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Joan Ribó: "Hemos destruido el tópico de que la izquierda no sabe gobernar la economía"
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Joan Ribó: "Hemos destruido el tópico de que la izquierda no sabe gobernar la economía"

El alcalde de Valencia reivindica su gestión tres años y medio después del cambio político. Defiende la ciudad como polo de atracción de innovación y la calidad de vida que ofrece su actual tamaño

Casi un cuarto de siglo tardó la izquierda valenciana en recuperar el Gobierno municipal de la tercera ciudad de España. Tras una sucesión de victorias del Partido Popular —que parecían incontestables desde que en 1991 la malograda Rita Barberá se hizo con la vara de mando tras desalojar a la socialista Clementina Ródenas—, el actual alcalde, Joan Ribó, dio la sorpresa en mayo de 2015 dando el sorpaso al PSPV-PSOE con Compromís y situándose a la cabeza de una nueva mayoría en Valencia. Este curtido político de 71 años, ingeniero agrónomo y catedrático de secundaria, se topó de golpe con un premio, para muchos inesperado, a una dilatada trayectoria que nació en los movimientos cristianos socialistas y que le ha llevado a navegar por las aguas del Partido Comunista, de Izquierda Unida, después, y finalmente en el ala ecosocialista de Compromís junto con compañeros y compañeras de viaje como la vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra.

Su primer gesto cuando tomó posesión del cargo el 13 de junio de 2015 fue ordenar al secretario del ayuntamiento que guardase la vara de mando de alcalde. "No es un símbolo que representa mi forma de gobernar. Prefiero, en cualquier caso, el diálogo con mis vecinos y vecinas". Desde entonces, Ribó ha tenido que dialogar mucho, en especial con sus socios de gobierno, una coalición de tres patas compuesta con los socialistas y con Valencia en Comú, la franquicia de Podemos en la ciudad. Pese a las tensiones y desequilibrios propios de este tipo de acuerdos de gobierno, Ribó hace un balance positivo de su gestión en estos tres años y medio y destaca especialmente el trabajo realizado en materia de movilidad, en gestión económica municipal o en tratar de captar para la ciudad talento y empresas innovadoras. "Estamos viendo en estos momentos un alud de empresas que quieren instalarse aquí y estamos teniendo un avance importante. Me da la sensación de que Valencia se está posicionando muy bien", asegura en el Foro Ciudad Futura, organizado por El Confidencial y Ferrovial.

Joan Ribó sostiene que la ciudad de Valencia "se está posicionando muy bien" en el nuevo escenario territorial español

Tras encontrarse un consistorio marcado por los desequilibrios financieros, Ribó presume de la próxima salida anticipada del ayuntamiento del plan de ajuste impuesto por el Ministerio de Hacienda y de ser una Administración modélica en la relación con sus proveedores. "Hemos hecho una buena gestión. Aquel tópico de que la izquierda no sabe gobernar la economía aquí lo hemos destruido estrepitosamente con gran dolor del Partido Popular y Ciudadanos. Pero la realidad es muy clara; hemos bajado la deuda por debajo de los 500 millones y estaba en más de 1.000. Hemos bajado el periodo de pago a proveedores. Nos sale a uno y pico días o a dos días. Estamos teniendo unos datos que están funcionando, y además no hemos tocado ninguno de los impuestos a más del 99% de los impositores y por supuesto a las familias. Solo subimos un impuesto: el de las empresas importantes que estaban en la ciudad y que pagaban con el mismo coeficiente que un piso", afirma.

Pero el secreto del saneamiento, según el alcalde de Valencia, no reside exclusivamente en haber elevado la presión fiscal a las grandes empresa. "La subimos a cotas razonables, como está en Málaga, en Madrid o en otras ciudades". La clave del 'milagro' económico local está en la gestión de la vigilancia fiscal, sostiene. "El IAE [impuesto de actividades económicas] no se inspeccionaba desde hace años y el ICIO [impuesto de construcciones] tampoco. Lo que hacemos es hacer cumplir la ley a todo el mundo. Tenemos niveles de inversión del 70 o 75% superiores a los de los gobiernos anteriores. Estamos sinceramente satisfechos en la gestión. Nos hemos salido del plan de ajuste tres años antes. Teníamos que salir en 2021 y hemos salido en 2018. Eso nos permite agilidad", añade.

