Fabra logra una calma tensa en el PP valenciano ante la visita de Rajoy

Alfonso Rus no tendrá que fingir estar enfermo para no coincidir este lunes en Valencia con el presidente del Gobierno y del PP, Mariano Rajoy, como reconoció tuvo que hacer la exalcaldesa de Alicante Sonia Castedo hace unos meses en una situación parecida. Su suspensión temporal de militancia por "un comportamiento vergonzoso" –repitieron este lunes sin cesar tantos altos cargos del partido de toda España cuando se les preguntaba por el caso– justificará su ausencia del acto en el que Rajoy presentará el programa sobre empleo de precampaña.

Este era uno de los objetivos que se había marcado Alberto Fabra. Que la visita de Rajoy se produjese con Rus ya aislado tras un cordón sanitario, evitando la imagen de Rajoy junto al hasta el sábado presidente provincial del PP que, de no haber sido suspendido, habría acudido al acto.

Sin embargo, el segundo objetivo de Fabra es conseguir que Rus dimita como alcalde de Xàtiva y de la presidencia de la Diputación Provincial de Valencia. "Rus lo que tiene que hacer es apartarse y dejar a otros que tengan una idea de la Comunitat Valenciana que no nos avergüence", dijo Fabra. Unas palabras muy duras que dan idea del pulso que ha jugado durante los últimos días.

Rus, por su parte, se resistió de nuevo: "Voy a llegar hasta el final del mandato. Y sobre la candidatura al ayuntamiento, ya veremos", dijo Rus la tarde de ayer desde Xàtiva, defendiendo además su inocencia y asegurando que la persona que aparece en la grabación contando dinero no es él. "El partido tiene que escucharme", reclamó.

De momento, Fabra puede presentarse ante Rajoy como vencedor de esta batalla. Ha fulminado con una velocidad inaudita a Rus y la dirección del partido ha celebrado la supuesta celeridad con que se ha actuado en un nuevo caso de corrupción en la Comunitat Valenciana. Pero el asunto es más complejo y tiene dos derivadas esenciales.

Por una parte, está el caso que está siendo investigado por la Fiscalía Anticorrupción. Se trata del presunto cobro de comisiones por parte de dos personas próximas a Rus. Existen unas grabaciones, que realizó uno de ellos, Marcos Benavent, ahora en paradero desconocido, durante años. En esos documentos sonoros hay conversaciones que, según aseguran quienes las han oído, comprometen a más miembros del PP valenciano y que no se limitan a la Diputación de Valencia.

Por otra, el malestar creado entre los seguidores de Rus en el partido. Ven en esta operación de Fabra una inquina especial. "Contrasta mucho con la actitud con otros miembros del partido, como Carlos Fabra, al que fue a abrazar y a apoyar el día antes de sentarse en el banquillo y a Rus de momento nadie lo acusa de nada", explican desde el entorno del ya expresidente provincial. Incluso la oposición insistió en eso. "Si saben más sobre las tropelías de Rus deben contarlo", dijo Ximo Puig, candidato del PSPV. "No es el caso Rus, es el caso PP. Y eso lo sabemos los que hemos escuchado las grabaciones", añadió el candidato de EU, Ignacio Blanco.

Fabra ha tomado la decisión de apartar a Rus con el respaldo de Génova y con el consentimiento de los otros barones provinciales, tanto de Castellón como Alicante, Javier Moliner y José Císcar respectivamente. Aunque Fabra quería nombrar una gestora para el PP de la provincia de Valencia, finalmente ha dejado en manos de Vicente Betoret, número dos de Rus, el poder. En torno a Betoret se están agrupando las filas de Rus de momento.

"Aquí no sólo se está diseñando la imagen del PP ante las elecciones autonómicas y municipales. También se está preparando el día después. Si Fabra no logra unos resultados aceptables, la guerra en el PPCV será total. Quitarse a Rus aprovechando este huevo es una victoria para Fabra, pero para nada cierra el conflicto que se pueda generar el 25-M", explica un dirigente del PP.

En esta estrategia hay quien ve la mano del secretario general del PPCV, Serafín Castellano, quien, pese al cargo, en realidad fue apartado de la dirección del partido precisamente a exigencia de Rus y el resto de barones provinciales. Pero Castellano, ahora delegado del Gobierno, es un resistente: ha sido zaplanista, campista y fabrista, siempre en el intento de controlar el partido.

Lo que el PP valenciano, en ese estado de calma tensa, no le puede ofrecer a Rajoy este martes es la seguridad de que se ha atajado el problema de fondo, es decir, el del caso que se investiga. Al margen de los cuatro pasajes que han trascendido –sólo una grabación– y algunas referencias en otras conversaciones a la connivencia de Rus en las negociaciones de las comisiones, distintas fuentes que conocen el contenido de las grabaciones aseguran que "el caso va mucho más allá", por lo que existe un temor por que empiece un goteo de filtraciones con nombres de otros dirigentes del partido implicados.

Génova impuso durante un par de años un cordón sanitario a la Comunitat Valenciana. Rajoy sólo lo rompió en contadas ocasiones para evitar vincularse a los reiterados casos de corrupción de la región. Aunque Fabra ha ido apartando a tantos implicados como ha podido de las listas y los altos cargos, lo cierto es que la sensación de que aún quedan sorpresas por salir cunde en el partido.