La escritora olvidada que resurge con la novela sobre la primera gran riada de Valencia
La editorial Drassana reedita en valenciano 'El río viene crecido', de Maria Beneyto, en torno a las inundaciones del 49 y el 57 y con prólogo de Rafa Lahuerta, cuyo último libro se salvó de la dana por una decisión del repartidor
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La literatura y la tragedia suelen llevarse mejor en la distancia. A menudo la primera necesita dejar reposar la segunda; se escribe no palpando la herida, sino la cicatriz. En otras –pocas– ocasiones, para regocijo de conspiranoicos, una novela anticipa accidentalmente un suceso terrible en similares circunstancias. En las ocasiones más extrañas, la catástrofe real y su fantasma literario se encuentran en la misma vereda.
En el verano de 2024, la editorial valenciana Drassana estaba preparando dos lanzamientos, dos novelas de autoría diferente y separadas por más de seis décadas. El más extraño de los dos libros, por formar parte del linaje de las novelas olvidadas, llevaba la firma de Maria Beneyto, excepcional autora valenciana que gozó de popularidad durante buena parte de su vida, sobre todo como poeta, si bien una capa de ostracismo cubrió su trayectoria en sus últimos años y tras su muerte, en 2011.
Este año, para revindicar su legado, la Acadèmia Valenciana de la Llengua la nombró escritora del año. "Buscando obras que reeditar sobre ella me encontré El río viene crecido, una novela que habla de lo que nadie había escrito: la riada del 57 y, más importante todavía, la del 49", explica Carme Manuel, académica, presidenta de la Comisión de la Escritora del Año y, sí, rescatadora de aquella novela que ya solo existía en alguna librería de viejo.
Manuel, hija del trauma de quien crece escuchando en casa las historias de una catástrofe como fue la crecida del Túria de 1957, se propuso devolver al presente aquel relato, con el apoyo de la Acadèmia, de la Institució Alfons el Magnànim y de la editorial Drassana, dándole una nueva vida, esta vez en valenciano: El riu ve crescut.
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La novela aborda la vida de diferentes personajes que viven en la miseria de una ciudad que se aposta poblados de chabolas a orillas del río. Las dos crecidas del Túria perfilan la trama de tono costumbrista. Con crudeza describe la autora en su primera página el "poblado de Nazaret, mísero y sórdido de día" y con "un curioso aspecto de ente embrionario, a medio hacer, como si se hubiera quedado en un feto que no hubiera crecido más allá de aquella caducidad ruinosa que todos conocían".
"¿De dónde salía un libro así? ¿Cómo me había podido pasar inadvertida una novela de esta magnitud? ¿Cómo era posible que alguien fuera capaz de trenzar un relato tan poderoso apenas dos años después de la riada de 1957? ¿Quién fue Maria Beneyto?". Todas esas preguntas se las hace el prologuista de la reedición y, además, autor de la otra novela que se cruza en esta historia. Es Rafa Lahuerta, uno de los escritores valencianos más celebrados en los últimos años tras su éxito con Noruega, considerada por muchos la gran novela contemporánea de la ciudad de Valencia.
"El profeta del Túria navegable", lo describieron sus propios editores, también de Drassana, en la sinopsis de la obra que completa el relato de Noruega. Se trata de la reciente La promesa dels divendres, en la que el autor reincide en un momento dado en la visión de un río desbordado, de barrios secos y céntricos convertidos en distritos portuarios, en la torre del Miguelete como un faro.
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Toda esta literatura fluvial con sus evocaciones del desbordamiento, onírico en La promesa dels divendres y real en El riu ve crescut, era la que estaba cobrando forma en Drassana en el verano de 2024.
Ambas obras eran parientes temáticamente y si Lahuerta prologó la reedición de Beneyto es porque, como apunta la traductora Carme Manuel, "es de los poquísimos que habían leído a día de hoy esta obra".
¿Quién fue Maria Beneyto?, se pregunta el escritor. Antes de ser una prolífica escritora, fue una niña que se relacionó estrechamente con la pobreza: su familia se mudó a Madrid antes de la Guerra Civil siguiendo la vocación teatral del padre, pero el fracaso les escupió de nuevo a Valencia y el progenitor, implicado en la causa republicana, murió antes de que acabase la guerra.
