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Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada comunidad autónoma
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"Todavía no estamos en la desescalada"

Así evoluciona la curva del coronavirus en España y en cada comunidad autónoma

Si en los primeros días de la crisis sanitaria se ponía el foco en la cifra total de contagios, ahora se imponen como indicadores el ritmo al que crecen los positivos y las muertes diarias

Foto: Representación del coronavirus frente a una curva de contagios. (iStock)
Representación del coronavirus frente a una curva de contagios. (iStock)

Doblegar la curva se ha convertido en el mantra de la lucha contra el coronavirus. Si en los primeros días de la crisis sanitaria la atención se centraba en las cifras de contagios que registraba cada territorio, una vez descontrolada la transmisión del SARS-CoV-2 se imponen como indicadores más fiables el ritmo al que crecen las infecciones y el aumento diario de muertes. Sólo atendiendo a estos dos parámetros es posible analizar con precisión qué medidas resultan efectivas y por qué la enfermedad causa más estragos en algunas regiones que en otras.

La teoría es simple. Si las medidas de contención decretadas por el Gobierno hicieron efecto, hace unas semanas se alcanzó el punto máximo de la transmisión y ahora la curva se "ralentiza", en palabras del ministro de Sanidad, Salvador Illa. No obstante, la máxima autoridad sanitaria advierte de que "todavía no estamos en una fase de desescalada". "Los datos muestran que estamos cumpliendo nuestros objetivos, pero permanecemos en una fase dura de la pandemia", matizaba el pasado 12 de abril.

"Las comunidades autónomas empiezan a ver una bajada en la presión de los hospitales", aunque se produce "despacio", de acuerdo con la directora adjunta del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, María José Sierra. "Hemos observado dos cambios importantes en la tendencia: uno el 25 de marzo y otro el 3 de abril", trasladaba en una de sus ruedas de prensa diaria la portavoz de Sanidad, que ya vislumbra una "tendencia descendente", pese a que no se produce al mismo ritmo en todas las regiones.

Madrid y Cataluña son las comunidades autónomas más afectadas por la pandemia. En la región donde se sitúa la capital se han registrado 57.997 casos hasta la fecha, mientras que las autoridades sanitarias de la Generalitat han detectado 43.112 positivos. Por detrás se encuentran Castilla-La Mancha (17.045), Castilla y León (16.259), País Vasco (12.810), Andalucía (11.477) y Comunidad Valenciana (10.084). Murcia y Cantabria resisten como los territorios peninsulares menos afectados.

Foto: El Ejército, desplegado en el Aeropuerto del Prat para desinfectarlo de coronavirus. (EFE)

Si se pondera la cifra de infectados en función de la población, La Rioja tiene la tasa más alta, con más de 1.187 casos acumulados por cada 100.000 habitantes. Allí se sitúa Haro, una localidad convertida en uno de los primeros focos de la enfermedad en el país después de que parte de sus 12.000 habitantes regresaran contagiados de un funeral en Vitoria. Precisamente, País Vasco tiene una de las ratios más altas (580), aunque superada por la Comunidad de Madrid (870), Castilla-La Mancha (838), Navarra (730) y Castilla y León (677).

A la cabeza en sanitarios contagiados

Cuando el Ejecutivo español aprobó medidas drásticas como la restricción de movimientos ya iba 11 días tarde con respecto al momento en que reaccionaron, con los mismos contagiados, China o Corea del Sur. El gigante asiático decidió cerrar la ciudad de Wuhan, epicentro del brote, desde el momento en que se acercaba a los 500 contagios; y 48 horas después extendía el confinamiento a más urbes de la provincia de Hubei. Su vecino tomó el mismo camino: cuando apenas contaba 150 casos confirmados, cerró espacios públicos en Seúl y recomendó salir de casa sólo para lo indispensable.

Si se pone el foco en los países europeos, España inició el confinamiento con 4.231 casos notificados y 120 muertes, mientras que Italia lo hizo apenas cinco días antes, cuando ya contaba 7.375 contagiados y 366 defunciones, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Tampoco salen bien parados en la comparativa Francia, que hizo lo propio con 6.573 casos y 148 muertes; ni Reino Unido, que instó a quedarse en casa cuando ya había 5.687 infectados y 281 muertos. El Gobierno alemán fue el último en ordenar un encierro estricto, pues hasta que no hubo más de 21.000 contagiados —aunque apenas 67 muertos— se limitó a reforzar las medidas de distanciamiento social.

La curva española de muertes llegó a ser la más alta del mundo, con 881 fallecimientos registrados en un solo día, cifra que no alcanzó China en los peores momentos del brote y a la que Italia ni siquiera ha llegado. Pero desde que se alcanzó ese pico el pasado 2 de abril, la tendencia a la baja ha sido tan aguda que la nación transalpina vuelve a estar por encima. Estados Unidos se sitúa ahora a la cabeza, con un récord de 3.027 muertos al día, mientras que Francia ha llegado a registrar más de 1.000 en la jornada 34 y Reino Unido lucha por estabilizar este indicador, que tiene su máximo en 912 decesos.

Quizás el dato más alarmante es que el personal sanitario representa en torno al 15% de los contagiados, lo que supone una tasa muy superior a la del resto de países afectados. Los registros nacionales están seis puntos porcentuales por encima de los de Italia, donde el asunto se ha convertido en una de las polémicas nacionales; e incluso superan en términos absolutos los de China. Después de afirmar con rotundidad que todos los sanitarios en contacto con algún compañero contagiado se sometían a las pruebas pertinentes, Simón terminó reconociendo que "sería necesario hacerles pruebas con más frecuencia en muchas situaciones".

Doblegar la curva se ha convertido en el mantra de la lucha contra el coronavirus. Si en los primeros días de la crisis sanitaria la atención se centraba en las cifras de contagios que registraba cada territorio, una vez descontrolada la transmisión del SARS-CoV-2 se imponen como indicadores más fiables el ritmo al que crecen las infecciones y el aumento diario de muertes. Sólo atendiendo a estos dos parámetros es posible analizar con precisión qué medidas resultan efectivas y por qué la enfermedad causa más estragos en algunas regiones que en otras.

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