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Impiden el aislamiento a dos agentes que tuvieron contacto con un posible infectado

Dos agentes de la Policía de Valencia acuden a la petición de ayuda desde un domicilio y se ven obligados a reducir a un hombre, posible caso de Covid, que les agrede y les escupe en la cara

Foto: Una agente de la Policía Local da el alto a un conductor, en un control realizado en una de las entradas a Valencia. (EFE)
Una agente de la Policía Local da el alto a un conductor, en un control realizado en una de las entradas a Valencia. (EFE)

Un día de esta semana, da lo mismo cuál, dos policías de Valencia están patrullando en coche las calles. Son dos agentes anónimos, dos de los muchos que garantizan la seguridad y vigilan que se cumpla el estado de alarma. De repente reciben una llamada de la sala de operaciones. "Nos ha llamado un hombre pidiendo ayuda. Dice que su hermano se encuentra en un estado de elevada agresividad. Tiene síntomas de estar infectado por el coronavirus, pero no le han hecho el test. Id con cuidado. Este hombre vive con sus padres. La madre sí es positiva en Covid-19. El marido también pero está ingresado en el hospital. Id para allá". Los policías anotan la dirección que les dan, hacen sonar la sirena, encienden las luces azules y pisan el acelerador.

Llegan a la casa y llaman al timbre, pero nadie les abre. Sin tener que pegar la oreja a la puerta escuchan gritos y golpes en el interior. Insisten y finalmente les abre una mujer. Se identifica como la madre del joven que está fuera de sí. "¿Dónde se encuentra su hijo?", le preguntan. "Se ha encerrado en la habitación. No para de gritar y romper cosas. Está muy violento. Desbocado", asegura la mujer asustada. Mientras los agentes hablan con ella, llega un equipo médico y también un hermano del sujeto, que no vive allí, pero que es quien ha realizado la llamada de alerta: "Mi hermano es bipolar. Probablemente esté contagiado porque vive con mis padres y ellos lo están".

Foto: Varios agentes de policía, en un control en Ponferrada. (EFE)

Los agentes se acercan a la habitación y tratan de tranquilizarlo hablando con él. Sin éxito. Al domicilio llegan más policías y más sanitarios. Ante la imposibilidad de tranquilizarlo, se toma la decisión de que tres policías entren a reducirlo y uno de los sanitarios aproveche para inyectarle un sedante y poder trasladarlo al hospital. Los agentes abren la puerta y logran reducirlo con la mínima fuerza imprescindible, pero antes de que le puedan poner el sedante, el hombre está tan alterado que entra en parada cardiorrespiratoria.

El primero en darse cuenta es un policía experimentado que comienza a practicarle una RCP (reanimación cardiopulmonar). A las maniobras se le une una doctora, mientras otros agentes y sanitarios corren a la ambulancia a por un equipo de reanimación. Tras unos interminables minutos, lo consiguen reanimar, pero el joven se despierta muy agresivo. Intenta agredir a todos los presentes y escupe en la cara a los policías. Le intentan colocar una mascarilla para evitar el posible contagio, pero es casi imposible porque la muerde y trata de dar bocados a los agentes y a la doctora. Finalmente, logran reducirlo y llevarlo al Hospital General de Valencia. En el camino reconoce que ese día ha consumido mucha cocaína. En su domicilio quedan las lágrimas y disculpas de la madre. "Lo siento mucho de verdad, pero es que mi hijo está enfermo", le disculpa.

Foto: Efectivo de la Policía Nacional. (EFE)

Aunque son unas pocas líneas, en realidad la intervención policial ha durado dos horas aproximadamente. Cuando relatan en comisaría lo que ha ocurrido, el subinspector les ordena acudir a Servicios Médicos. El doctor les dice que se vayan a casa, ya que no presentan síntomas y que si antes de este lunes próximo siguen sin síntomas que hagan su turno normal. Poco después les llama el Comisario de Seguridad Ciudadana de Valencia, quien les felicita por la intervención, pero tampoco les indica que deben aislarse. Los agentes, lógicamente preocupados por si han sido contagiados y se lo pueden pegar a sus familias, acaban consultando al sindicato, Jupol. Les recomiendan que vayan a su centro sanitario, pero allí tampoco les dan solución. No pueden tramitarles la incapacidad temporal y tampoco están autorizados para hacerles la prueba y determinar si están contagiados.

Los agentes desesperados vuelven a hablar con el sindicato. Uno de los miembros de Jupol se pone en contacto con el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales y pide ayuda. Le recomiendan que los cuatro policías se aíslen durante 14 días en su casa y, si no tienen síntomas, se reincorporen después de ese periodo. Solo este servicio ha cumplido la normativa, porque el médico de la policía y el doctor del Centro sanitario se han saltado a la torera los protocolos tanto de la propia Policía como del Ministerio de Sanidad que establecen que un contacto cercano durante más de 15 minutos con un posible enfermo o confirmado implica que el agente se quede en su casa durante 14 días con baja médica. Así consta en el Plan de actuación ante el Covid-19 de la Dirección General de la Policía aprobado el 20 de marzo. De momento, los dos agentes de Valencia, salvo que alguien lo remedie, se incorporarán a trabajar el lunes.

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Un día de esta semana, da lo mismo cuál, dos policías de Valencia están patrullando en coche las calles. Son dos agentes anónimos, dos de los muchos que garantizan la seguridad y vigilan que se cumpla el estado de alarma. De repente reciben una llamada de la sala de operaciones. "Nos ha llamado un hombre pidiendo ayuda. Dice que su hermano se encuentra en un estado de elevada agresividad. Tiene síntomas de estar infectado por el coronavirus, pero no le han hecho el test. Id con cuidado. Este hombre vive con sus padres. La madre sí es positiva en Covid-19. El marido también pero está ingresado en el hospital. Id para allá". Los policías anotan la dirección que les dan, hacen sonar la sirena, encienden las luces azules y pisan el acelerador.

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