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"Conoció el hambre, la miseria y el miedo", relata Manuel. Con una madre encarcelada primero y ciega después, y unos hermanos cumpliendo el servicio militar, Beneyto se ganó el pan como pudo hasta que su situación financiera dio un vuelco, según las últimas versiones aportadas a su biografía por la relación con un hombre adinerado, también casado.
En 1952 –tenía 32 años– se publicaron sus primeros poemarios. Comenzó a ganar premios y a despuntar entre los círculos literarios de aquella ciudad de posguerra. "Se convierte en una poeta conocida en Valencia y Barcelona, allí Josep Maria Castellet la reconoce como una de las grandes. Después fue reconocida también a nivel nacional, aparece en todas las antologías de poesía de posguerra", apunta Manuel.
Su producción, bilingüe desde el inicio, le genera problemas: los círculos literarios valencianohablantes le reprochan su escritura en castellano. La misoginia de la época tampoco la ayuda: el periodista Voro Contreras recupera en un reportaje en Levante-EMV una entrevista de 1960 en la que el periodista le pregunta si ser guapa le había ayudado en su carrera.
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Ese año se había publicado precisamente El río viene crecido, en el que Beneyto desarrolla un tono naturalista que golpea y se afila en líneas que asumen la oralidad de la época. "Como hacía Blasco Ibáñez, para indicar que sus personajes originalmente hablan en valenciano, inserta algunas expresiones en esta lengua en diálogos escritos en castellano", apunta Manuel.
El libro abunda en la descripción de una ciudad arrasada en la guerra y ahogada en dos riadas en poco más de una década. La obra aparece solo dos años después de la gran crecida del 57, la que provocó que se desmantelaran las chabolas y se construyera el nuevo cauce, el mismo que salvó a la capital de la última dana. Justo ese momento en que se cruza la catástrofe real con la reaparición de esta obra, y también la publicación del último libro de Lahuerta.
"Debajo de la terrible certeza de la destrucción, se esconde una verdad incontestable: Valencia es aquello que pasa entre riada y riada", apunta Lahuerta en el prólogo. "El río ha tenido una influencia poderosísima sobre la ciudad de Valencia. La gran novela y seguramente la única novela sobre la riada del 57 es esta", comenta el editor de Drassana.
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Volvamos al momento en que los dos libros esperan su lanzamiento en librerías. Avanzaba el otoño de 2024. "El libro de Beneyto estaba en revisión, pero el de Lahuerta, La promesa dels divendres, estaba listo. El 29 de octubre el repartidor lleva la primera edición al almacén, pero antes de llegar al polígono se da media vuelta porque la situación ya era complicada", relata Baydal.
Ese almacén, como ese polígono, como todo el paisaje de l'Horta Sud de Valencia y tantas vidas, sería arrasado esa misma noche.
Dice el editor que durante un tiempo no supieron qué hacer con los dos libros que hablaban de riadas pasadas o ensoñadas, mientras miles de personas caminaban entre el fango, la podredumbre y el duelo. "Más tarde entendimos que precisamente esa es una de las claves de la literatura: hablar de los que nos pasa como sociedad, y estos libros son testigos históricos, es una manera de ser conscientes de nosotros mismos", abunda Baydal.
La promesa dels divendres vio la luz el pasado mes de noviembre y El riu ve crescut acaba aparecer en librerías. "Como tantas otras mujeres de su generación, la biografía de la Beneyto responde a una mezcla de ostracismo y olvido", lamenta Lahuerta sobre la autora de la gran novela de la Valencia que fue golpeada por su río dos veces. Y que resurge ahora, precisamente ahora.
La literatura y la tragedia suelen llevarse mejor en la distancia. A menudo la primera necesita dejar reposar la segunda; se escribe no palpando la herida, sino la cicatriz. En otras –pocas– ocasiones, para regocijo de conspiranoicos, una novela anticipa accidentalmente un suceso terrible en similares circunstancias. En las ocasiones más extrañas, la catástrofe real y su fantasma literario se encuentran en la misma vereda.