"No aguanto más": Mazón trasladó a Feijóo su renuncia el día después del funeral de la dana
El líder del PP ya había decidido comunicar a Mazón que no sería el candidato en 2027, pero los acontecimientos se precipitaron la semana del aniversario. El valenciano informó a Feijóo de que conservaría el aforamiento
El presidente de la Generalitat, Carlos Mazón. (Europa Press/Rober Solsona)
El histórico trauma del PP en la Comunidad Valenciana abrió este lunes un nuevo capítulo. Las heridas de la crisis de Francisco Camps o de Rita Barberá siguen sin cicatrizar décadas después en un partido que ahora debe resolver otro "agujero negro", el de la ausencia de Carlos Mazón durante las trágicas inundaciones que hace un año dejaron 229 fallecidos en Valencia. 370 días ha tardado el presidente de la Generalitat en presentar su dimisión, un destino que ya estaba escrito y que Mazón puso en conocimiento de Feijóo el pasado jueves, un día después del doloroso funeral de Estado por las víctimas del 29-O.
Tras la mortal dana de octubre de 2024, el presidente de la Generalitat optó por aferrarse al cargo. De poco o nada sirvieron los toques de atención que llovían desde la cúpula nacional, con un Feijóo que reconoció abiertamente que Mazón "no estuvo a la altura" o que incluso le vio "noqueado" en los primeros compases de la crisis. Génova no actuó en primera instancia por varios motivos: el primero, la negativa a perder el "relato" frente a Sánchez, al que también responsabilizan de la tragedia; el segundo, la dificultad de mover la silla a un líder que no quería abandonarla; y el tercero, el atolladero en la elección de un relevo por la incógnita del apoyo de Vox.
El problema para Feijóo es que, un año después, esos obstáculos permanecían prácticamente intactos. Y la salida de Mazón se ha precipitado, a juicio de distintas voces en el partido, "demasiado tarde". Todo este tiempo tampoco ha servido para atar la carta de la sucesión. El PP no tiene garantizado el apoyo de Vox para activar una presidencia interina hasta 2027 con la que evitar elecciones, y que todo apunta a que recaerá en el secretario general del PPCV, Juanfran Pérez Llorca. Lo único que sí había cambiado era la predisposición del presidente de la Generalitat a dar, ahora sí, un paso al lado.
Fuentes de Génova aseguran que Alberto Núñez Feijóo había decidido semanas atrás comunicar a Carlos Mazón que no repetiría como candidato en las próximas elecciones autonómicas. Que su rehabilitación política era imposible. Pretendía trasladarle ese mensaje en una reunión que ambos tenían agendada para el 7 de noviembre. El objetivo de la cita era el de "hacer balance" un año después de las inundaciones. No aclaran si la intención del líder del PP era que el presidente de la Generalitat comunicase también públicamente que no intentaría un segundo mandato y calmar las aguas sobre su salida, como pedían en amplios sectores del partido.
El plan inicial de Feijóo pasaba por dejar caer al presidente de la Generalitat, sí, pero a través de una transición tranquila. Mazón agotaría la legislatura, asumiría todo el desgaste y el partido anunciaría un nuevo cartel electoral a través de un congreso regional meses antes de que se abriesen las urnas, previstas para mayo de 2027. Pero todo cambió la semana del aniversario de las riadas. La tensión social no dio una tregua y demostró, a través de multitudinarias manifestaciones, que el dolor y la rabia seguían tan vigentes como el primer día. El runrún sobre activar la salida de Mazón volvió a instalarse en el PP. Y algo comenzó a moverse.
Tras un fin de semana de presión y con un malestar creciente por el doloroso recuerdo de la tragedia, Génova desayunó el 27 de octubre con el enésimo giro de tuerca en las versiones sobre el paradero de Carlos Mazón durante las horas críticas del 29-O. El jefe del Consell acompañó a Maribel Vilaplana hasta el parking en el que había dejado su coche el día de la dana tras su larga comida en El Ventorro. La incógnita sobre qué hizo el presidente valenciano entre las 18:45h y el momento en que llegó a su despacho en el Palau seguía en el aire. Y las alarmas volvieron a encenderse en el PP.
El nerviosismo ante la declaración judicial de la periodista, que se ha producido este 3 de noviembre, comenzó a escalar en el PP. Su testimonio, junto al cruce de llamadas con Salomé Pradas aquella fatídica tarde complicaban aún más la situación de Carlos Mazón, y en consecuencia la de Alberto Núñez Feijóo. El líder del PP empezó a soltar lastre el 28 de octubre. Ante los medios de comunicación, marcó distancia. Pidió al "señor Mazón" que diese "explicaciones" y todas las "respuestas" respecto a su paradero. Al president se le daba ya por sentenciado. La duda residía en el cuándo y en el cómo.
