina Albert, un centro de educación secundaria del barrio barcelonés de Camp de l'Arpa del Clot. Este medidor Aranet de sensor infrarrojo no dispersivo —gracias a Joan Talarn, profesor en el centro, por su ayuda— estuvo instalado a una altura de dos metros y a cierta distancia de la mesa, por lo que es representativo del aire que respiraron las personas que acudieron a votar allí.

Como ya explicamos en este reportaje, la concentración de CO₂ en interiores no evita los contagios por sí misma, pero tiene una fuerte correlación con los eventos de supercontagio: en aquellos sitios donde el aire está más viciado, la respiración de un contagiado con SARS-CoV-2 en fase infectiva es potencialmente capaz de alcanzar a muchas más personas. Lo ideal es que en interiores se mantenga siempre por debajo de 800 partes de CO₂ por millón, un límite que se traduce en que, con esa concentración, un 1% del aire que inhalamos ya habría sido exhalado por otra persona.

En este colegio electoral, la concentración entre las nueve de la mañana y las ocho de la tarde osciló entre las 488 (a las 15:49) y las 614 (a las 9:21) partes por millón de CO₂, por lo que el riesgo en general para el votante fue muy bajo. Mucho más, teniendo en cuenta que cada uno pasó en el recinto un espacio muy breve de tiempo. Para los miembros de la mesa, el riesgo es algo mayor, por el tiempo que permanecieron en el interior de la sala, pero la calidad del aire no invita a pensar en riesgos por la exposición con los votantes. Durante la fase más crítica, de siete a ocho de la tarde, en la que se recomendó votar a los positivos y sospechosos, la concentración se mantuvo especialmente baja.

placeholder Miembros de las mesas de votación se colocan los trajes de protección EPI en el colegio electoral de las Cotxeres de Sants. (EFE)
Miembros de las mesas de votación se colocan los trajes de protección EPI en el colegio electoral de las Cotxeres de Sants. (EFE)

Curiosamente, la gráfica permite apreciar también qué sucedió en cuanto se cerraron las puertas de los colegios: la concentración de CO₂ se disparó súbitamente. A las 20:01 se registraban en el colegio 509 ppm de CO₂, cantidad que aumentó hasta las 604 ppm dos horas más tarde. Como referencia, durante todo el lunes siguiente, día en que el instituto permaneció cerrado, la concentración de dióxido de carbono en el recinto se mantuvo la mayor parte del tiempo entre 480 y 500.

Las catalanas no son las primeras elecciones que se celebran en esta pandemia, pero nunca antes habíamos ido a votar con una incidencia y tasa de hospitalización tan alta. Mientras gallegos y vascos se acercaron a las urnas el pasado verano con una incidencia de menos de 10 nuevos casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, los catalanes acudieron a elegir a sus representantes con una incidencia de 391.

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