Paiporta, donde no hay paz ni para los muertos: "Está todo devastado y hay cartillas de racionamiento"
Kevin Navarro fue a Paiporta para ver cómo estaban sus padres tras la DANA. Se encontró un pueblo fantasma, un escenario de guerra, una sombra de lo que fue, un sepulcro de barro
Kevin Navarro pasó 12 horas sin saber si sus padres habían muerto. Ambos conviven con su abuela en Paiporta, la zona cero de la DANA más catastrófica de la historia de la Comunidad Valenciana. A las 8 de la mañana del miércoles, cuando se encontraba en camino a casa de su familia, recibió un audio de su padre. Todos estaban bien. Lo han contado por poco, y este es un pensamiento que Navarro no puede despejar de su mente. Volver a Paiporta, el lugar donde se crio, ha sido como adentrarse en un "escenario de posguerra. Está todo devastado y hay hasta cartas de racionamiento", cuenta en conversación con El Confidencial.
No hay paz ni para los muertos en Paiporta. El cementerio está anegado de agua, y se pueden ver las flores que dejaron los familiares flotando en un agua densa y marrón, en un cenagal que cubre ahora todo este pueblo de 27.000 habitantes al sur de Valencia. Los desaparecidos se cuentan por decenas. Un tercio de los fallecidos (más de 150 contabilizados ya) pertenece a este municipio, donde el torrente de agua provocado por la DANA ha arrasado con todo lo que encontró a su paso.
Navarro explica que vuelve a haber luz, "pero no hay agua ni gas". De Paiporta no queda más que el recuerdo de lo que fue: "El metro no existe, las vías están colgando. Un puente se lo ha llevado el río. No hay bares, restaurantes, farmacias, el ambulatorio está destrozado… No hay supermercados, no hay agua potable, no hay nada. De la plaza del pueblo, que se inauguró hace pocos años, no queda nada. El Ayuntamiento ha puesto una cubeta de agua y habrá reparto de alimentos. Parece como cuando acabó la guerra, con cartillas de racionamiento, gente andando como zombis en estado de shock, no se sabe nada y no hay mucha ayuda. Es como un capítulo de The Walking Dead".
En esta ocasión, el calificativo de apocalíptico para describir la situación se queda corto. "Paiporta es un pueblo fantasma. La única forma de salir de aquí es ponerte unas botas de agua y andar hasta Valencia, que está a 25 minutos. Al estar la carretera cortada, no llega nada. Dicen que no vamos a quedarnos desabastecidos, pero es que ya lo estamos", asevera. Una opción —la de ponerse botas y salir caminando— que no está al alcance de las personas mayores o con problemas de movilidad, gente cuyo único paisaje son calles sepultadas bajo el barro.
"Duermen en sus negocios por miedo a que les roben"
Uno de los fenómenos que ha traído la devastación de la DANA es la proliferación de los robos a negocios. Navarro ha visto en primera persona cómo "hay gente que duerme en sus negocios para que no les roben. O apostados en la puerta. El miércoles la gente fue a los supermercados para hacer acopio de víveres, pero hay también quien se aprovecha de la situación y está cogiendo jamones o productos que no son de primera necesidad. Mientras esperamos a que llegue la ayuda pública, hay supermercados repartiendo comida de manera altruista".
Pese a lo ocurrido en Paiporta, Kevin Navarro no puede evitar sentirse un afortunado: "Dentro de lo malo, hemos tenido suerte. Mis padres y mi abuela viven en un segundo y el agua ocupó el primer piso al completo. Tapó la placa con el nombre de la calle, le faltó nada para girar la esquina de las escaleras y llegar a mi casa".
La falta de cobertura impidió a Navarro conocer el estado de su familia hasta que se trasladó allí y llegó el dichoso audio. "Lo viví con mucha desesperanza. No pude dormir. Estuve mirando el móvil a la 1, a las 2, a las 3, a las 4... intentando ponerme en contacto con alguien". Su hermana trabajó hace años en la residencia de mayores donde la DANA se ha cobrado la vida de seis ancianos. Sus trabajadores siguen en estado de shock, como ha podido certificar este periódico.
Los padres de Navarro llegaron a temer por su vida. El agua iba subiendo escalón tras escalón y estuvo a punto de alcanzar su vivienda. La abuela, absolutamente dependiente, no se enteró de nada, "por fortuna". Es consciente de que se salvaron "de milagro". "Mi padre tenía el coche fuera. Si lo llega a tener en el garaje y va a por él, estaría muerto. Fue a por él por si podía dejarlo protegido, pero al ver la situación, volvió a casa. Mi madre bajó a al supermercado a comprar cosas para la abuela justo antes de la subida del río".
Toda la familia asimila los momentos críticos que han vivido en las últimas horas, y también el desolado paraje en que se ha convertido su pueblo de toda la vida. Pese a todas las desgracias, Kevin Navarro contempla un atisbo de esperanza: "Somos un pueblo luchador, saldremos adelante".
Kevin Navarro pasó 12 horas sin saber si sus padres habían muerto. Ambos conviven con su abuela en Paiporta, la zona cero de la DANA más catastrófica de la historia de la Comunidad Valenciana. A las 8 de la mañana del miércoles, cuando se encontraba en camino a casa de su familia, recibió un audio de su padre. Todos estaban bien. Lo han contado por poco, y este es un pensamiento que Navarro no puede despejar de su mente. Volver a Paiporta, el lugar donde se crio, ha sido como adentrarse en un "escenario de posguerra. Está todo devastado y hay hasta cartas de racionamiento", cuenta en conversación con El Confidencial.
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