placeholder Joan Ribó conversa con Alberto Artero, director general de El Confidencial. (Marga Ferrer)
Joan Ribó conversa con Alberto Artero, director general de El Confidencial. (Marga Ferrer)

Abandonar el plan de ajuste significa para la ciudad desprenderse del corsé que le impedía, por ejemplo, ampliar competencias en materia de movilidad a través de la Empresa Municipal de Tranportes o montar una fundación o una sociedad para poner en marcha el Centro Mundial de Alimentación Sostenible en colaboración con la FAO, uno de los proyectos estrella de Ribó, basado en el estudio de la nutrición en los entornos urbanos y las grandes ciudades.

La afluencia de empresas innovadoras a que se refiere Ribó se concentra principalmente en la fachada marítima, el lugar que tanto el Gobierno municipal como la Generalitat se están esforzando en convertir en distrito digital y emprendedor. La Marina Real, antigua platea del campo de regatas de la America's Cup, ejerce de polo de atracción, en parte gracias a iniciativas como la Marina de Empresas y Lanzadera de Juan Roig o Bankia Fintech. Telefónica ha anunciado la puesta en marcha de un centro de seguridad informática y la firma belga Fosbury & Sons se perfila como concesionaria de la Estación Marítima, un espacio que pretende acoger a centenares de 'startups'.

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Pero el Consorcio Valencia 2007, la entidad tripartita que gestiona este espacio urbano-portuario, arrastra el lastre de una deuda que ronda los 400 millones de euros, de los cuales unos 350 millones se corresponden con préstamos del ICO. "Es imprescindible abordar este problema desde Madrid. Exactamente igual que se abordaron las deudas de las Oimpiadas de Barcelona o las expos de Sevilla o de Zaragoza. Es una obra de la Copa del América y las deudas vienen de las obras de la Copa del América", señala el alcalde. "Hay un compromiso de Ximo Puig y el presidente del Gobierno [Pedro Sánchez]. Estuve el martes en Madrid preguntando tres cosas. Cuándo, cuánto y cómo. Tiene que concretarse si la cantidad abarca al ICO o también a la antigua deuda del Santander. La conclusión de la reunión con la secretaria de Estado de Hacienda del pasado martes es que vamos a convocar un consejo rector antes de Navidad, con fechas posibles 11 o 18 de diciembre, para tratar todos estos temas. Si nos olvidamos de estas deudas, la Marina funciona estupendamente. Desde el año 2017 está teniendo resultados positivos", añade sobre la cuenta de explotación del consorcio.

placeholder Gonzalo Rodríguez San Juan, director de Administraciones Locales de Ferrovial Servicios, en el foro, con el alcalde de Valencia. (Marga Ferrer)
Gonzalo Rodríguez San Juan, director de Administraciones Locales de Ferrovial Servicios, en el foro, con el alcalde de Valencia. (Marga Ferrer)

En la relación con el Estado, no se trata del único hito en el que Valencia espera compromisos dinerarios. De los Presupuestos para 2019 que Sánchez quiere desplegar —pero para los que no cuenta, por ahora, con mayoría suficiente— dependen también iniciativas estratégicas para la ciudad. Ya no solo el corredor mediterráneo o la conexión con Zaragoza y el Atlántico, que Ribó considera "prioritarios". "Si no hay unos Presupuestos claros para nuestra autonomía, que ha estado sistemáticamente marginada, creo que esos Presupuestos no valen. Ese requisito es fundamental. Dicho eso, entre esos requisitos está el tema del enterramiento de vías, concretamente de la zona de Nazaret. También el Parque Central es clave. Antes de acabar el año inauguraremos la parte del jardín, pero esa no es la parte dura. La parte dura es el enterramiento, el canal de acceso, en su primera fase, y la construcción de la estación y la salida hacia el norte del AVE y los trenes".

