Caos en la Banda de Valencia: "Tenemos que pagar nosotros los instrumentos rotos"

118 años de historia y ningún conflicto, hasta ahora. La centenaria Banda Sinfónica Municipal de Valencia atraviesa “su peor momento”, según miembros de la misma. La disputa con el Ayuntamiento por no querer pertenecer al Organismo Autónomo del Palau de la Música y los problemas internos han generado una serie de confrontaciones que se arrastran durante meses. Desde la Banda aseguran que seguirán peleando para que “todo esto se solucione de una forma u otra”.

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Víctor López Heras. Valencia

Existen dos vertientes. Por un lado, el Ayuntamiento de Valencia propuso en mayo de 2021 que la Banda Municipal (BMV) pasase a formar parte del Palau por una cuestión “organizativa y de eficiencia” dentro del consistorio, aseguran fuentes municipales. Todas las cuestiones relacionadas con la música se gestionan desde el Palau, por lo que este traslado se planteó "por coherencia". El descontento de los músicos fue tal que incluso cancelaron un concierto en el mes de enero y se pusieron en huelga.

Los artistas no querían pertenecer al Palau por miedo a perder su plaza de funcionario público y esta iniciativa les generó cierta desconfianza, aunque desde el Ayuntamiento aseguraron que eso no ocurriría. No obstante, y después de las protestas –tocaban cada lunes ‘La Marcha Fúnebre’ frente a la plaza del Ayuntamiento–, en marzo de este año se paralizó el traspaso. El alcalde de la ciudad, Joan Ribó, se reunió con los miembros de la Banda y se decidió que se mantendrían dentro del propio Ayuntamiento como habían estado hasta ahora.

Aunque todos esperaban que esta decisión calmase las aguas, las heridas abiertas dentro del conjunto musical cogieron fuerza a raíz de las revueltas. Ahora mismo, “la comunicación entre quienes gestionan la banda y los músicos está rota”, explica uno de los afectados que no ha querido desvelar su identidad. Los músicos denuncian un serio problema en la organización y malas relaciones con el director, Rafael Sanz-Espert, que está al frente desde 2018.

Estos encontronazos vienen produciéndose por lo que los músicos denominan una gestión "deficiente" en cuanto a las necesidades de la Banda se refiere. Las cañas para los instrumentos de madera deben cambiarse periódicamente y, aseguran, en muchas ocasiones las financian los propios músicos. Lo mismo ocurre con los desperfectos de los propios instrumentos estropeados, que para arreglarlos, “tienen que pagarlo de sus bolsillos”. Además, apuntan, “a veces no hay camerinos femeninos”.

En el mes de abril, la consejera de Recursos Culturales les convocó a una reunión

En marzo de este año se celebró una votación entre miembros de la banda (profesionalmente denominados profesores) a favor de un cambio organizativo en la misma. 51 de 63 miembros apoyaron la iniciativa. Finalmente, en el mes de abril, la consejera de Recursos Culturales, Glòria Tello, les convocó a una reunión donde el director, Rafael Sanz-Espert, “leyó una carta diciendo que se sentía acosado y proclamándose víctima de todo esto”. Espert, por su parte, no ha querido dar su versión de los hechos.

Nada de esto ha conseguido frenar las disputas internas de la clásica organización. Hace una semana, miembros sindicales aseguraron que si la cosa no cambiaba en el mes de septiembre, volverían las protestas. Estos altercados no se habían producido “nunca”, continúan desde la Banda; “y tampoco tenemos una planificación en condiciones… antes, por lo menos sabíamos dónde tocábamos a seis meses vista, ahora es un caos”. La BMV celebra en torno a 90 conciertos anuales y se trata de una de las agrupaciones musicales municipales más longevas del país. "Tenemos una historia y un status que tenemos que mantener", sentencian.