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Qué significa que Planeta haya comprado a la valenciana Bromera
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Qué significa que Planeta haya comprado a la valenciana Bromera

Un puntal del negocio del libro en valenciano acaba de ser adquirido por el gigante editorial. La operación es reflejo de una necesidad en aumento de la concentración empresarial

Foto: Imagen de archivo de la librería La Traca, en Valencia. (EFE/Biel Aliño)
Imagen de archivo de la librería La Traca, en Valencia. (EFE/Biel Aliño)

En 2006, cuando la editorial valenciana Bromera celebraba su 20 aniversario, su fundador y factótum, Josep Gregori, confesaba que el objetivo a partir de entonces era encarar la entrada en Cataluña. Arrastrar la solvencia que habían demostrado en territorio valenciano, con unas ventas diversificadas y notables en un contexto en el que el viento muchas veces les soplaba en contra. Su director editorial por entonces, Joan Carles Girbés (hoy en las mismas funciones para Ara Llibres), remarcaba que ante “una lengua compartida, tenemos que pensar en un mercado único".

placeholder Plantilla de Bromera. (Cedida)
Plantilla de Bromera. (Cedida)

Se trataba de sortear esa línea, una losa mitológica, que separa los mercados valencianos y catalanes, cargados históricamente de recelos y demasiados prejuicios externos.

Diecisiete años más tarde, la implantación que Bromera ansiaba ha quedado completada de una manera no especialmente imprevista: Planeta adquiere el 60% de la tarta, tomando el control en la propiedad de la editorial con sede en Alzira. En consecuencia, esa delimitación entre mercados ha quedado resuelta sin ningún tipo de alboroto. Otros tiempos.

Foto: La sede de Planeta es un icono de la arquitectura en Barcelona. (Cedida)

La operación sirve para renovar la sala de mandos, con un cambio en diferido de la dirección: en un año Bernat Bataller (hasta ahora director comercial) sustituirá a Gregori, a las puertas de su jubilación y que contará todavía con el 40% accionarial. Una entente destinada a mantener compacta la unidad de la empresa, con cerca de 60 trabajadores. Debe servir —explicaban hace unos días las dos partes— para que las relaciones editoriales entre el mercado catalán y valenciano fluyan sin trabas. Más que un proceso aglutinante, sigue la pauta con la que Planeta ha agrandado el fondo de su cartera.

Recuerda a cuando en 2013 tomaba el control de Edicions 62, la compañía catalana —su primer título fue Nosaltres, els valencians, de Joan Fuster— que ahora ocupa la sexta planta del edificio Planeta en Barcelona.

Foto: Alice Kellen, en una imagen de archivo. (EFE/Manuel Bruque)

Casualidades —o no tanto— del guion, en paralelo Blackstone ha activado la venta de la sede del grupo de los Lara, en el 662 de la Avenida Diagonal. Como informaba el miércoles El Confidencial, el gigante de la inversión lo saca por 240 millones después de renovarlo. Aunque podría parecer un detalle menor desvinculado de la toma de Bromera, en realidad son movimientos encadenados en un mismo acordeón. Evidencian un proceso de concentración que al igual que afecta al mercado inmobiliario interpela al editorial.

Planeta y Penguin Random House están inmersos en un batalla por el control del mercado que va más allá de los fichajes entrecruzados de autores, y que repercute en la acumulación de fichas. En mitad de esta órbita, Bromera es una pieza más con la que incrementar el tamaño del grupo. Un juego de escalas.

placeholder Vista de la sede del Grupo Planeta. (EFE  /Alberto Estévez)
Vista de la sede del Grupo Planeta. (EFE /Alberto Estévez)

Bromera en 2021 elevó su facturación por encima de los 7,5 millones. Es un puntal de primer orden en las letras valencianas a partir de sus tres verticales principales: educación, literatura y literatura infantil y juvenil. Impulsora de los Premis Ciutat d´Alzira, y con cerca de 400.000 libros vendidos al año, su impulso ha estado parejo a la evolución de la enseñanza en valenciano.

La noticia de la venta fue recibida por parte del sector a medio camino entre el reconocimiento por una empresa que ha sabido construir un modelo solvente, y que por tanto ha podido plantear ventajosamente su relevo, pero también con un cierto desencanto por verla engullida por uno de esos grandes cetáceos en el océano de las letras. ¿Perderá su autonomía?, ¿acabará instrumentalizada dentro de la estructura Planeta?, ¿existe riesgo de que abandone su sede en Alzira? Todas las partes han insistido en garantizar que la personalidad de Bromera quedará intacta.

Foto: Librería Bangarang.

En un contexto de homogeneización empresarial queda una nueva lectura para la economía cultural: la evidencia de que pequeñas y medianas empresas consolidadas, que forman parte del acervo territorial, sean adquiridas por grandes compañías. Un nuevo capítulo de un proceso tectónico en marcha que también afecta a quienes producen aquello que leemos.

En 2006, cuando la editorial valenciana Bromera celebraba su 20 aniversario, su fundador y factótum, Josep Gregori, confesaba que el objetivo a partir de entonces era encarar la entrada en Cataluña. Arrastrar la solvencia que habían demostrado en territorio valenciano, con unas ventas diversificadas y notables en un contexto en el que el viento muchas veces les soplaba en contra. Su director editorial por entonces, Joan Carles Girbés (hoy en las mismas funciones para Ara Llibres), remarcaba que ante “una lengua compartida, tenemos que pensar en un mercado único".

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