Límites al crecimiento urbano

Más allá de las obras públicas, también el sector privado de la construcción se mueve. Proyectos inmobiliarios que quedaron aparcados por la crisis económica y el pinchazo del ladrillo han resucitado, en parte impulsados desde la capacidad planificadora del consistorio. Ribó defiende que todos los agentes económicos compiten en igualdad de condiciones. "Aquí puede entrar desde la empresa más potente hasta la cooperativa", dice en referencia a las cooperativas de vivienda que el Ayuntamiento quiere promover, aunque todavía con escaso éxito.

"Aquí puede entrar desde la empresa más potente hasta la cooperativa", dice el alcalde sobre los protagonistas de la reactivación inmobiliaria

El PAI del Grao, Benimaclet, la Nueva Fe, Cabañal… ¿Hay diferencias de planificación en los proyectos con respecto a la etapa anterior? "Hay una diferencia fundamental. Hemos evitado que se construya en ninguna hectárea más de huerta. En el PGOU del PP había 11 zonas que se comían 11 zonas de huerta y hemos decidido protegerlaS junto con la Generalitat. Valencia tiene que tener de nuevo una muralla verde que la proteja de las expansiones sistemáticas. Se puede construir dentro de las zonas urbanizables que están diseñadas ya dentro del Plan General de 1988, para 30.000 o 40.000 personas más. No tenemos proyecto de hacer una gran ciudad. Nos gusta el tamaño de la ciudad de Valencia. Es un tamaño cómodo y no tenemos los problemas que se pueden tener en Madrid a la hora de moverse. Creo que la gente está muy a gusto. Tenemos la masa crítica para disfrutar cualquier actividad cultural, deportiva o de otro tipo sin sufrir muchos de los problemas que se generan en la grandes ciudades".

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Que el dirigente de Compromís busque limitar el crecimiento urbanístico no significa que eluda relacionarse con su área metropolitana, explica. Valencia, una ciudad de algo menos de 800.000 habitantes, crece por encima del millón y medio si añade a las poblaciones de su cinturón urbano. Es lo que algunos urbanistas locales denominan la Gran Valencia, un espacio donde los términos municipales se difuminan, al igual que ocurre a mayor escala con Madrid o Barcelona. "Las fronteras del municipio son unas fronteras completamente irreales para el ciudadano. Cada mañana en la Avenida del Cid o la Autovía de Ademuz decenas de miles de personas salen o entran a trabajar y por la tarde se van al cine o a comprar. En temas de movilidad, basuras o depuración de aguas, hay que hacer un planteamiento de área metropolitana. Cuando estaba de concejal, recuerdo que una de las cosas que planteamos fue la necesidad de volver a un área metropolitana que por desgracia el Partido Popular se cargó. Y no lo entiendo, eran todos del mismo partido y eran incapaces de entenderse. Esto ha generado problemas tontos, como que la bici de alquiler nuestra no es de la misma empresa que la de Mislata y el pobre chaval de Mislata que quiere ir a la universidad que está en nuestro término no puede. Lo normal era que nos hubierámos puesto de acuerdo. Tenemos que tener centros de trasferencia de cambio. Esto se está haciendo en Burjassot, en Mislata y algún otro sitio", explica.

placeholder Joan Ribó, en un momento de su intervención en el Foro Ciudad Futura de El Confidencial y Ferrovial. (Marga Ferrer)
Joan Ribó, en un momento de su intervención en el Foro Ciudad Futura de El Confidencial y Ferrovial. (Marga Ferrer)

El equipo municipal ha tratado de potenciar los servicios de transporte metropolitano y Ribó defiende su impulso, pero achaca a la necesidad de un mayor compromiso del Gobierno central el que no se haya avanzado a la velocidad deseada. "Lo hemos potenciado. Ha sido una de las batallas. Lo hemos trabajado con la Generalitat codo con codo. Pero eso cuesta dinero. En Barcelona, por ejemplo, saben que para tener un tique único metropolitano necesitan un apoyo estatal. Lo hemos estado pidiendo y nos parece fundamental", afirma. "Nuestro peor problema de movilidad no está dentro, sino en las entradas y las salidas. Nuestros colapsos están en las conexiones con los polígonos de fuera o con los grandes centros comerciales o ‘shoppings’ de fuera de la ciudad. Eso se puede arreglar con una política de movilidad metropolitana".

