La figura rota de Lladró: descapitalización y ERE en “la mejor embajadora de España”
La mítica firma de porcelana no encuentra la fórmula para recuperar ventas y recurre a la ingeniería financiera para repartir el patrimonio entre sus socios familiares, enfrentados durante años
Corría el año 1988 cuando se inauguró por todo lo alto en la Quinta Avenida de Nueva York el Museo Lladró, a escasa distancia del Metropolitan, en pleno centro de Manhattan. “Lladró es la mejor embajadora de España”, declaró entonces la infanta Pilar de Borbón. En esa época, las figuritas de porcelana más caras del mundo causaban furor entre las clases adineradas (o no tanto). Lladró llegó a contar con tiendas y delegaciones comerciales en varios puntos de Estados Unidos, Europa, Rusia y las plazas más pujantes de Asia. En la década de los ochenta y noventa del pasado siglo todo el mundo quería tener una de sus barrocas “meninas” en el aparador del salón. “Fue un camino que recorrimos los tres hermanos juntos y que durante mucho tiempo hicimos lo posible para que las tensiones que había entre nosotros no trascendieran fuera de nuestro círculo empresarial. Yo por lo menos así lo hice. Soporté ataques constantes de uno y las maniobras del otro. Hasta que la fórmula explotó”, confiesa José Lladró, uno de los tres hermanos fundadores (Juan y Vicente son los otros dos) en unas memorias, escritas en 2011 pero que fueron publicadas a principios de este año.
En 2007, tras una entrada de siglo nefasta para el negocio, varios ejercicios con pérdidas y enfrentamientos constantes entre los hermanos, Juan optó por elevar su participación hasta el 70% y hacerse con el control de la enseña cerámica tras ceder a José y Vicente otros negocios familiares y hacer importantes desembolsos. Fue tras un proceso de subasta interno porque la intención inicial era directamente sortear la empresa ante la incapacidad fraternal para compartir la gestión, según confiesa Vicente, el menor, en su propio libro de memorias editado en 2007. “Un día mis hijos me dijeron: 'Papá, te vamos a dar una mala noticia: los tíos van a sortear la empresa a ver quién se hace con el mando'. Aparentemente no me inmuté. Recordé las pocas veces que mis dos hermanos habían llegado a una entente”.
“Un día mis hijos me dijeron: Papá te vamos a dar una mala noticia: Los tíos van a sortear la empresa a ver quién se hace con el mando”, confiesa Vicente Lladró
La concentración de la propiedad y los cambios permanentes en los órganos de gobierno no parecen haber servido para estabilizar la compañía. Tras una aparente recuperación en 2012 y 2013, la sociedad emblema, la que agrupa los activos productivos como la fábrica valenciana de 100.000 metros cuadrados de Tavernes Blanques, volvió a registrar 4,4 millones de euros de pérdidas en 2014. El pasado 15 de diciembre, la empresa comunicó a los trabajadores de sus filiales la decisión de poner en marcha un nuevo Expediente de Regulación de extinción de Empleo que afectará a 250 empleados de una plantilla alrededor de 700. El ajuste se justifica por causas económicas y se sumará a otros recortes de plantilla de años anteriores.
Uno de los problemas fundamentales es que Lladró no logra dar con la tecla en la renovación de los diseños. Los modelos clásicos se siguen vendiendo, pero cada vez menos, y los nuevos no terminan de cuajar. El año pasado las ventas se situaron en 37,7 millones frente a los 42,9 millones de 2013. El resultado de explotación (1,3 millones) fue positivo pero el patrimonio neto se ha visto afectado como consecuencia de la salida de activos de la compañía.
Este aspecto, el del vaciamiento o descapitalización del grupo, es el que más polémica y malestar interno ha generado en los últimos meses. Aunque la dirección de la empresa que encabeza Juan Vicente Sanchis niega que exista una estrategia de despatrimonialización, lo cierto es que en apenas tres años las reservas han pasado de 129 millones de euros a apenas 29 millones. Es decir han salido en forma de dividendos cien millones de euros, al tiempo que se ajustaban la plantilla y los salarios.
Traspaso de la histórica filial de Estados Unidos
La última de estas operaciones se ha producido este año. Según recoge la propia memoria de las sociedad anónima Lladró en el capítulo de hechos posteriores al cierre de cuentas de 20014, en enero se procedió al traspaso de la filial de Estados Unidos Weil Ceramic and Glass por 60,1 millones de euros. Esta mercantil fue una de las primeras fábricas que los Lladró compraron en norteamérica durante el exitoso proceso de internacionalización que iniciaron en el siglo pasado. Nada mas cerrarse la operación de traspaso de la filial, el consejo de administración aprobó un reparto de dividendo de 60,5 millones de euros. En 2013 se produjo una circunstancia similar, con la salida de la caja de 26 millones en favor de la matriz de cartera Sodigei, que su vez repartió importes similares entre las tres ramas de la familia.
La salida patrimonial más llamativa, por su carga simbólica , ha sido la de la colección pictórica valorada en 6,8 millones de euros. Estos cuadros sirvieron como pago en especie de la ampliación de capital de una mercantil del grupo denominada South Hill que posterioremente fue traspasada a Sodigei como reparto de dividendo en especie. La colección, que ya no forma parte del patrimonio de Lladró SA, sino de la sociedad que domina su accionariado, se exhibe ahora en la Fundación Bancaja. Esta compuesta de más de setenta obras de artistas como Juan de Juanes, el Greco, Ribera, Zurbarán o Joaquín Sorolla.
Intento de pacificación con la segunda generación
La empresa matriz Sodigei la preside desde septiembre Mari Luz Lladró (hija de Juan) y en el consejo participan además demás su marido Juan Ignacio Jara, su hermana Rosa Lladró y sus primos Carmen Lladró y David Lladró, descendiente de José y Vicente, respectivamente. La entrada de estos dos últimos se interpretó como el final de años de enfrentamientos entre Juan y sus dos hermanos, que estaban completamente apartados de la toma de decisiones.
Tanto la pacificación interna como las operaciones continuadas de reparto de dividendos se han producido en paralelo a los rumores de negociaciones para la venta a terceros de parte de la compañía. Este verano, la empresa reconoció que había mantenido conversaciones con fondos americanos en busca de capital “para financiar los proyectos de futuro”. Sin embargo, no hay constancia de que se ha producido acuerdo alguno.
Corría el año 1988 cuando se inauguró por todo lo alto en la Quinta Avenida de Nueva York el Museo Lladró, a escasa distancia del Metropolitan, en pleno centro de Manhattan. “Lladró es la mejor embajadora de España”, declaró entonces la infanta Pilar de Borbón. En esa época, las figuritas de porcelana más caras del mundo causaban furor entre las clases adineradas (o no tanto). Lladró llegó a contar con tiendas y delegaciones comerciales en varios puntos de Estados Unidos, Europa, Rusia y las plazas más pujantes de Asia. En la década de los ochenta y noventa del pasado siglo todo el mundo quería tener una de sus barrocas “meninas” en el aparador del salón. “Fue un camino que recorrimos los tres hermanos juntos y que durante mucho tiempo hicimos lo posible para que las tensiones que había entre nosotros no trascendieran fuera de nuestro círculo empresarial. Yo por lo menos así lo hice. Soporté ataques constantes de uno y las maniobras del otro. Hasta que la fórmula explotó”, confiesa José Lladró, uno de los tres hermanos fundadores (Juan y Vicente son los otros dos) en unas memorias, escritas en 2011 pero que fueron publicadas a principios de este año.