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El gas ahoga a las piscinas municipales: "O bajamos la temperatura o cerramos"
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POR LA FACTURA ENERGÉTICA

El gas ahoga a las piscinas municipales: "O bajamos la temperatura o cerramos"

Empresas concesionarias clausuran instalaciones por toda España por el coste de la factura energética, que alcanza los 35.000 euros al mes. Otras apuran el termostato. El sector de los gimnasios advierte sobre su sostenibilidad

Foto: Piscina del Polideportivo de la Petxina, en Valencia.
Piscina del Polideportivo de la Petxina, en Valencia.

Un pequeño microclima de vaho y humedad caliente sirve de refugio ante la lluvia del exterior y el mal tiempo de una primavera que no termina de llegar. En la piscina municipal del Polideportivo de la Petxina, en Valencia, la semana empieza con los grupos de natación y usuarios de baño libre que ocupan las calles que no han sido reservadas para los cursos. El contraste del primer chapuzón sorprende. Los usuarios se quejan: el agua está más fría de lo habitual. Es un golpe gélido. La Federación de Natación de la Comunidad Valenciana, que gestiona por concesión esta instalación, maneja sin concesiones el termostato, entre uno y dos grados centígrados inferior a lo habitual. Parece poco, pero se nota. La razón es económica. La última factura de gas mensual rondó los 35.000 euros. La subida se arrastra desde hace algunos meses, pero la guerra de Ucrania ha terminado por disparar el precio del combustible más empleado para alimentar las calderas que climatizan el agua.

Piscinas cubiertas municipales, gimnasios privados, 'spas'… Consideradas un símbolo de bienestar en las sociedades avanzadas, las empresas que gestionan este tipo de infraestructuras deportivas están viviendo al límite. Ha habido cierres en Valencia o en la Costa del Sol, ERTE en municipios de Asturias. Un ejemplo: el Grupo Supera, una cadena de gimnasios y centros deportivos con una treintena de concesiones municipales, ha tenido que bajar la persiana de una veintena de piscinas por todo el país. "Ahora mismo estamos con facturas con incrementos del 300%, incluso en algunas del 500%. Eso es absolutamente inasumible, porque, además, nadie nos dice que estos precios no vayan a seguir creciendo", señalan desde la compañía.

Foto: Hornos azulejeros. (Sacmi)

"En el caso de las concesiones, hemos hablado con los ayuntamientos oportunos sin que, por el momento, hayamos encontrado una solución. Por ello, nos vimos obligados a cerrar temporalmente las piscinas, que son las que más consumen gas y luz. Eso nos ha permitido mantener el resto de servicios de estos centros deportivos que gestionamos. En cuanto las energías recuperen precios más moderados, volveremos a reabrir esas piscinas".

En Valencia, Supera ha clausurado dos instalaciones muy demandadas de titularidad del ayuntamiento, el complejo de Abastos y el de Ayora. En estos casos se añade, además, la circunstancia de que los contratos están caducados desde hace seis años, lo que impide realizar inversiones o renegociar tarifas, según ha denunciado el PP de Valencia. El equipo de gobierno municipal trabaja ahora contrarreloj para licitar nuevos concursos y poder reabrirlas, pero el momento es complicado por la situación de costes energéticos desorbitados que distorsionan el cálculo real de mantenimiento. ¿Es estructural? ¿Es coyuntural? Esa es la duda, pero mientras tanto los usuarios siguen con la instalación cerrada, una circunstancia que puede extenderse a otros polideportivos municipales en régimen concesional.

placeholder Dos usuarios de una piscina cubierta en Barcelona. (EFE)
Dos usuarios de una piscina cubierta en Barcelona. (EFE)

El recurso al gas como fuente de calor en las piscinas climatizadas ha ido sustituyendo a otro tipo de combustibles para las calderas, como el gasóleo. En su momento, era una alternativa más barata y limpia. Pero la crisis de precios de los últimos meses ha puesto al borde del precipicio su sostenibilidad económica. "Si hubiera una cubierta de placas fotovoltaicas ya puesta se podría compensar, pero de momento nada", dice la empleada de uno de los polideportivos de Valencia. Aunque ofrece menos rendimiento que el gas, la alternativa del calentamiento eléctrico sigue pendiente en muchos edificios municipales. Y ello pese a la multitud de programas de ayudas a las instalaciones solares. Autonomías y ayuntamientos tienen encima de la mesa importantes recursos del mecanismo europeo de recuperación Next Generation dirigidos a mejorar la eficiencia energética de edificios públicos.

Crisis en los gimnasios

La crisis energética no alcanza solamente a gestores de infraestructuras públicas. La Federación Nacional de Empresarios de Instalaciones Deportivas (FNEID) reclamó la semana pasada a la Administración medidas inmediatas ante la subida de los precios del gas y la electricidad. La patronal de los gimnasios sostiene que su factura energética se ha multiplicado por tres, "algo insostenible" para un sector que ya se vio seriamente dañado por las consecuencias de la pandemia. "El gasto en estos suministros está suponiendo de media el 30% del presupuesto de muchos gimnasios, un coste solo superado por el gasto en personal y que ya ha superado incluso la partida destinada al alquiler de instalaciones", señalaban a través de un comunicado.

Foto: Simulación de la sección 19 del Cementerio General de Valencia con los nichos cubiertos de placas.

“Las consecuencias de la subida del precio del gas y la electricidad están siendo devastadoras para el sector. Desde el inicio de la pandemia, hace ya dos años, con el cierre de la actividad primero y las restricciones posteriores que hemos sufrido, no hemos logrado recuperar las cifras de facturación previas en ningún momento. Si a esto le sumamos una factura energética del todo insostenible, hace que la situación sea realmente complicada”, explica Alberto García Chápuli, gerente de FNEID. “Nos estamos planteando alternativas como la compra agregada de energía, pero nos estamos encontrando con la dificultad de que las compañías en este momento no quieren compromisos a medio plazo”, continúa García Chápuli.

Según señala esta organización empresarial, que propone de entrada una rebaja del IVA en sus servicios a clientes, la subida de los costes está llevando a que numerosos centros se planteen cerrar sus piscinas, "dado el cuantioso gasto de gas que supone mantener el agua caliente, así como a no abrir en determinados periodos de menor afluencia de usuarios para evitar tener conectadas a la red eléctrica las máquinas que se emplean para hacer ejercicio".

Un pequeño microclima de vaho y humedad caliente sirve de refugio ante la lluvia del exterior y el mal tiempo de una primavera que no termina de llegar. En la piscina municipal del Polideportivo de la Petxina, en Valencia, la semana empieza con los grupos de natación y usuarios de baño libre que ocupan las calles que no han sido reservadas para los cursos. El contraste del primer chapuzón sorprende. Los usuarios se quejan: el agua está más fría de lo habitual. Es un golpe gélido. La Federación de Natación de la Comunidad Valenciana, que gestiona por concesión esta instalación, maneja sin concesiones el termostato, entre uno y dos grados centígrados inferior a lo habitual. Parece poco, pero se nota. La razón es económica. La última factura de gas mensual rondó los 35.000 euros. La subida se arrastra desde hace algunos meses, pero la guerra de Ucrania ha terminado por disparar el precio del combustible más empleado para alimentar las calderas que climatizan el agua.

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