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Ximo Puig rebaja el tono con Moncloa por el ciclo electoral y aleja el adelanto
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NO ARRIESGAR Y LLEGAR A 2023

Ximo Puig rebaja el tono con Moncloa por el ciclo electoral y aleja el adelanto

El barón valenciano cierra filas con su partido, pero aguantará la presión. No está dispuesto a disolver el Parlament para compensar las previsibles victorias del PP en Castilla y León y Andalucía

Foto: Pedro Sánchez y Ximo Puig, en el Congreso del PSPV-PSOE de Benidorm en octubre. (EFE/Manuel Lorenzo)
Pedro Sánchez y Ximo Puig, en el Congreso del PSPV-PSOE de Benidorm en octubre. (EFE/Manuel Lorenzo)

El mapa autonómico estrenará el año 2022 en clave electoral. La convocatoria anticipada del popular Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León, prevista para febrero, y el probable adelanto de Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía auguran un ejercicio marcado por dos campañas intermitentes que los conservadores quieren convertir en un aperitivo de las generales para intentar aupar a Pablo Casado a la Moncloa. Los primeros avances demoscópicos anticipan un importante crecimiento de los populares a costa de Ciudadanos y la más que probable reválida de los dos gobiernos autonómicos, aunque está por ver si con un cambio de socios, por la subida de Vox y el desplome naranja que también señalan los sondeos.

En ese escenario, no son pocos los ojos que se han puesto sobre el único barón socialista cuyo calendario podría llegar a solaparse con la cita castelllanoleonesa y andaluza por su capacidad para disolver de forma anticipada: el presidente de la Generalitat valenciana, Ximo Puig.

Los cantos de sirena del adelanto electoral rebotan en la fachada gótica del Palau de la Generalitat

El de Morella ya jugó la carta del adelanto en 2019, cuando avanzó un mes la convocatoria para subirse al carro de las generales del 28 de abril, con un Pedro Sánchez en ese momento en ascenso. El objetivo era doble, movilizar votantes socialistas y tratar de ampliar la distancia sobre Compromís para gobernar con más comodidad. Fue un éxito relativo: los socialistas valencianos ganaron cuatro diputados, pero sus socios perdieron siete (dos Compromís y cinco Unidas Podemos). La mayoría del Botànic se reeditó, pero con menos diferencia con el bloque de la derecha.

Ximo Puig ha ganado peso como barón autonómico en su segunda legislatura. Su influencia y presencia en la política nacional es mayor que antes del 2019. Es el presidente del territorio más poblado gobernado por un socialista. Pero esto no quiere decir que tenga garantizada la reelección. La oposición del Partido Popular se ha reorganizado con los relevos orgánicos tutelados por Génova y Teodoro García Egea, que han dado respaldo a Carlos Mazón y Maria José Catalá para hacerse con el control del partido. Ambos aspiran a subirse a la ola de un cambio de ciclo para reconquistar la Generalitat y el Ayuntamiento de Valencia.

Foto: El presidente de la Junta de Castilla y León, Alfonso Fernández Mañueco. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)

Por eso, los cantos de sirena del adelanto electoral rebotan en la fachada gótica del Palau de la Generalitat. Ximo Puig ha entrado en modo cierre de filas con su partido. Contempla rebajar el tono con el Gobierno para no contribuir al desgaste, poniendo sordina a las reivindicaciones estructurales de su discurso, en su mayoría financieras y asumidas como parte por parte del guion por el gabinete de Sánchez. Su perfil bajo en la última Conferencia de Presidentes, donde no hizo referencia al fondo covid que su Consell ha pintado en las cuentas del año que viene hasta confirmar que el Gobierno está abierto a estudiarlo, es la mejor prueba de la actitud prudente. Se trata de no importunar ahora que el PSOE se juega medir cuán amplia será su derrota en Castilla y León y Andalucía.

Pero con Valencia que no cuenten para contrarrestar con otro adelanto. No es el momento. Demasiado arriesgado. Esa es la posición. El plan del 'president' y su equipo pasa por apurar todo lo posible la legislatura, con el deseo de dejar por fin atrás la pandemia, desplegar los fondos europeos y subirse a la ola de la mayor recuperación económica que auguran las previsiones para el 2022 y el 2023, año en el que Puig tendrá que decidir si tensa el calendario para regresar otra vez al carril de las municipales. Además de canalizar los recursos Next Generation transferidos desde Madrid, Presidencia de la Generalitat tutela con celo los planes de inversión que las empresas con implantación valenciana van a presentar a los proyectos estratégicos (Perte) del Gobierno. La fábrica de baterías de Volkswagen es la deseada guinda de esta tarta. Un proyecto que vale una legislatura y una reelección si el Gobierno y la enseña alemana se decantan finalmente por Sagunto (Valencia). Está en juego la Generalitat valenciana. Pero también la Moncloa.

El mapa autonómico estrenará el año 2022 en clave electoral. La convocatoria anticipada del popular Alfonso Fernández Mañueco en Castilla y León, prevista para febrero, y el probable adelanto de Juan Manuel Moreno Bonilla en Andalucía auguran un ejercicio marcado por dos campañas intermitentes que los conservadores quieren convertir en un aperitivo de las generales para intentar aupar a Pablo Casado a la Moncloa. Los primeros avances demoscópicos anticipan un importante crecimiento de los populares a costa de Ciudadanos y la más que probable reválida de los dos gobiernos autonómicos, aunque está por ver si con un cambio de socios, por la subida de Vox y el desplome naranja que también señalan los sondeos.

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