Es noticia
De gran obra en el franquismo a icono brutalista: el caso Cheste
  1. España
  2. Comunidad Valenciana
UNA OBRA QUE ATRAVIESA SU TIEMPO

De gran obra en el franquismo a icono brutalista: el caso Cheste

Una de las principales infraestructuras educativas de la España setentera, a pocos kilómetros de Valencia, sigue siendo un buen ejemplo de la influencia de Le Corbusier y Van der Rohe

Foto: (Fundación Docomomo Ibérica)
(Fundación Docomomo Ibérica)

El municipio de Cheste, apenas a 25 kilómetros al oeste de Valencia, y con menos de 10.000 habitantes, ha ganado en su historia contemporánea dos grandes carreras. La más conocida tiene que ver con su circuito de motociclismo, el Ricardo Tormo, inaugurado en 1999. En ese momento Cheste se impuso a otras localizaciones por su terreno disponible y la buena conectividad. Pero unas cuantas décadas antes, en pleno afán del franquismo por desarrollar infraestructuras educativas, el Ministerio de Trabajo decidió, en 1963, emplazar en Cheste la que iba a ser una de las universidades laborales más imponentes del país. Adelantó a otras ubicaciones como Burjassot, el Saler o Meliana.

El proyecto de la Universidad Laboral de Cheste, al paso lateral por la A-3, parece una ciudad construida en la nada y venida de otro tiempo, aparentemente futuro. Vista desde arriba, a ojos de dron, puede parecer que se trata de una microBrasilia: una urbe desde cero, obra de un arquitecto visionario. Es, más bien, un ejemplo pulido de la arquitectura del movimiento moderno. Despreciado durante décadas, por ser un estilo brusco, gris, colosal, es ahora cuando su valor crece al alza. Sucede lo mismo con su autor, Moreno Barberá, uno de los arquitectos más relevantes de Valencia, al tiempo que el más opacado por la incomprensión ante su obra.

Hace apenas cinco años, Valencia derrumbó en el campus universitario de Blasco Ibáñez las naves de su vieja escuela de Agrónomos, una de las obras más apreciadas de Moreno Barberá y que cayó, al séptimo día (las jornadas que pasaron entre el permiso y la ejecución) sin que su destino importase demasiado a nadie.

placeholder (Fundación Docomomo Ibérica)
(Fundación Docomomo Ibérica)

Voces como las del arquitecto Carlos J. Meri han advertido estos años que la “la obra de Moreno Barberá es el trabajo arquitectónico, de síntesis, adecuación y transformación de dos polos básicos de la Arquitectura Moderna: Le Corbusier y Mies Van der Rohe (…) la obra en Valencia de Moreno Barberá es donde alcanza los grados de experimentación y sutileza de detalles más elevados”.

Si el progreso arquitectónico llega a Valencia a través de alguien, ése es Moreno, decidido a romper cánones de la arquitectura más rancia del franquismo y a desconectarse de los automatismos desarrollistas. No lo hace a la contra, sino en plena connivencia con los ministerios de la organización franquista, donde se integra y es visto como un profesional solvente para afrontar proyectos ambiciosos. Formado en Alemania, es a finales de los cincuenta cuando impulsado por la ayuda de Estados Unidos (en el contexto de los planes de ayuda al desarrollo y la formación técnica) Moreno conoce de cerca a popes como Van der Rohe o Richard Neutra.

Al volver a España refleja con sus proyectos su cercanía a Le Corbusier, de quien toma el uso sistemático del hormigón, y al propio Mies, a partir de quien afina el uso del acero y el cristal.

La iniciativa del Ministerio de Trabajo para crear una enorme ciudad universitaria en el entorno de Valencia sitúan a Moreno Barberá ante su gran reto: debía levantar un centro para la formación laboral, pero también algo más que eso. La misión pasaba por hacer que convivieran las aulas con las residencias, los auditorios con las clínicas, las áreas deportivas con las zonas verdes, los talleres y los comedores. El arquitecto Barberá, encaramado a una visión de la arquitectura plenamente contemporánea, iba a plasmar aquí buena parte de sus principios: hormigón armado, ladrillo, madera…

Reconocido por la Fundación Docomomo como uno de los grandes ejemplo de la arquitectura y el urbanismo del movimiento moderno, una de sus divulgadoras, Carmen Jordá, ha destacado el proceso por el cual un “paraje rural se transformó en una pequeña ciudad con jardines, para más de 5.000 habitantes y destinada a la formación de jóvenes, dentro del Plan de Mutualidades Laborales del franquismo, cuya propaganda alardeaba del ‘récord de edificación en España, construido en brevísimo plazo’”. Carne de NO-DO, no se trataba sólo de un conjunto de edificios para cumplir una función, sino que debía ejercer de símbolo, denotar una capacidad renovada.

placeholder (Fundación Docomomo Ibérica)
(Fundación Docomomo Ibérica)

Según Jordá, es en este emplazamiento donde “la asimilación del legado de Le Corbusier se despliega (…) como referencia espléndida, manifestándose en una vigorosa plasticidad confiada a las posibilidades del hormigón y a la identidad que ofrecen unos estudiados sistemas de protección solar. El conjunto de Cheste se sumó dignamente a ciertas experiencias internacionales, como las de Río, México y Caracas, que un profesional cosmopolita podía conocer a través de viajes o de publicaciones”.

En pleno furor nostálgico, parte de esa arquitectura olvidada comienza a renacer como una expresión de culto. La película The Brutalist encaja en ese nuevo eje. En un cambio insospechado, también Cheste ha renacido como ejemplo. La serie de Netflix KAOS, de 2024, situó en el complejo arquitectónico el escenario de un inframundo en el que los dioses del Olimpo (de Zeus a Dioniso) se convierten en protagonistas de un mundo moderno.

El complejo de Cheste cumple ahora su función como centro de tecnificación deportiva. Pero es también el recordatorio de una buena arquitectura ambiciosa capaz de atravesar su contexto y su tiempo, derrumbando clichés. Le Corbusier y Van der Rohe también eligieron Cheste, a través de Moreno Barberá.

El municipio de Cheste, apenas a 25 kilómetros al oeste de Valencia, y con menos de 10.000 habitantes, ha ganado en su historia contemporánea dos grandes carreras. La más conocida tiene que ver con su circuito de motociclismo, el Ricardo Tormo, inaugurado en 1999. En ese momento Cheste se impuso a otras localizaciones por su terreno disponible y la buena conectividad. Pero unas cuantas décadas antes, en pleno afán del franquismo por desarrollar infraestructuras educativas, el Ministerio de Trabajo decidió, en 1963, emplazar en Cheste la que iba a ser una de las universidades laborales más imponentes del país. Adelantó a otras ubicaciones como Burjassot, el Saler o Meliana.

Noticias de Comunidad Valenciana