No es Haití, es Paiporta un mes después de la DANA: "Vemos la luz, pero las ayudas no llegan"
Los pueblos machacados por la tragedia empiezan a reactivarse, pese al destrozo de comercios, viviendas en bajos y equipamientos en un ambiente todavía apocalíptico y de economía de guerra
En la misma manzana de Paiporta en la que los Reyes Felipe VI y Letizia, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, fueron recibidos a golpe de barro, un grupo de padres espera turno antes de las nueve de la mañana para entregar a sus niños a las monitoras de El Rincón de los Peques. A primera vista podría parecer una actividad reglada, una escoleta o guardería infantil de tantas que por fin ha recuperado la actividad un mes después de la DANA del 29 de octubre. Pero el nombre del sitio escrito en un papel, pegado con cinta aislante sobre un tablón de aglomerado de madera, y el panel naranja superior con el rótulo de Autoescuela Paddock pronto pone los pies en el barro de cualquier observador.
"El dueño está dando las clases online y nos ha dejado el local para montar esto. Lo hemos hecho sin ayuda de nadie, tras pegarnos la paliza de limpiar el lodo", explican Nerea y Teresa, dos de las monitoras de este refugio improvisado para los menores. Hasta cuarenta al día, admiten. No caben más. No es una iniciativa de voluntarias en un país tercermundista. En la zona cero de la DANA, como en Catarroja, Sedaví o Alfafar, cientos de familias siguen esperando que la Conselleria de Educación ponga fecha a la reapertura de los colegios afectados por la riada. "Dicen que hasta después de Navidad, nada", comenta una pareja que hace cola para recoger alimentos y productos de primera necesidad en el economato improvisado en el Auditorio Municipal.
Se estima que hay casi 10.000 niños pendientes de escolarizar en un área, el sur metropolitano de la ciudad de Valencia, donde la vida discurre en un ambiente todavía apocalíptico, con los soldados del Ejército de Tierra y la Unidad Militar de Emergencias (UME) limpiando calles y apuntalando bajos comerciales; los camiones de poceros sacando lodos de las alcantarillas para evitar que revienten; los vecinos haciendo trabajos de albañilería y reparaciones para poder reabrir sus negocios; y cientos de coches amontonados en los márgenes urbanos, unos encima de otros. Coches y más coches esperando un turno en el desguace que nunca llega y sobre cuyos capós embarrados brota la hierba. No es Haití arrasado y desahuciado tras el terremoto de 2021. Aunque lo parece.
"Estamos empezando a ver la luz, pero aquí todavía queda mucho trabajo por hacer. Las máquinas están trabajando por las noches", dice uno de los padres del Rincón de los Peques, enfundado en las botas de agua, calzado generalizado para moverse entre las travesías todavía embarradas.
Caminar por las calles de Paiporta o Sedaví es encontrar una historia personal de resiliencia a cada tramo. Como la de Vicente. Seis años le quedaban para jubilarse y echar la persiana a su pequeño taller de electricidad del automóvil, a medio centenar de metros del barranco del Poyo. El cauce mortal atraviesa Paiporta como una enorme cicatriz marrón. Emana un olor pestilente. Vicente salvó la vida de milagro. Pero perdió todo lo demás. Dos metros y cuarenta centímetros se elevó la lengua de agua dentro de su pequeño negocio. La marca negra se ve sobre un antiguo panel publicitario de Pioneer, de cuando los coches llevaban equipos musicales extraíbles.
Agarrado a uno de los cables de la pared, este autónomo de barrio logró encaramarse al altillo del local para contarlo. "Lo tenía muy bien. Mi clientela hecha. Seis años y me retiraba. Ahora ya no tengo nada. Las máquinas están inservibles; he perdido tres coches, el mío, el de mi hija y otro que había apalabrado con un cliente para arreglarlo y revenderlo y sacarle algo y que todavía no he pagado", dice mientras trata de rescatar una caja de herramientas con la karcher de agua a presión sobre la acera.
Su esperanza para poder recuperar su vida laboral son las ayudas públicas y el dinero del Consorcio de Compensación de Seguros. El Gobierno de Pedro Sánchez anunciaba este jueves nuevos paquetes millonarios vía Consejo de Ministros. Un Plan Reinicia con más de 1.600 millones para comprar coches, financiar la apertura de negocios o adelantar las indemnizaciones de las pólizas vía avales del ICO, que se suman a las ayudas directas a la rehabilitación de viviendas o las de los autónomos. También la Generalitat anunciaba préstamos bonificados del Instituto Valenciano de Finanzas por 350 millones, añadido a otras medidas como los 6.000 euros por afectado de ayuda directa.
