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La letra pequeña de por qué Valencia es la provincia peninsular de la que menos gente se va
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DEMOGRAFÍA

La letra pequeña de por qué Valencia es la provincia peninsular de la que menos gente se va

El último mapa del INE sobre personas que residen fuera de su provincia de nacimiento ha situado a Valencia como el territorio donde más gente se queda, con un cierto efecto insular. ¿Pero cuál es el asterisco que acompaña su dinamismo geográfico?

Foto: Varias personas pasean por el centro histórico de Valencia capital. (EFE/Biel Aliño)
Varias personas pasean por el centro histórico de Valencia capital. (EFE/Biel Aliño)

El último censo del INE creaba una foto fija de la España de las personas que residen fuera de su provincia de nacimiento. La manera de reflejar de qué manera se mueven las placas tectónicas bajo los límites administrativos del país. Situaba a Valencia como la provincia con un mayor porcentaje de permanencia en la península, con un magro 9,9 de personas que naciendo allí residen fuera. Tan solo las provincias insulares —por su propia configuración geográfica— mantenían porcentajes por debajo del 10%. La cifra de Valencia contrasta con el invierno demográfico de provincias como Ávila (51%), Soria (52%) o Cuenca (51%) que ya cuentan con más abulenses, sorianos y conquenses fuera de su territorio que dentro. La España a dos velocidades.

La explicación más rápida podría hacer creer que los habitantes valencianos no se mueven de su provincia por una ligación innata, ese je ne sais quoi, una motivación acaso relacionada con una calidad de vida superior. Aunque esos factores pueden intervenir, la vitalidad demográfica valenciana tiene una letra pequeña.

Joan Romero, catedrático de Geografía Humana por la Universitat de València y autor de España inacabada, advierte de la necesidad de hacer una lectura con pincel fino: “Viene a constatar procesos que conocemos desde hace tiempo: proceso de vaciamiento de la España interior y por otra parte la capacidad para atraer inmigración exterior e interior a otros territorios con un rango común: economía basada en turismo y construcción, de bajo salario y que no demanda altos niveles de cualificación. Después de la pandemia ese proceso se ha incrementado todavía más. Salvo Madrid, con una dinámica propia de la capitalidad, el resto de comunidades —donde menos personas se marchan— son Baleares, Comunidad Valenciana, Canarias, Murcia, Cataluña…”.

El asterisco del dinamismo pasa por un escaso filtro de entrada. La economía de servicios atrae y retiene. Hace, como refleja Romero, que la población extranjera crezca, que la interior se acerque y que la propia se quede con mayor frecuencia. El último saldo migratorio entre comunidades lo refrenda, con la Comunidad Valenciana en cabeza (2.570 personas) seguida de la Comunidad de Madrid (1.435), en el primer semestre del año.

Foto: Ancianos conversan en San Sebastián. (EFE/Juan Herrero)

El comisionado del Gobierno para el desarrollo del Corredor mediterráneo, Josep Vicent Boira, hace una lectura en clave regional: “Ese dibujo general refleja que el eje mediterráneo es el actual eje de prosperidad. La continuidad geográfica de provincias con menor emigración induce a pensar que estamos ante una región económicamente activa, con un modelo posiblemente equilibrado de turismo, industria, actividad agrofrutícola de exportación y un sistema urbano potente (entre Almería y Barcelona hay una decena de ciudades con más de 100.000 habitantes). El Mediterráneo es el motor de España y necesitaría recibir las inversiones necesarias. Por eso operaciones como el Corredor mediterráneo son tan relevantes, para personas y para mercancías, para conectarnos con el resto del mapa europeo”.

El profesor de Geografía de la Universitat de València, Joan Membrado, alude a la calidad de vida como un factor relevante para completar el análisis: “No necesariamente significa más ingresos o renta per cápita, pero sí deriva de un clima (el social y el literal) valorados por la población. Aunque en Madrid y Barcelona haya trabajo mejor remunerado, a partir de un cierto umbral de población las economías de escala pueden convertirse en deseconomías ambientales y pérdida de calidad (precios más altos, más tiempo invertido en desplazamientos…)”.

placeholder Varias personas toman algo en una terraza de Valencia. (EFE/Biel Aliño)
Varias personas toman algo en una terraza de Valencia. (EFE/Biel Aliño)

El 9,9 valenciano no evita, en cambio, uno de los problemas más recurrentes de su comportamiento: la dificultad severa para retener a la población más formada. Como Joan Romero razona, “que llegue más gente que sale no es incompatible con que el talento siga saliendo… sobre todo al extranjero o a Madrid”.

Como durante 2020 insistieron los informes del Consejo de la Juventud o del IVIE (Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas), las provincias valencianas arrastran empleos de baja calidad, con una renta un 12% inferior a la media española. En el mapa del talento autonómico (abril 2021) de la Fundación Cotec, junto al IVIE, se sitúa a la Comunidad Valenciana en la zona media-baja en el ranking de atracción y retención del talento (Madrid y Navarra ocupan las primeras posiciones; Canarias y Castilla-La Mancha las últimas).

Foto: poblacion-mundial-extincion-ninos-petroleo-futuro

“¿Cómo es posible que estando en la tercera posición del ranking de universidades la renta per cápita no haga más que caer y seamos incapaces de retener y atraer talento?”, se pregunta el profesor Romero.

Es una de las grandes dicotomías que singularizan la demografía valenciana: compatibiliza su vitalidad poblacional con su pérdida de talento.

El último censo del INE creaba una foto fija de la España de las personas que residen fuera de su provincia de nacimiento. La manera de reflejar de qué manera se mueven las placas tectónicas bajo los límites administrativos del país. Situaba a Valencia como la provincia con un mayor porcentaje de permanencia en la península, con un magro 9,9 de personas que naciendo allí residen fuera. Tan solo las provincias insulares —por su propia configuración geográfica— mantenían porcentajes por debajo del 10%. La cifra de Valencia contrasta con el invierno demográfico de provincias como Ávila (51%), Soria (52%) o Cuenca (51%) que ya cuentan con más abulenses, sorianos y conquenses fuera de su territorio que dentro. La España a dos velocidades.

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