El valenciano que rescató del olvido las viejas canciones de las abuelas de pueblo
En los años 80, el cantaor Pep Gimeno 'Botifarra' emprendió la recopilación de canciones tradicionales transmitidas de generación en generación. "Cante en el pueblo que cante, al terminar su concierto siempre se forman colas para obtener un selfie"
Las ancianas de pueblos pequeños entonan mejor que las de ciudad. Como si descendieran de una estirpe bañada en la marmita de la cultura popular, donde conviven ungüentos preindustriales, cantos de mayo y pagas en pesetas, pero cuando su voz se apaga lo que no se apunta, o se graba, desaparece con ellas.
La trasmisión oral fue durante siglos el principal método de conservación de la sabiduría. Los cantares transitaban entre generaciones mediante la memoria y la repetición. En ese entorno de búsqueda de canciones interpretadas desde hace siglos y que los abuelos de hoy recuerdan de sus abuelos de ayer es donde Pep Gimeno Botifarra (Xàtiva, 1960) trazó su camino artístico. “Desde principios de los ochenta grabó hasta cien cintas de casete en los pueblos de su comarca y alrededores. En un principio sin ninguna voluntad de recopilación histórica, sino para memorizar y cantar”. El periodista cultural y musicólogo valenciano Josep Vicent Frechina es coautor del libro Pep Gimeno Botifarra: el cant de la terra (Sembra, 2016), junto a Joan Olivares.
La génesis musical de Pep Gimeno surge de su abuela Otilia. Ella le cantaba dichos y romances que aprendió de niño. Aquello le caló y unido a la fuerte tradición que existe en Xàtiva por el canto de albaes hizo que a los 16 años Botifarra comenzase a cantar. Era 1976. “En el pueblo de al lado de Xàtiva, Llosa de Ranes, empezó a ensayar un grupo de danzas llamado Sarau. Pep acude en 1982, pero no le dejan cantar. Se dedica a observar y aprender. Acompaña a los miembros del grupo que viajan por los pueblos de la comarca buscando repertorio tradicional, hasta que por su carácter afable y su cercanía con los más viejos del lugar se gana la confianza de muchos para que accedan a ofrecerle sus cantares”, explica Frechina.
Entre 1982 y 1987 el joven Botifarra permanecerá en Sarau donde graba por primera vez. Más tarde se unirá a la Escola de Danses de Xàtiva. Durante su etapa en diversos grupos tradicionales de folclore, su cante destacó por encima del resto y fueron muchos quienes le animaron a lanzarse en solitario.
Aquel centenar de cintas con canciones de los güelos, amontonadas en una caja metálica de galletas, se convirtieron en voces de la memoria colectiva del pueblo valenciano. "Los musicólogos y trabajadores en la recuperación de la música tradicional suelen tener una relación estrictamente profesional con los habitantes del lugar, Pep ha hecho amigos íntimos en muchos pueblos, gente que le ha invitado a la comunión de sus hijos y con la que ha forjado relaciones intensas y muy próximas en su comarca natal la Costera (72.000 habitantes), la Vall d'Albaida (88.000 habitantes) o la Canal de Navarrés (15.000 habitantes)".
En el ámbito de la música tradicional y el folclore valenciano, Botifarra ya era un hombre reconocido, pero no fue hasta 2006, al publicar el disco Si em pose a cantar cançons, cuando saltó a la fama en la escena musical generalista. Desde entonces, y tras nueve álbumes bien recibidos por crítica y público, es uno de los máximos referentes culturales de Valencia y le han sido otorgadas la Distinción al Mérito Cultural de la Generalitat Valenciana y la Medalla de Honor del Consell Valencià de Cultura.
La transcendencia de Botifarra en el mundo de la cultura valenciana a lo largo de los últimos quince años es incuestionable y ha traspasado el marco de su estilo colaborando con músicos de pop y rock y actuando en festivales como Deleste o Feslloch. No es solo el cantaor autóctono más popular, sino que probablemente sea el que más actuaciones realiza cada año. “Viene cantando cien veces al año. Es probable que haya tocado con 4.000 músicos diferentes tras su gira con las bandas municipales del territorio valenciano. Cante en el pueblo que cante, al terminar su concierto siempre se forman colas para obtener un selfie con Pep, las señoras se lo comen a besos”, incide Josep Vicent.
A sus 64 años, Pep Gimeno continúa su labor como empleado municipal de la brigada del Ayuntamiento de Xàtiva mientras la jubilación asoma por la puerta. Ahora en los archivos y en las visitas guiadas a la ciudad que fue cuna de los papa Borja. Antes en mil faenas, desde el mantenimiento, a la reparación de farolas, la herrería, la limpieza de acequias o el montaje de escenarios consistoriales a los que horas después él mismo subía a cantar.
El pasado mes de marzo, durante una sesión del pleno de Les Corts Valencianes, Jesús Albiol, diputado de Vox y concejal de Cultura de Burriana, criticó desde la tribuna de oradores la contratación del músico valenciano durante el anterior gobierno de Ximo Puig, “Pep El Botifarra: con ese nombre ya se harán una idea de la calidad artística del autor". La respuesta del cantaor en redes sociales fue invitarle a su próximo concierto: “¡Han hablado de mí en las Cortes! Dice este hombre que no sabe quién soy. Yo tampoco sé quién es él, pero si quiere venir a verme está invitado el 23 de marzo a la Rambleta de València. Puedo cantar aquello de la naranca nase verde”.
Este miércoles, la Diputación de València presentó la gira que Pep Gimeno Botifarra realizará por catorce localidades de la provincia con el apoyo institucional. El proyecto Les Veus Secretes incide en el valor de las mujeres como transmisoras de cultura y en el papel de la mujer en la supervivencia de la música tradicional valenciana, como principales conservadoras de las canciones y las tradiciones. El propio cantaor comentaba en el acto que "una grandísima parte de las canciones que he conseguido recopilar en toda mi carrera me las han cantado mujeres".
Las ancianas de pueblos pequeños entonan mejor que las de ciudad. Como si descendieran de una estirpe bañada en la marmita de la cultura popular, donde conviven ungüentos preindustriales, cantos de mayo y pagas en pesetas, pero cuando su voz se apaga lo que no se apunta, o se graba, desaparece con ellas.