Anuncios y más anuncios. Pero a Paiporta todavía no ha llegado nada, a excepción de los 8.000 euros que el dueño de Mercadona, Juan Roig, está entregando a pequeños comerciantes vía Marina de Empresas. "Solo nos hace firmar un contrato con el compromiso de que tenemos que reabrir. Al día siguiente teníamos el dinero en la cuenta", dice la regenta de un pequeño negocio de instalación de aire acondicionado.
"Las ayudas no llegan. Aquí por ahora lo que estamos haciendo es pagar y pagar. En mi edificio ya llevamos 4.000 euros en derramas para poder contratar los camiones cuba y vaciar el garaje de lodo", explica sobre una actividad, la de retirada de barros en sótanos privados, que en teoría tiene encomendada la Diputación de Valencia. Su presidente, Vicente Mompó, aparece en televisión en el programa de Risto Mejide reprochando falta de compromiso de la UME en esa tarea. En medio de ese cruce catódico, muchos vecinos siguen esperando que alguien saque el barro en muchos aparcamientos subterráneos, mientras circulan vídeos de ciudadanos con turbante ayudando a vaciar lodo. Son voluntarios de la Federación de los Sijs en España, que han montado puntos de ayuda humanitaria en Sedaví o Paiporta.
Los retrasos en el ingreso de las ayudas públicas, vitales para reiniciar la actividad y reformar locales, comercios o viviendas, los confirman varias gestorías con clientes afectados por la DANA consultadas por El Confidencial. "Estamos teniendo problemas con las dos Administraciones", dice una asesora sobre la burocracia del Gobierno central y la Generalitat. "El Ministerio del Interior pide que las solicitudes estén respaldadas por los peritajes del Consorcio de Seguros, que están tardando mucho porque los peritos no dan abasto. La Generalitat ha dado solo de plazo hasta el 16 de diciembre", explica otra. Ninguna ha pagado todavía. "Los particulares pueden presentar fotos y documentos presentados ante notario. El Colegio del Notariado está colaborando mucho, pero muchas personas, sobre todo las más mayores, no saben cómo hacer estas gestiones. Les tienen que ayudar familiares".
En pleno cruce de reproches y fango político entre el Gobierno central y la Generalitat que preside Carlos Mazón sobre las responsabilidades en la gestión de la emergencia, los vecinos de las poblaciones afectadas acumulan indignación y desafección hacia la clase dirigente. No entienden un debate enconado que solo parece interesar a los propios protagonistas y la parte de la sociedad más polarizada, pero ajena a la realidad que se vive en los pueblos de la DANA.
La frustración comienzan a pagarla unos alcaldes cada vez más presionados, a los que el Consell de Mazón ha vetado la presencia en el Cecopi, el órgano interdepartamental de coordinación de la emergencia. Desde hace varios días los primeros ediles solicitando participar en las reuniones para poder trasladar sus necesidades. Tienen el respaldo de la delegada del Gobierno en la Comunitat Valenciana, Pilar Bernabé, una de las pocas representantes institucionales en el Cecopi que visita a diario los municipios castigados.
"Si algún vecino de este pueblo ha sentido que el ayuntamiento no ha estado a la altura, le pido perdón", manifestaba el alcalde de Albal, José Miguel Ferris (PP). La alcaldesa de Paiporta, Maribel Albalat (PSOE), ha reconocido que su consistorio está desbordado a la hora de dar respuesta a las necesidades de vecindario y anoche vivía un tenso pleno con críticas vecinales. En Aldaia, donde gobierna el socialista Guillermo Luján, una concejal del PP ha abandonado el partido con duras críticas a la gestión de la Generalitat de Mazón. El portavoz popular, Jesús Molins, ha anunciado que no repetirá como candidato en 2017 tras lanzar duras críticas a las Administraciones, también la de Sánchez. En Chiva, la popular Amparo Fort, que gobernaba en minoría con Vox, afronta una moción de censura del PSPV-PSOE, Compromís y dos partidos independientes locales que se venía fraguando desde hace meses, pero que se ejecuta ahora con el argumento de la "nefasta gestión" de la DANA.
En la misma manzana de Paiporta en la que los Reyes Felipe VI y Letizia, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y el de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón, fueron recibidos a golpe de barro, un grupo de padres espera turno antes de las nueve de la mañana para entregar a sus niños a las monitoras de El Rincón de los Peques. A primera vista podría parecer una actividad reglada, una escoleta o guardería infantil de tantas que por fin ha recuperado la actividad un mes después de la DANA del 29 de octubre. Pero el nombre del sitio escrito en un papel, pegado con cinta aislante sobre un tablón de aglomerado de madera, y el panel naranja superior con el rótulo de Autoescuela Paddock pronto pone los pies en el barro de cualquier observador.
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