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¿Acabará el cambio climático con los festivales? No es algo loco, hasta Love of Lesbian avisa
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¿Acabará el cambio climático con los festivales? No es algo loco, hasta Love of Lesbian avisa

En Semana Santa arranca una nueva temporada de macrofestivales en la Comunidad Valenciana que se prolongará hasta octubre. El aumento de las temperaturas y el boom del turismo musical perpetúan un modelo monolítico

Foto: Imagen de archivo del FIB. (EFE)
Imagen de archivo del FIB. (EFE)

El pasado 27 de marzo, Santi Balmes, líder del grupo musical Love of Lesbian, uno de los pilares sobre los que se cimentaron los carteles de los festivales de verano que pueblan la geografía valenciana, exponía la necesidad de repensar el calendario musical de estos macroeventos, visto el incremento de las temperaturas. Lo dice alguien que suele actuar en horario nocturno y con caché de estrella. Le honra abrir este melón. Imaginen lo de esas bandas noveles que se comen la solana de las cinco de la tarde por cuatro duros, unas cañas del patrocinador o simple visibilidad: si se quejaran públicamente saldrían de la rueda del negocio.

Al mismo tiempo, superando los 30ºC en la séptima fecha de primavera y con esa puerta del infierno, viento de poniente, cada año abierta más días, las llamas cercaban la localidad de Montán y parte de la comarca castellonense del Alto Mijares. Un incendio de sexta generación que todavía no ha sido extinguido y evidencia el comienzo prematuro de la temporada de fuego, quizá también la desaparición de aquello que nuestras madres llamaban el entretiempo. 2022 fue el año más cálido en tierras valencianas desde que existen registros, y a 2023 alguien le está sujetando el cubata.

Foto: Los asistentes abandonan el Medusa Festival de Cullera tras el accidente. (Reuters/Eva Manez)

El 13 de agosto de 2022, un reventón cálido en el recinto del Medusa Festival de Cullera provocó el fallecimiento de un joven de Daimiel (Ciudad Real) además de producir cuarenta heridos, tras el desplome de varias estructuras. Días después, el Rototom de Benicàssim cancelaba una de sus jornadas por la amenaza de un episodio similar de fuertes rachas de viento y brusca subida de temperatura. La temporada de festivales valencianos comenzará en apenas unos días con la celebración del SanSan en Benicàssim, un evento que en 2019 fue cancelado por la peor gota fría en setenta años. “Lo del Medusa fue un accidente. Por un siniestro al volante no obligan a los coches a cambiar su modelo productivo. La Ley de Espectáculos de la Comunidad Valenciana es muy rigurosa, piden mil informes para aperturar y los técnicos municipales no pasan una. En la actualidad, las asociaciones de festivales son extremadamente profesionales, la actitud de la administración pública es tan exigente que si no eres un buen promotor no montas un festival”, explica Joanvi Díez, presidente de la Asociación de Promotores de Festivales de la Comunidad Valenciana (PromFest).

En la temporada estival de 2022, el exceso de oferta llevó a cierta saturación de los equipos de producción y técnico. Desde la presidencia de la patronal, Díez asegura que “sabíamos que tras la pandemia la gente saldría en tromba a todo, no solo a los festivales". Añade que "2022 fue un buen año en números, con un exceso de ganas", y que "la oferta ha crecido y se han solapado algunos eventos, puede haber habido algo de falta de personal, pero en general no hubo problemas de infraestructura". Este año, al ser electoral, piensan "seguir a este ritmo", porque "al tirón privado se unen las administraciones públicas programando música". Lo lógico es que en 2024 volvamos a un ritmo normal”. Otras fuentes del sector argumentan que el boom de la reapertura fue excelso en facturación, pero comienzan a plantear dudas acerca del crecimiento exponencial sin que peligren cuestiones técnicas y de seguridad.