Movilidad es la palabra de moda

Como todas las capitales españolas, Valencia vive una efervescencia en materia de movilidad, con la particularidad de que Ribó tiene en su equipo uno de los concejales de España seguramente más activos a la hora de pelear espacios para el transporte alternativo, especialmente la bicicleta, al vehículo tradicional, Giuseppe Grezzi. "Vamos hacia nuevos paradigmas. La ciudad no es para el coche, que es un componente más. También se anda, se va en bicicleta, ahora también en patinete o en transporte público. Por eso hay que repartir el espacio. Somos conscientes de que los cambios de movilidad generan problemas, por eso es muy importante también la participación, hablar con la gente, ver qué opiniones tiene", dice el alcalde.

La cooperación privado-pública creo que es buena. Intentar municipalizar excesivamente también es un error que puede salir muy caro

Sobre el coche eléctrico, lanza muchas matizaciones: "Estamos motivando el cambio, bajamos el impuesto de circulación en los híbridos el 85% y en los eléctricos el 90%. Lo que no queremos es que bajo la excusa del coche eléctrico aumentemos la circulación de coches, preferimos la sustitución. ¿Estamos impulsándolo? Sí, pero sabiendo que el coche tiene que compartir el espacio con lo demás".

Y esa misma visión la extiende a las formas compartidas de movilidad: "Hay que integrar todas estas formas. Nos han salido 10 nuevas hoy y en 2019 saldrán siete u ocho más. Estamos absolutamente convencidos. Las formas compartidas son importantes, pero no queremos dar a ninguna la bandera de que es la mejor". Sobre el 'carsharing', cree que tiene un impacto en la reducción de vehículos particulares y está a la espera de informes que cuantifiquen esa capacidad de descongestión. En Madrid, por ejemplo, el uso compartido de coches eléctricos se está perfilando como un aliado del proyecto de control del tráfico en el centro (Madrid Central) que impulsa Manuela Carmena.

placeholder Joan Ribó, en el centro, en el encuentro Foro Ciudad Futura de EC-Ferrovial. (Marga Ferrer)
Joan Ribó, en el centro, en el encuentro Foro Ciudad Futura de EC-Ferrovial. (Marga Ferrer)


¿Remunicipalizar servicios? Depende

La alianza entre iniciativa pública y privada forma parte ya del paisaje en las administraciones españolas. Como persona ligada al universo de la izquierda, Ribó ha escuchado los cantos de sirena del discurso de la recuperación para la gestión directa de servicios públicos. Pero se muestra muy cauto cuando se le pregunta. Su Administración no destaca por haber hecho de este asunto un eje de gestión política. Su equipo solamente ha rescatado la gestión de unas escuelas infantiles que eran de titularidad municipal. "Hay aspectos en los que es bueno introducir directamente una gestión municipal y en otros hay que ser muy prudente. Un ejemplo: si tienes que tener una empresa muy tecnologizada, creo que no es bueno intentar municipalizarla al 100%. Puede ser interesante estar al 49-51 o al 51-49. Pero avanzar más en esa idea yo creo que en este momento no es conveniente", explica.

No tenemos el proyecto de hacer una gran ciudad. Nos gusta el tamaño de la ciudad de Valencia

"Hay otro problema, que es qué hacer con los trabajadores de las empresas que se han remunicipalizado. Es un problema serio que ha tenido también la Generalitat y no tiene una solución fácil. En el sector servicios, nosotros tenemos zonas municipalizadas, zonas en concesión y zonas intermedias. Un ejemplo es el del agua. Es muy complicado, y en eso hay que ser flexible. La cooperación privado-pública creo que es buena. Se ha querido a veces privatizar excesivamente, pero intentar municipalizar excesivamente también es un error que puede salir muy caro, tanto en eficacia como en economía".