El shock del funeral de Estado por las víctimas de la dana terminó acelerando el relevo. Y no hubo que esperar al 7 de noviembre para comenzar a atajar la situación. Según trasladan fuentes de Génova, el 30 de octubre Mazón telefoneó a Feijóo para trasladarle que "no aguantaba más". El presidente de la Generalitat se había roto y la presión de su entorno familiar jugó un papel decisivo en su deseo de abandonar definitivamente la jefatura del Consell. Según esta versión, no fue el líder del PP el que le pidió la dimisión. Ambos quedaron en mantener el contacto el resto del fin de semana para "reflexionar" sobre la mejor salida a la crisis.
El runrún sobre el eventual abandono de Mazóncomenzó a correr por las filas de los conservadores. El viernes 31 de octubre se produjo otro movimiento que cogió a Génova con el pie cambiado. El viernes, los tres líderes provinciales de la Comunidad Valenciana pactaron un nombre de consenso como futuro candidato para marcar el paso a Feijóo. Génova siempre se inclinó por María José Catalá como eventual cabeza de cartel, un nombre que genera reticencias en el PPCV, donde apuestan por Vicente Mompó.
La dirección del PP desmiente que la cúpula regional informase a Feijóo o a Tellado del movimiento de impulsar a Mompó, lo que denota malestar por una operación que, tras trascender a los medios, terminó elevando el nerviosismo de la formación a su cota máxima. "Es un error de libro", trasladaban fuentes cercanas al presidente nacional. "Hablar de un candidato en un contexto en que no se estaban planteando elecciones no tiene ningún sentido", se quejan en Madrid. La revuelta de los coroneles del PP alicantino contaminó la negociación del fin de semana para orquestar la salida.
Llegados a este punto de ruido y tensión, la única vía posible era la dimisión. Y la solución menos dañina para el PP, donde veían la apertura de urnas como "un sucidio", era la de intentar convencer a Vox para alumbrar una presidencia interina. La maniobra del PPCV enfundó a Génova en el manto de la desconfianza hacia una cúpula continuista liderada por Juanfran Pérez Llorca, mano derecha de Carlos Mazón, aunque es la opción con más papeletas en estos momentos. Pero si hay elecciones, sean en unos meses por la falta de acuerdo con Abascal o en año y medio, Génova se reserva la potestad de elegir candidato. O candidata.
Feijóo y Mazón mantuvieron "varias conversaciones" telefónicas a lo largo de todo el domingo. El valenciano pidió al gallego aplazar la comparecencia y anunciar su dimisión al lunes. El líder del PP accedió, a pesar de que la dimisión contaminaría el foco que Génova quería poner en el arranque del histórico juicio contra el fiscal general del Estado. También le trasladó su intención de mantener el acta de diputado, y, por tanto, el aforamiento que le blinda ante la jueza de Catarroja, decisión que Génova avala. Fuentes del PP aseguran que esa negociación para elegir el modelo de sucesión estuvo marcada por la tensión, aunque al final hubo acuerdo.
Tras un año de crisis y de desgaste, Carlos Mazón firmó su escrito de renuncia a las 14:51h del lunes 3 de noviembre. Génova respira, aunque no por mucho tiempo. El vértigo a la negociación con Vox y a un posible adelanto electoral en primavera es elevado. En el PP asumen que, hoy por hoy, el "desgaste demoscópico" y "social" les hace querer evitar a toda costa las urnas. A ello se sumaría una eventual lucha de poder por el liderazgo en la Comunidad Valenciana. No hay mimbres para el optimismo si hay elecciones. Pero la pelota está en el tejado de Santiago Abascal.
El histórico trauma del PP en la Comunidad Valenciana abrió este lunes un nuevo capítulo. Las heridas de la crisis de Francisco Camps o de Rita Barberá siguen sin cicatrizar décadas después en un partido que ahora debe resolver otro "agujero negro", el de la ausencia de Carlos Mazón durante las trágicas inundaciones que hace un año dejaron 229 fallecidos en Valencia. 370 días ha tardado el presidente de la Generalitat en presentar su dimisión, un destino que ya estaba escrito y que Mazón puso en conocimiento de Feijóo el pasado jueves, un día después del doloroso funeral de Estado por las víctimas del 29-O.