Ni Calpe ni Alcoy: este es el bonito pueblo de Alicante al que National Geographic recomienda viajar en julio

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Uno de los destinos más populares en España durante el verano es Alicante y sus alrededores. El clima mediterráneo, acompañado de su gastronomía y cultura, hacen de la zona una de las opciones más atractivas para disfrutar de unos días de desconexión. Como ciudad, Alicante tiene mucho que ofrecer. Sin embargo, son muchos los que quieren aprovechar para descansar de la urbe y prefieren un territorio más tranquilo. Por lo que existen alternativas cercanas muy plausibles, como las playas de Calpe o la belleza de Alcoy.

Sin embargo, una de las localidades más fascinantes de todo el territorio alicantino es, sin duda, Altea. Sus emblemáticas calles empedradas y su estilo adornado con las más vistosas flores, permiten a los turistas empaparse de la esencia mediterránea que lo caracteriza. Más que conocida es su denominación de ‘cúpula del Mediterráneo’, con la cual se hace gala de su hermosura y su historia.

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Es precisamente su legado histórico uno de sus puntos más robustos, en el cual encontramos influencias de diferentes culturas, como la íbera, la musulmana, la cristiana y la romana. Toda ellas son visibles no solo en monumentos conmemorativos o exposiciones, sino en las propias calles del municipio. De hecho, la propia Altea fue parte de la conocida taifa de Denia durante la presencia musulmana en la península. El casco antiguo de la localidad, popularmente conocido como 'el Fornet', está lleno de azulejos en las fachadas de sus edificios, fruto de la herencia morisca. Además, no se puede olvidar la conocida muralla, denominación coloquial referida al mirador de la plaza, con las representativas Torre de Galera y de Bellaguarda.

La cúpula mediterránea

Uno de los elementos más significativos de la localidad de Altea es la iglesia de Nuestra Señora del Consuelo. Precisamente es de ella de quien surge el mote popular de ‘la cúpula del Mediterráneo’, puesto que la construcción posee dos cúpulas recubiertas de baldosas de un color azul que puede recordar al mar. Este nombre también pudo haber encontrado su origen con la cúpula del promontorio. De hecho, es posible que el nombre de Altea provenga de aquí, puesto que su etimología es parecida a la de la palabra árabe ‘attalaya’.

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Próxima a la iglesia, se halla el Mirador de la Plaza de la Iglesia, siendo uno de los más significativos de la localidad. Desde sus vistas se puede apreciar la ciudad de Benidorm, reconocible por sus álgidos rascacielos. No obstante, podemos encontrar todo tipo de paisajes en el resto de miradores, como las sierras de Aitania, de Bèrnia y el Puigcampana a un lado, y la Punta de l’Albir, el Morró de Toix y el Penyal d’Ifac envolviendo la bahía. Estas vistas servirán de fiel recuerdo de que Altea fue un pueblo de pescadores, al ver los barcos descansando en el puerto.

Por último, no hay que olvidar que es lo que la gastronomía de Altea ofrece a sus visitantes. Uno de los platos imprescindibles del lugar es, sin duda, el arroz. Como buena localidad de la comunidad valenciana, la paella es uno de los productos estrella, sin obviar el arroz con alubias y pulpo o cebolla y bacalao. Otra de las comidas más apetecibles son las típicas cocas 'a la Ilumà', aunque existen alternativas como la coca farcida, rellena de pisto y los 'bollos de bleda' o de 'farina de dacsa'. Por lo tanto, Altea es un destino muy completo para disfrutar de unas merecidas vacaciones veraniegas.