Vía valenciana a la turismofobia

Valencia es una de las ciudades que han tenido que poner orden en el fenómeno de los apartamentos turísticos. La suya ha sido una acción casi preventiva, cuando comenzaban a asomar los primeros problemas de convivencia y competencia feroz con un sector profesional del turismo que vive una especie de larga luna de miel por el creciente auge de la ciudad como destino, especialmente internacional. "Valencia no tiene la gravedad de Barcelona u otras ciudades. Pero nos empezaba a preocupar seriamente en algunos barrios: zona centro, Ruzafa e inicialmente en el Cabañal. La Generalitat tiene un registro de pisos turísticos para poderse legalizar. Con la última ley, para poder acceder a este registro se necesita la compatibilidad o el plácet del ayuntamiento. No damos el plácet a cualquier apartamento. Si está por encima del primer piso, nuestras normas turísticas no lo permiten. Sí se puede si todo el edificio es turístico. Eso restringe drásticamente y elimina muchos de los problemas que tenían los vecinos con respecto a los apartamentos turísticos. Desde que entró la ley en vigor, se han dado contados con los dedos de la mano nuevos pisos turísticos", resume el alcalde como estrategia para mantener los equilibrios.

Nos gusta mucho el turismo, pero no queremos que nuestra ciudad se convierta en un parque temático

De nuevo, la idea de reforzar la inspección es la que gana peso en el enfoque del seguimiento y cumplimiento de la normativa. "Queremos diferenciar entre el señor que tiene un piso para que estudie su hijo, que lo alquila en lo que es una cierta economía social, y el negocio del apartamento turístico, que es en lo que se ha convertido. Y ahí queremos ser muy serios y bastante drásticos. No queremos que nuestra ciudad se convierta en un parque temático, sinceramente. Nos gusta mucho el turismo, pero queremos que Valencia siga siendo Valencia, con sus costumbres. No me gusta recorrer desde la estación hasta la plaza de la Reina y ver tantos bares que se parecen tanto a cualquier ciudad del mundo. Me gustaría que Valencia fuera una ciudad más diferenciada".

"Hay que buscar salidas políticas en Cataluña, nos jugamos muchas plumas"

En apariencia, la ciudad de Valencia se ha visto beneficiada por la conflictividad política en Cataluña. El 'procés' ha cambiado la sede social de importantes compañías, como CaixaBank, que han encontrado refugio en tierras valencianas. En algunos casos, como el del banco, la emigración ha sido mucho más nominal que real, algo así como empadronarse en una ciudad para disfrutar de algunas de sus ventajas pero manteneniendo la residencia real en otra. 

La llegada de exiliados económicos ha contado con la bienvenida de las administraciones locales y autonómica valenciana. Sin embargo, el alcalde de Valencia, Joan Ribó, advierte de que tras ese escenario hay una trastienda más inquietante. Cataluña ha sido tradicionalmente comprador y vendedor preferente de servicios y productos de la Comunidad Valenciana. 

Ribó es un firme defensor de la vía política para encontrar estabilidad en el entuerto catalán. "Ya está bien. Hay que dialogar. Hemos jugado emocionalmente demasiado. Hay que buscar salidas políticas. Nosotros podemos ganar alguna empresa pero perdemos muchas plumas en esto. Es el principal comprador-vendedor y todo esto no nos ayuda".  Y añade: "Ese elemento de desestabilización general nos crea muchísima incertidumbre. Hay que buscar una salida, por supuesto dentro de un Estado, plurinacional o como sea, pero eso tiene que acabarse ya, es imprescindible".

Casi un cuarto de siglo tardó la izquierda valenciana en recuperar el Gobierno municipal de la tercera ciudad de España. Tras una sucesión de victorias del Partido Popular —que parecían incontestables desde que en 1991 la malograda Rita Barberá se hizo con la vara de mando tras desalojar a la socialista Clementina Ródenas—, el actual alcalde, Joan Ribó, dio la sorpresa en mayo de 2015 dando el sorpaso al PSPV-PSOE con Compromís y situándose a la cabeza de una nueva mayoría en Valencia. Este curtido político de 71 años, ingeniero agrónomo y catedrático de secundaria, se topó de golpe con un premio, para muchos inesperado, a una dilatada trayectoria que nació en los movimientos cristianos socialistas y que le ha llevado a navegar por las aguas del Partido Comunista, de Izquierda Unida, después, y finalmente en el ala ecosocialista de Compromís junto con compañeros y compañeras de viaje como la vicepresidenta valenciana, Mónica Oltra.

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