Este pueblo lleva casi un siglo intentando independizarse: "No somos Cataluña"
Sagunto vive desde principios del XX un micronacionalismo que nunca se apaga
Cuando hablamos de Sagunto, en Valencia, deberíamos hablar de saguntos. Porque hay dos, muy bien diferenciados. Uno es la ciudad romana de Saguntum, con su casco histórico y su castillo, y el otro es el Puerto, un núcleo urbano creado a principios del siglo XX que ha superado en población al asentamiento original.
"Puede que solo nos separen tres kilómetros, pero tenemos sensibilidades muy diferentes", dice Manuel González, portavoz del partido segregacionista Iniciativa Porteña.
No se puede negar que los orígenes son dispares. Mientras que las primeras menciones a Sagunto aparecen en las crónicas de la segunda guerra púnica (200 a.C.), la zona del puerto creció alrededor de las minas de hierro de Ojos Negros, en la limítrofe Teruel, gracias a la llegada del ferrocarril. Todo movimiento secesionista necesita un padre de la patria, y en este caso es el empresario vasco Ramón de la Sota. "En 1902, De la Sota consiguió la licencia para explotar las minas desde Ojos Negros hasta aquí. Gracias a una obra de ingeniería impensable para la época, logró fabricar una línea férrea desde la sierra hasta el puerto, desde donde se distribuían los minerales por toda Europa, sobre todo a Gran Bretaña. En torno a esta industria creció el Puerto de Sagunto", continúa González.
De la Sota, ligado al PNV y amigo de Sabino Arana, aprendió de los tycoons norteamericanos que el dinero pasaba por controlar todo el proceso, desde la extracción del mineral hasta la distribución a los puntos de venta, pasando por el transporte (ferroviario y marítimo) y la elaboración de la materia prima. Para eso necesitaba mucha mano y descubrió, con cierta sorpresa, según sus biógrafos, que los saguntinos preferían seguir viviendo del campo a enrolarse en sus fábricas.
A falta de locales, a la promesa de trabajo y prosperidad acudieron aragoneses, andaluces y castellanos. "Vivían como podían en torno a las fábricas del puerto, porque Sagunto no hizo nada por ellos. Fue De la Sota el que se puso a levantar bloques de apartamentos, centros médicos y escuelas para los trabajadores. Entiende que haya cierto corporativismo", afirma el concejal segregacionista.
Es aquí donde empiezan los reproches. Los saguntinos, de mentalidad agraria, pensaban que los recién llegados eran demasiado modernos, además de no entender el valenciano ni seguir sus costumbres. Los porteños, por contra, sentían que desde la ciudad no se había hecho nada por integrarlos y notaban cierto recelo de sus vecinos. "De modo que en 1927 nos encontramos con el primer conato de secesión, porque el Puerto no tenía agua potable y vivía entre constantes epidemias", relata González.
"En 1937 pudimos independizarnos, pero empezaron los bombardeos de la Guerra Civil"
"El primero no prosperó, pero en el segundo intento, en 1937, a cargo de la CNT, el ayuntamiento acepta someter la cuestión a referéndum. Nos hubiéramos segregado, porque en aquella época el sí era muy mayoritario, de no ser porque empezaron los bombardeos de la Guerra Civil y el expediente se fue a un cajón", continúa el concejal.
Un movimiento de corazón puro
La mañana del 24 de enero de 1959, cientos de saguntinos se presentaron en la puerta del ayuntamiento. Querían explicaciones del alcalde, porque había corrido la voz de que el Puerto se había separado del municipio. No era cierto, pero sí que se había creado una comisión secesionista en la que figuraban algunos cargos locales del régimen. Fue un intento tan serio que terminó por dividir a la ciudad; Madrid tuvo que tomar partido, poniendo un alcalde porteño, el primero, al frente de Sagunto, para calmar los ánimos.
"Desde entonces, el movimiento secesionista ha cesado, pero está latente entre los ciudadanos. Es un movimiento de corazón puro, que no tiene nada que ver con la economía ni las cuestiones sociales: no somos Cataluña", dice González, que recuerda que la última reedición de la batalla de Sagunto, la de la reconversión industrial de González, la libraron ellos solos, sin ayuda de los saguntinos. "Nosotros somos los hijos de la siderurgía, trabajadores que se apoyan entre sí. Y es obvio que hay una oligarquía saguntina que se niega a que nos separemos".
El Puerto aporta el 75% del presupuesto municipal de Sagunto
Quizá sí haya una cuestión económica. Y es que el Puerto de Sagunto aporta el 75% de los ingresos municipales, por dos motivos: son casi el doble de población (45.000 contra 25.000) y pagan un 20% más de IBI, ya que sus inmuebles están en terreno costero. "Algo de turismo tenemos, pero no vivimos de esto, ni mucho menos. Lo que hace Sagunto es ingeniárselas para seguir chupando de la teta del puerto", dicen desde Iniciativa Porteña.
Después de tres intentos de disgregación más, también fallidos, los secesionistas siguen siendo mayoritarios en el Puerto. Enfrente tienen al resto de partidos representados en el Ayuntamiento de Sagunto (PP, PSOE, Compromís y Vox), que no quieren ni escuchar hablar del asunto. Así, González y el resto de concejales permanecen agazapados, esperando a que el aire vuelva a soplar en su dirección: "Ya sabes que los independentismos están muertos... hasta que de repente dejan de estarlo", concluye González.
Cuando hablamos de Sagunto, en Valencia, deberíamos hablar de saguntos. Porque hay dos, muy bien diferenciados. Uno es la ciudad romana de Saguntum, con su casco histórico y su castillo, y el otro es el Puerto, un núcleo urbano creado a principios del siglo XX que ha superado en población al asentamiento original.
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