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La segunda caída del rey del acero: de perder Ros Casares a ser cazado con mil animales
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OPERACIÓN DEL SEPRONA

La segunda caída del rey del acero: de perder Ros Casares a ser cazado con mil animales

Los administradores concursales aún están liquidando activos del imperio industrial que fundó el patriarca fallecido, que inició la colección de taxidermia con especies en peligro de extinción

Foto: Ejemplares disecados hallados por la Guardia Civil en Bétera. (Guardia Civil)
Ejemplares disecados hallados por la Guardia Civil en Bétera. (Guardia Civil)
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Los administradores concursales todavía están liquidando activos del que fue uno de los grupos industriales más importantes de la Comunidad Valenciana: Ros Casares. La compañía acerera y metalúrgica, que llegó a tener presencia y centros de producción también en el País Vasco y Castilla-La Mancha, entró en barrena hace ocho años, arrastrada por un pasivo de más de 1.000 millones de euros y la incapacidad de superar los efectos del sobreendeudamiento, algunas inversiones fallidas y problemas de suministros con proveedores en plena resaca de la crisis 'subprime'. Aquel mismo año fallecía el patriarca y fundador, Francisco Ros Casares, que ya había cedido el testigo a sus hijos Francisco y Germán.

El primero, que ha quedado en libertad, ha resultado investigado esta semana en el marco de la operación Valcites de la Guardia Civil, que ha destapado en una nave de Bétera (Valencia) 1.090 animales disecados, muchos de ellos especies extinguidas, en riesgo de extinción o protegidas. El Seprona ha calificado la colección como la más grande de España, una de las mayores de Europa y atribuye posibles delitos de contrabando y otro relativo a la protección de la flora y fauna.

"Pensábamos que iba a haber gran cantidad de animales, pero superó todas nuestras expectativas. Era una situación dantesca ver esa cantidad de colmillos y de piezas naturalizadas", explicó el domingo el teniente jefe del Seprona de la Comandancia de Valencia, Carlos Domínguez.

Foto: Una de las viviendas de Ciudad Ros Casares, hoy Ciudad del Turia. (Foto: solvia.es)
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Este templo privado de la taxidermia incluye 405 piezas de animales incorporadas a la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (Cites). La lista engloba especies consideradas ya desaparecidas, como el Oryx dammah o al borde de la extinción, como el addax o el tigre de Bengala. El guepardo, el leopardo, el león, el lince, el oso polar, la pantera de las nieves y el rinoceronte blanco también figuran en la lista de especies incautadas. Las imágenes distribuidas por la Guardia Civil también muestran un elefante disecado. El valor estimado de la colección, con casi dos centenares de colmillos de marfil, es de 29 millones de euros.

Los investigadores están trabajando para determinar cómo llegaron a Bétera los animales. Se ha abierto una línea de colaboración con Europol y las diligencias se instruyen en el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 2 de Líria.

El investigado tendrá que documentar el origen de la colección. La mera tenencia sin justificación es ilegal. Sin embargo, hay que remontarse muchos años atrás para encontrar la razón de tal acumulación de ejemplares disecados. No fue Francisco quien arrancó el controvertido museo, sino su padre, Francisco Ros Casares. Imágenes de archivo difundidas este lunes por la televisión autonómica À Punt muestran al patriarca enseñando la colección en un reportaje emitido por la antigua Canal 9 en 1998. En el vídeo, puede verse al fundador del grupo Ros Casares mostrando piezas similares a las encontradas ahora por agentes de la Guardia Civil, incluido un rinoceronte blanco en peligro de extinción que, según la locutora, podía cazarse en Sudáfrica con permiso del Gobierno de este país "a cambio de una sustanciosa suma de dinero".

Francisco Ros, del que hasta ahora se desconoce si dio continuidad a la colección o solamente la heredó de su padre, ha sufrido ahora un segundo golpe en forma de operación policial. En 2014 vio también cómo su perfil de empresario gestor de éxito, cuya compañía patrocinaba el que ha sido uno de los clubes femeninos de baloncesto más laureados de Europa hasta que desapareció por falta de financiación en 2012, se derrumbaba también a golpe de requerimiento de deuda por parte de los acreedores. Tras ese procedimiento, le llegó una enfermedad que le tuvo postrado en una silla de ruedas.

placeholder La colección de la familia Ros Casares en Bétera incluye 198 colmillos de elefante. (Guardia Civil)
La colección de la familia Ros Casares en Bétera incluye 198 colmillos de elefante. (Guardia Civil)

Una prudencia poco habitual en las empresas familiares con problemas hizo que la familia Ros García no viese comprometido su patrimonio personal por la quiebra del grupo industrial Ros Casares, pues no llegaron a presentar avales o garantías personales por los créditos bancarios. Pero aquella batalla dejó mella en un empresario altivo y muy influyente, que llegó a presidir la delegación de la zona este de la Asociación para el Progreso de la Dirección (APD) hasta que pocas semanas antes de la suspensión de pagos del grupo industrial, en octubre de 2014, cedió el testigo a Íñigo Parra, presidente de Stadler Valencia.

Fue definitivamente un mal año para Francisco: murió el patriarca de la familia y se inició un proceso de desmembración del imperio empresarial. Las principales unidades productivas, aquellas que podían sobrevivir, cambiaron de manos. El gigante alemán Thyssen, con quien Francisco Ros llegó a librar una dura batalla judicial por la empresa en la que compartían accionariado (Thyssen Ros Casares), se quedó el negocio de galvanizados y planos (chapa para la industria del automóvil), y el fondo americano JZI, de la mano de Gedesco, se hizo también con parte de la producción. Ese traspaso permitió salvar muchos puestos de trabajo.

Pero el concurso era de tal magnitud que todavía se siguen liquidando activos para saldar deudas. Los administradores han ido vendiendo maquinaria, naves, depósitos en puertos españoles y activos inmobiliarios. Pero, según ha podido saber El Confidencial, todavía quedan por colocar fincas y naves en Marbella, Tenerife, Mota del Cuervo o Mahón y un grupo de locales trasteros en Granada. Todo quedó fuera del alcance de los hermanos Ros García. El dinero recaudado servirá para seguir pagando deudas a la Agencia Tributaria (Ros Casares sigue figurando como moroso de Hacienda por importe de 1,2 millones de euros), la Seguridad Social, trabajadores y acreedores financieros.

Los administradores concursales todavía están liquidando activos del que fue uno de los grupos industriales más importantes de la Comunidad Valenciana: Ros Casares. La compañía acerera y metalúrgica, que llegó a tener presencia y centros de producción también en el País Vasco y Castilla-La Mancha, entró en barrena hace ocho años, arrastrada por un pasivo de más de 1.000 millones de euros y la incapacidad de superar los efectos del sobreendeudamiento, algunas inversiones fallidas y problemas de suministros con proveedores en plena resaca de la crisis 'subprime'. Aquel mismo año fallecía el patriarca y fundador, Francisco Ros Casares, que ya había cedido el testigo a sus hijos Francisco y Germán.

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