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La agenda valenciana de 'Tómbola': el reverso autonómico tras las 'bárbaras' y las 'chabelis'
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La agenda valenciana de 'Tómbola': el reverso autonómico tras las 'bárbaras' y las 'chabelis'

Qué había detrás del programa que puso en jaque a Juan Carlos I y del que nació la telebasura. Su búsqueda por ser instrumento del zaplanismo explica el momento valenciano al acabar los 90

Foto: Imagen de archivo del plató de 'Tómbola'. (Cedida)
Imagen de archivo del plató de 'Tómbola'. (Cedida)

En las últimas semanas estrenos audiovisuales como Salvar al Rey (HBO Max) o Cristo y Rey (Atresplayer) han mostrado la importancia excéntrica que tuvo un programa de televisión en el período neotransicional (finales de los 90), tensionando a los poderes del Estado desde un plató repleto de brilli-brilli y cartón piedra. Fue Tómbola, en Canal Nou. Epítome de un momento de país, pero también de un contexto valenciano en el que —aparentemente— no era suficiente con el exceso.

placeholder Algunos de los míticos colaboradores del programa 'Tombola' presentado por Ximo Rovira (centro)
Algunos de los míticos colaboradores del programa 'Tombola' presentado por Ximo Rovira (centro)

Gran parte de lo que se ve en Salvar al Rey lo adelantó unos meses antes el productor de Tómbola, Ángel Moreno, relatando en El Confidencial el célebre episodio de Bárbara Rey. Cómo se dirigió al programa para poner en jaque a Juan Carlos I. Cómo la Generalitat Valenciana intercedió para paralizar su entrevista. Cómo dos hombres de negro aparecieron y se la llevaron de allí. Cómo unos meses después comenzó a presentar un programa de cocina en Canal Nou.

Bárbaras, pocholos y chabelis al margen, en el relato oficial sobre Tómbola apenas hay espacio para una pregunta que, de tan obvia, ha acabado en el terreno de la candidez: ¿por qué la Generalitat Valenciana dio pie —y mantuvo durante siete temporadas, de 1997 a 2004— un programa que aparentemente no contribuía de ninguna manera a los objetivos de un ente público?

Foto:  Bárbara Rey y extractos del contrato. (EC Diseño)

Más allá de Ximo Rovira, el único rostro valenciano del show —hoy reconvertido en imagen solvente de LevanteTV—, el engarce entre el contenido del programa y el contexto autonómico, tendía a cero. Se limitaba apenas a guiños folclóricos o episodios bizarros como cuando uno de los contertulios fijos, Jesús Mariñas, acusó a la invitada Chábeli Iglesias de “ofender a los valencianos” por no conocer las Fallas ni “quién es el entrenador del Valencia”.

Precisamente ese contenido deslocalizado permitió que el formato pudiera colocarse pronto en Canal Sur o Telemadrid, donde las audiencias iniciales mantuvieron el mismo brío que en Canal Nou, cercanas al 25% de share.

Foto: Ángel Moreno, durante la entrevista para El Confidencial. (Isabel Blanco)
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Carlos Prieto Fotografía: Isabel Blanco

La periodista experta en televisión, Mariola Cubells, que trabajó en la cadena desde Producciones 52 —la productora de Tómbola— explica así la ausencia de una agenda valenciana en el programa estrella de la autonómica: “A Canal Nou ni le interesaba ni le dejaba de interesar un programa como Tómbola. Surgió de la manera más absurda, con una reunión de contenidos entre Sánchez Carrascosa, director, y uno de los responsables de programas, Paco Picó. Se puso en marcha porque Carrascosa había llegado a la tele con la intención de ponerla en el número uno costara lo que costara”.

El éxito fulgurante del formato —que se enmarcaba, cuenta Cubells, “en el plan de la dirección de dinamitarlo todo, de ser punteros, provocadores…”— sorprendió a los propios jefes del ente que, de un día para otro, se encontraron con una bicoca: “Todos se quedaron alucinados. Era un programa muy disruptivo, muy provocador. Una vez pasa a formar parte de la conversación social, se convirtió en el ecosistema visual de Canal Nou. Ellos no tenían ninguna aspiración de servicio público, de contenidos públicos…”.

placeholder Belén Cuesta (i), Bárbara Rey (c), y Jaime Lorente (d) durante la presentación de 'Cristo y Rey'. (EFE/Juanjo Martín)
Belén Cuesta (i), Bárbara Rey (c), y Jaime Lorente (d) durante la presentación de 'Cristo y Rey'. (EFE/Juanjo Martín)

Los mejores años de Tómbola coincidieron también con el período más expansivo de Eduardo Zaplana al frente de la Generalitat. Si el programa adolecía de cariz territorial, en cambio era un buen exponente del credo zaplanista. La ambición por situarse en el mapa, también el televisivo; un intento, al modo de una Florida ibérica, por purgar agravios pasados y fortalecer la colectividad a partir del reconocimiento externo. Si Tómbola era valenciano, y Tómbola era muy visto, significaba que lo valenciano disponía de una gran audiencia.

Su propio conductor, Ximo Rovira, apenas un treintañero en las primeras ediciones, reconocía a El Mundo que “Tómbola' es un espacio para otro perfil de televisión que no sea autonómica.”

Foto: Julio Iglesias y Jesús Mariñas. (Cortesía)

Fue justo la aparición de formatos similares más allá del marco de las autonomías lo que mató al programa. Considerado el pater familias de la telebasura, explica Mariola Cubells que “epígonos como Salsa Rosa o Dónde estás corazón abocaron a Tómbola a la inanición. Tenían más recursos y la gente que durante todos estos años había venido a Valencia, pasaron a irse a esos programas nacionales porque les pagaban el doble y el triple. Dejaban colgado a Canal Nou de un día para otro…”. Coincidió en el tiempo con el final del zaplanismo, y la llegada de Francisco Camps al Palau. Los movimientos en el poder parecían reflejarse en la televisión.

La sombra de Tómbola es tan alargada que su condición de estigma sigue intacta. El pasado verano Ximo Rovira fue uno de los señalados por la dirección de la cadena para sustituir a Carolina Ferre al frente del programa de À Punt Atrapa’m si pots. La popularidad de Rovira era vista como una palanca necesaria para una televisión que apenas ha conseguido rebasar el 3% de share. En cambio, su regreso a la televisión pública se vio frustrado, según el presentador, por el veto del Consell Rector, última instancia de la tele pública, al “desacreditar el criterio profesional con criterios que no lo son”.

En las últimas semanas estrenos audiovisuales como Salvar al Rey (HBO Max) o Cristo y Rey (Atresplayer) han mostrado la importancia excéntrica que tuvo un programa de televisión en el período neotransicional (finales de los 90), tensionando a los poderes del Estado desde un plató repleto de brilli-brilli y cartón piedra. Fue Tómbola, en Canal Nou. Epítome de un momento de país, pero también de un contexto valenciano en el que —aparentemente— no era suficiente con el exceso.

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