Muere Teimoso, el león de Bioparc Valencia, por culpa de un cáncer

Teimoso era un león de Angola, una subespecie de leones en peligro de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza. Nació en Lisboa en 2005 y cinco años después llegó a Valencia junto a dos hembras, Luana y Sortuda, como parte de un programa de reproducción. Esta semana ha muerto por culpa de un cáncer.

Los responsables de Bioparc han comunicado la muerte de este león, uno de los animales más carismáticos de este parque. Explican que hace unos meses comenzaron a ver algunos síntomas de enfermedad en Teimoso, como la pérdida de apetito y otras señales de que no se encontraba bien, por lo que decidieron hacerle algunas pruebas.

Los veterinarios del parque le realizaron diversas analíticas y ecografías y llegaron a la conclusión de que se trataba de un proceso inflamatorio intestinal crónico, algo frecuente en felinos. Sin embargo, no respondió bien al tratamiento y dejó de comer: en los últimos días evidenciaba una gran pérdida de su condición física, con claros indicios de que estaba sufriendo y sin calidad de vida. Los responsables del parque decidieron que lo mejor era sacrificar al animal para evitarle más sufrimiento.

Creen que es un cáncer

En las próximas hora someterán a Teimoso a una necropsia para conocer con exactitud las casusas de su muerte, pero desde el parque apuntan a que “podría tratarse de un proceso oncológico en el tracto intestinal”. Ha sido un duro golpe para los profesionales que trabajan en Bioparc, ya que el león era un animal muy querido.

Teimoso era muy querido entre los cuidadores del parque por su carácter afable, pero también por los visitantes

Sortuda y Luana, sus dos compañeras, se quedan sin la presencia del jefe de la manada, pero seguirán viviendo junto a Shanga y Tata, dos de sus crías nacidas en Valencia. Es habitual ver a todos estos animales en su espacio del Bioparc, observando a los antílopes y jirafas que viven a pocos metros de ellos.

Teimoso era muy famoso tanto para los visitantes como para los trabajadores. Los primeros inmortalizaban con sus cámaras su impresionante aspecto y se amedrentaban con sus rugidos. Los segundos disfrutaban trabajando con él, que siempre facilitaba las inspecciones veterinarias como si supiera que lo hacían para ayudarle.