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Resuelto el misterio del policía desaparecido, la silla de ruedas y la mujer sospechosa
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Todo apunta a una muerte violenta homicida

Resuelto el misterio del policía desaparecido, la silla de ruedas y la mujer sospechosa

El lunes, los investigadores del Grupo de Homicidios de Valencia localizaron su silla de ruedas entre los matorrales de un barranco a las afueras de Godelleta. Ayer encontraron su cadáver

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Isaac desapareció sin dejar rastro el 1 de diciembre de 2019 en Valencia. A priori, quien mejor llevaba la angustia y el misterio de su ausencia era Beatriz, su mujer. Quizá porque ella ya conocía todas las respuestas, aunque cuando la policía le preguntaba se mostraba tan desconcertada como los demás. Los hijos de Isaac, menores los dos, de 10 y 14 años, nacidos de su primer matrimonio sí preguntaban a diario qué le había pasado y dónde estaba. A ellos y al resto de la familia del que fuera agente de la policía local de Catarroja Beatriz les contó la siguiente versión: “Ese día le llevé por la tarde al barrio de Llum de Valencia capital. Había quedado en un bar con unos amigos discapacitados para celebrar un cumpleaños. Le dejé allí y más tarde me envió un mensaje que decía: “Lo siento mucho, pero no voy a volver a casa. Cuando pase algo os avisaran de inmediato, es decisión mía y sólo mía y debéis respetar mi voluntad”. Ese era el mensaje de despedida.

placeholder Paraje donde han encontrado el cadáver. (EC)
Paraje donde han encontrado el cadáver. (EC)

Nada de esto es cierto. Este pasado lunes por la tarde, los investigadores del Grupo de Homicidios de la capital del Turia localizaron su silla de ruedas entre los matorrales de un barranco a las afueras de la localidad de Godelleta. Al día siguiente, el martes, con luz día, revisaron la hondonada, cavaron con picos y palas y a última hora de la mañana encontraron su cadáver. La jueza de guardia de Requena acudió rauda a hacer el levantamiento del cuerpo. Todo apunta a una muerte violenta homicida. Nada que ver con un suicidio. Nada que ver con una eutanasia. Los agentes que investigan la presunta participación de Beatriz en la muerte, la detuvieron inmediatamente. Hay algún testimonio que sugiere que ella no le trataba bien y hasta se reía a veces de su minusvalía. La propia familia de Isaac sospecha que ella lo maltrataba y estaban pensado en ingresarlo en una residencia para tener la garantía de que estaba bien cuidado.

La familia de Isaac desconfió de Beatriz desde el primer momento. Incluso sospechaban que el mensaje de despedida no lo escribió el expolicía

La vida de Isaac, de 45 años, comenzó a torcerse 2014. Una repentina enfermedad neurodegenerativa le separó del servicio activo y le acabó condenado a una silla de ruedas. La ataxia cerebolosa que padecía le fue robando independencia y en el verano del 2019 cayó en una depresión. Al menos es lo que Beatriz le explicó a la policía: “En junio empezó a buscar información para ir a Suiza a someterse a una eutanasia. Comprobó que allí era legal. No quería seguir viviendo”. Ella asegura que lo descubrió revisando el móvil de su esposo mientras dormía. Incluso localizó un anuncio que él había colgado en un portal buscando un chofer que manejase el alemán o el portugués.

La familia de Isaac desconfió de Beatriz desde el primer momento. Nada les cuadraba, incluso sospechaban que el mensaje de despedida no lo escribió el ex policía local. Por eso el 5 de diciembre acudieron a presentar una denuncia a una comisaría de Valencia y dejar por escrito sus sospechas. Poco antes, quizá presionada, ella presentó otra por abandono de domicilio. Tardó cuatro días en hacerlo. Demasiado tiempo para una persona que apenas tenía movilidad y necesitaba persistente asistencia. Ahora se investiga el móvil económico.

Isaac desapareció sin dejar rastro el 1 de diciembre de 2019 en Valencia. A priori, quien mejor llevaba la angustia y el misterio de su ausencia era Beatriz, su mujer. Quizá porque ella ya conocía todas las respuestas, aunque cuando la policía le preguntaba se mostraba tan desconcertada como los demás. Los hijos de Isaac, menores los dos, de 10 y 14 años, nacidos de su primer matrimonio sí preguntaban a diario qué le había pasado y dónde estaba. A ellos y al resto de la familia del que fuera agente de la policía local de Catarroja Beatriz les contó la siguiente versión: “Ese día le llevé por la tarde al barrio de Llum de Valencia capital. Había quedado en un bar con unos amigos discapacitados para celebrar un cumpleaños. Le dejé allí y más tarde me envió un mensaje que decía: “Lo siento mucho, pero no voy a volver a casa. Cuando pase algo os avisaran de inmediato, es decisión mía y sólo mía y debéis respetar mi voluntad”. Ese era el mensaje de despedida.

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