Fiebre por la Lotería de Navidad en la zona cero de la DANA: "Piden décimos manchados de barro"
Los expendedores de SELAE en Paiporta han rehabilitado sus locales con lo mínimo para retomar la actividad. Llevan casi un mes con colas diarias de gente en busca de billetes para los sorteos
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En Paiporta, solo los más mayores y los boomers se acuerdan de que en 1989 el Gordo de Navidad se vendió íntegramente en la Administración número 1 de la población más afectada por la DANA del pasado 29 de octubre. Los niños del Colegio de San Ildefonso, Jesús López Alegre y Raquel González, cantaron el 61.714 y sobre las calles del municipio del área metropolitana de Valencia cayó una lluvia de 19.500 millones de pesetas (117 millones de euros de la época) gracias a Vicente Piles, el lotero del pueblo, que había inaugurado su negocio apenas cinco años antes. La alegría de entonces es un sentimiento diametralmente opuesto a la tristeza de hoy, donde todavía se llora a los muertos de la tragedia de la riada y militares y operarios siguen sacando barro y lodo de comercios y locales arrasados por el torrente que desbordó el barranco de Poyo, una cicatriz que parte el lugar en dos.
Pero en la calle Primero de Mayo número 8, donde se ubica La Millonaria, la administración oficial de Paiporta (hay dos puntos más de venta autorizados, pero sin rango de administración de Loterías y Apuestas del Estado como tal), una cola de compradores busca la suerte de la Lotería de Navidad en la desgracia de la DANA, como si el destino estuviera obligado a compensar el duelo con un premio económico en ese sorteo o en cualquier otro. Desde hace días, son cientos las personas que se acercan a los tres puntos de venta en busca de sus billetes de lotería, también de La Primitiva. Está pasando en Paiporta, pero también en Sedaví, en Benetússer o en Alfafar. Ya forman parte del paisaje, como las colas de donaciones de alimentos o las raciones calientes diarias que a muy pocos metros reparten los voluntarios de World Central Kitchen, la ONG de chef José Andrés, con los supermercados y tiendas de alimentación todavía bajo mínimos y en fase de reconstrucción.
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"Hay quien nos pide los décimos manchados de barro", explica Cristina, la hija de Vicente, gerente hoy del establecimiento, mientras enseña al periodista varios billetes de estos números ahora tan cotizados entre los supersticiosos y que ya tiene reservados. Su local quedó destrozado por la fuerza del agua. El lodo todavía puede verse en las paredes. Incluso la caja fuerte que está obligada a tener se vio afectada por la humedad, y ahora Cristina confía en que los seguros cubran el Papel del Estado que ya tenía comprometido y en custodia. "Es lo que más preocupa. Luego vendrán los seguros de mi casa, los bajos y el coche, que también han quedado destrozados", explica. El problema de números de lotería perdidos, pero ya vendidos a través de participaciones, es un quebradero de cabeza para los loteros afectados y la SELAE se ha comprometido a estudiar soluciones caso a caso.
En La Millonaria han habilitado lo básico en el establecimiento para operar. "Empezamos por la mañana con la lotería de papel, pero se agota rápido, y pasamos a la máquina. Nos traen décimos cada día. Este año viene más gente que nunca, gente de fuera que está ayudando o que viene adrede. Hemos tenido que cerrar la web y la página de Facebook porque no damos abasto", afirma, mientras sus colaboradores atienden sin parar a los clientes que se enfilan al otro lado del cristal, parcialmente reparado, porque se rompió una parte por la fuerza del agua.
"Hemos venido aquí a comprar porque somos de Massanassa y allí los pobres de la administración de lotería lo han perdido todo y están cerrados", explica Sheila. Junto a su hija, esta vecina está haciendo la ruta de los tres puntos de venta de Paiporta. Antes ha estado también en el que Carmen abrió hace ocho años, uno de los llamados puestos mixtos, que no es exactamente una administración ni tiene que cumplir todos sus requisitos, pero que cuenta con máquina expendedora de la SELAE y el rótulo de Loterías en su fachada, algo que se encarga de recordar Cristina: "La genuina de Paiporta somos nosotros, que somos los únicos que podemos vender Papel del Estado".
El local de Carmen, a pocos metros del barranco del Poyo, también sufrió el envite del agua. Más pequeño que La Millonaria, apenas un mostrador con la máquina y una mesa baja visten el establecimiento. Aquí presumen de haber vendido un pellizco del Gordo del año pasado: el 88008. "Hemos perdido todos los paneles, las paredes están cortadas por la mitad; el agua se llevó todo. Hemos hecho lo que hemos podido para abrir", dice mientras atiende sin parar a un río de clientes con ayuda de su madre. Hay vecinos del municipio, voluntarios, operarios de contratas que trabajan en tareas de reparación y limpieza y también gentes llegadas desde Valencia solo por buscar aquí la suerte económica. "Los primeros en comprar fueron unas personas que Sevilla que habían venido a ayudar y se llevaron 2.000 euros", explica Carmen. Un panadero de Jaén que se las ingenió para llevar pan a la zona para repartir entre los afectados se hizo 151 décimos de máquina para revenderlos. Una empresa de Valencia compró otros 167 a 20 euros cada uno. Han sido las mayores ventas únicas de Carmen, según dice.
"Estoy convencida de que va a tocar. Paso todos los días por aquí y no había comprado", explica Fabiola mientras aguarda su turno. Sus hijos, transportistas autónomos que trabajan para UPS, han perdido tres furgonetas y un coche. "Seguimos esperando al Consorcio de Seguros. No han pagado nada todavía".
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La misma historia cuenta Eva, que regentaba una cafetería pegada en la ribera izquierda del barranco del Poyo. "He rescindido el contrato. No quiero volver allí. Son muy malos recuerdos. Casi no lo cuento. Me subí a la barra y pensaba que no quería morir ahogada. Mi hija estaba sola en casa". Si el bar hubiera estado en la ribera derecha, donde el agua alcanzó más de dos metros de altura, puede ser que no estuviera relatando su historia a la cola del local de Loterías. "Tiene que tocar, aunque solo sea por todo lo que se ha sufrido".
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