Foto: Asistentes al Primavera Sound de Barcelona, el pasado fin de semana. (EFE/Alejandro García)

La experiencia del ejercicio pasado dejó, además del jolgorio casi generalizado entre los asistentes y las ganancias récord entre los promotores, un déficit en las condiciones para el público: aglomeraciones, escasez de camareros y sueldos precarios para estos, cancelaciones, prohibición de introducir agua en los recintos y colas interminables en accesos, barras y baños a temperaturas extremas. Desde PromFest reconocen que, por ahora, no ha habido ninguna indicación adicional desde las administraciones: “Llegará el verano y hará calor, como siempre. Nadie nos ha dicho que este vaya a ser extraordinario o que tomemos más medidas". A no ser que Protección Civil "nos avise con algo de antelación y nos diga que preparemos agua y una manguera no podemos ser alarmistas". Ellos "tampoco se arriesgan" a avisar con mucho adelanto. "Si que es verdad que ahora con las nuevas condiciones de clima, en octubre, que era un mes donde no se programaba nunca, los promotores se están planteando producir nuevos festivales, incluso en la primera mitad de noviembre. Se piensa más allá de los tres meses de verano, pero como un plus, sin restar fechas del periodo vacacional”, sentencia el promotor.

Andreu Escrivà (València, 1983) es ambientólogo y divulgador científico. El pasado mes de enero publicó Contra la sostenibilidad (Arpa Editorial). “Las condiciones climáticas del entorno mediterráneo en verano, con olas de calor y otros fenómenos atmosféricos extremos, pueden hacer inviable juntar a decenas de miles de personas al aire libre. No hay capacidad de refugiarse de las altas temperaturas, y las aglomeraciones, el baile, el alcohol y la deshidratación siempre han conllevado las típicas lipotimias, pero en la actualidad nos enfrentamos a unas condiciones en las que se puede ver comprometida la normal celebración de estos macrofestivales”.

Foto: Cartel de Músicos en la Naturaleza (Junta Castilla y León)

Este cambio de paradigma no es exclusivo de los festivales, el cambio climático ya trastoca el calendario de pruebas deportivas (el 12 de marzo murió un corredor de 21 años en una media maratón de Elche plagada de lipotimias y golpes de calor), fiestas populares asociadas con la cosecha, el periodo de esquí o algo tan valenciano como la temporada de clóchina, que este año empezará en abril. "El cambio climático potencia los acontecimientos extremos, algunos impredecibles y contra los que no se puede actuar, como la tormenta seca del Medusa Festival, y otros como olas de calor, tormentas o incendios", advirtió Escrivá. En su opinión, lo que hay que hacer es "decrecer" pese a que exista la opción de "aplicar criterios de sosteniblidad a los festivales y reducir su impacto ambiental”. "Hay que tomar conciencia de que estamos provocando una expansión que puede ser, incluso, cuestionable económicamente", reseñó. En los debates de la industria de los festivales de música y turismo, sostuvo, existe esta "preocupación" por la dinámica del sector. "Eso es positivo, y hay técnicos que conocen la problemática”.

En teoría, el territorio valenciano cuenta con el clima ideal para esta industria festivalera, pero esas condiciones han sufrido un aumento en su severidad durante el último lustro. “Si lo que se conoce en ecología como el 'concepto de capacidad de carga' se sobrepasa, y se torna crítica, no hay forma humana por parte de una población o de una comarca de asumir esa carga. Ya ni siquiera desde un punto de vista ambiental, sino estratégico para la economía, la sociedad y el territorio. Quizá debería cesar la política de generación de nuevos festivales, que es ilusoria, y redimensionar mejor el impacto medioambiental y el retorno al territorio que los acoge. Si desde hace años, quedó claro que no podíamos seguir construyendo hoteles en primera línea de playa, hay que pensar el impacto de una industria que genera un fuerte estrés. Entiendo que es difícil, pero no podemos vivir en la ilusión de que se pueden seguir creando festivales a lo loco”, concluye el ambientólogo valenciano.

El pasado 27 de marzo, Santi Balmes, líder del grupo musical Love of Lesbian, uno de los pilares sobre los que se cimentaron los carteles de los festivales de verano que pueblan la geografía valenciana, exponía la necesidad de repensar el calendario musical de estos macroeventos, visto el incremento de las temperaturas. Lo dice alguien que suele actuar en horario nocturno y con caché de estrella. Le honra abrir este melón. Imaginen lo de esas bandas noveles que se comen la solana de las cinco de la tarde por cuatro duros, unas cañas del patrocinador o simple visibilidad: si se quejaran públicamente saldrían de la rueda del negocio.

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