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Un mástil del 'artefacto flotante' de Alicante cae y el dueño tiene diez días para trasladarlo
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"lo que quieren es hundir el barco"

Un mástil del 'artefacto flotante' de Alicante cae y el dueño tiene diez días para trasladarlo

El buque, una réplica del Santísima Trinidad que se hundió en la batalla de Trafalgar, espera en un muelle mercante a la resolución de los tribunales sobre su futuro

Foto: Estado del mástil de proa del 'Santísima Trinidad'. (Cedida por Rafael Ibáñez)
Estado del mástil de proa del 'Santísima Trinidad'. (Cedida por Rafael Ibáñez)

Tras el traslado a un muelle de barcos mercantes en el Puerto de Alicante, el deterioro del Santísima Trinidad va en aumento. Este buque de acero –que toma su aspecto y nombre del navío hundido en la batalla de Trafalgar– y que ha sido relegado a la categoría de 'artefacto flotante', ha sufrido este sábado la caída de un mástil de proa que sirve para ajustar las velas y que sostiene otros mástiles principales, lo que ha provocado daños sobre la cubierta y parte del muelle 7, un hecho que denuncia el propietario del buque, Rafael Ibáñez, quien dispone de un plazo de diez días para retirar el barco.

El empresario, que se encontraba en aquel momento en Madrid, ha tenido que desplazar a una persona de su equipo desde Murcia para valorar la situación y critica que haya tenido que enterarse "por los medios locales", sin que las autoridades involucradas en el litigio hayan hecho ninguna comunicación oficial, dice.

Vea todas las fotos del barco, antes y después del traslado

El accidente sucede una semana después de que se llevara a cabo la retirada de la réplica del barco histórico del paseo marítimo por parte de la Autoridad Portuaria de Alicante (APA), cumpliendo así una orden judicial que respondía a un informe de la Capitanía Marítima en el que se cuestionaba la seguridad del pesado buque de acero, que funcionó como restaurante y bar de copas hasta finales de 2016, cuando la APA decidió no renovar la concesión para prevenir posibles daños y colisiones. El Santísima Trinidad estaba atracado desde 2011 junto a una explanada donde se celebraban mercadillos y actividades y recibía numerosas visitas.

Ibáñez culpa precisamente a la APA por las condiciones del traslado y del "mal amarre, con los cabos cruzados". "Después de todos los golpes que le dieron al bauprés contra las palmeras, tenía un pequeño daño controlado por nuestros técnicos pero cuando han llegado al otro sitio han atracado mal, no han asegurado nada y el barco se expone a constantes golpes de mar". El bauprés ha cedido y además ha partido la punta del primer mástil.

El empresario madrileño explica que cuando se decidió que el barco no era seguro ni como atracción turística ni como para mantenerlo a flote, se ordenó su desguace. Pero lo cierto es que la empresa estimó que el barco cumplía todas las condiciones de seguridad y navegabilidad, y así trató de dejarlo patente a través de informes técnicos y periciales "homologados", por lo que siguió invirtiendo en mejorar un buque de 2.500 toneladas que tan solo tiene 12 años de vida útil. El bauprés, en concreto, no pudo repararse por las demoras en la tasación de los seguros. Fuentes de la Autoridad Portuaria se han jactado en declaraciones a medios alicantinos de la idoneidad del traslado porque "en el caso de no haberlo hecho, podría haber ocasionado daños personales y materiales debido al mal estado del barco".

De todas formas, la empresa tampoco puede entrar en el artefacto porque la rampa de entrada está en el agua, la luz está cortada, el generador que les habían prometido no ha llegado y, por tanto, tampoco han podido poner personas de vigilancia. Así que ahora mismo está apostado en un muelle exterior "sin abrigo", cargado de muebles "del siglo XVI", que entre continente y contenido está valorado en 1.200.000 euros. Y el futuro del barco depende del veredicto del Tribunal Superior de Justicia (TSJ).

Diez días para retirarlo

Pero mientras tanto, el Puerto de Alicante ha exigido que Ibáñez lo retire en diez días. Un plazo que considera imposible de cumplir porque una operación así requiere de otros trámites, como contratar a una empresa de traslado que debería aprobar Capitanía Marítima, y además todavía cabe esperar el veredicto del TSJ.

"Si no nos dieran la razón, habría que llevarlo a un muelle de abrigo y de ahí a dique seco". El traslado a un varadero en diez días resulta imposible porque los únicos que garantizan una plaza le obligan a esperar hasta el 1 de agosto o a principios de 2018.

"Nos sentimos impotentes contra la Administración. Si no hay sentencia firme, seguir actuando así es muy negligente", y advierte Ibáñez: "Vamos a actuar judicialmente contra las personas físicas que han actuado porque entendemos que se han saltado todas las reglas". A su juicio lo que se persigue es que se acabe hundiendo el barco, "y se pondrán la medallita de haberlo prevenido", quizá para utilizarlo como atracción de buceo en la entrada del puerto más tarde, desliza. En cualquier caso, agota sus cartas y pide un plazo hasta 2018 para hacer una inspección en dique seco.

Tras el traslado a un muelle de barcos mercantes en el Puerto de Alicante, el deterioro del Santísima Trinidad va en aumento. Este buque de acero –que toma su aspecto y nombre del navío hundido en la batalla de Trafalgar– y que ha sido relegado a la categoría de 'artefacto flotante', ha sufrido este sábado la caída de un mástil de proa que sirve para ajustar las velas y que sostiene otros mástiles principales, lo que ha provocado daños sobre la cubierta y parte del muelle 7, un hecho que denuncia el propietario del buque, Rafael Ibáñez, quien dispone de un plazo de diez días para retirar el barco.

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