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¿Es la participación en estas elecciones de Cataluña la más baja de la historia?
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cae por primera vez en esta década

¿Es la participación en estas elecciones de Cataluña la más baja de la historia?

En estos comicios autonómicos no se ha vuelto a batir el récord de presencialidad en las urnas, al revés: el absentismo ha aumentado a pesar del voto por correo

Foto: Un integrante de una mesa electoral de El Masnou, Barcelona, desinfecta una urna (EFE)
Un integrante de una mesa electoral de El Masnou, Barcelona, desinfecta una urna (EFE)

La burbuja de la participación ciudadana en las elecciones autonómicas de Cataluña ha explotado. Después de la cita electoral celebrada en 2017, más de cinco millones y medio de ciudadanos censados en la comunidad autónoma estaban llamados a ejercer su derecho al voto este 14 de febrero, en una cita electoral que se ha desarrollado con un protocolo específico de seguridad debido al coronavirus SARS-CoV-2 y que desde el principio estaba marcada por un mal presagio: el de la baja presencialidad en las urnas a causa de la tercera ola del covid-19. De acuerdo con lo que pronosticaban ya los últimos sondeos de estimación de voto publicados antes del 9 de febrero, la fecha en la que ya no se permitía en estas elecciones difundir encuestas de forma previa al 14-F a la espera de los sondeos a pie de urna, el absentismo en los locales electorales ha escalalado hasta una cifra mucho mayor que la registrada en la cita electoral de 2017, cuando la ausencia de los electorales en las urnas se cifró en tan solo un 20,9% al lograrse un 79.09% de participación con los resultados definitivos, tal y como recuerda la Generalitat catalana en el portal informativo que ha preparado para estas elecciones.

Esta cifra récord pulverizó las marcas históricas registradas hasta esa fecha en unos comicios autonómicos, una participación electoral que en la última década no ha hecho más que crecer desde el año 2010, con la extinción del tripartito catalán y al compás del enfrentamiento por el procés catalán iniciado por Artur Mas al comienzo de la década y 'culminado' por el gobierno de Carles Puigdemont con el referéndum del 1 de octubre de 2017. Al ser esta jornada electoral muy distinta a su predecesora, el 'conseller' de Acción Exterior, Bernat Solé, ha querido recalcar al presentar ante la prensa los avances de participación durante la jornada que sería más preciso comparar dicha participación con, por ejemplo la convocatoria electoral de 2010, cuando se dio una participación del 58,8%, a cinco puntos de la registrada en esta ocasión.

En esta ocasión, el milagro de un nuevo récord en la participación se ha esfumado. Si bien el voto por correo, en sintonía con las declaraciones que ha dado Solé este 14-F, ha crecido en un 350%, el dato de participación se ha desplomado en la noche electoral hasta un 53,54%, la cifra más baja del histórico de los comicios para renovar el Parlament celebrados desde los años 80. Tal y como refleja la Generalitat de Catalunya en su portal de datos abiertos, para remontarse a un dato de participación tan bajo como este hay que trasladarse hasta el año 1992, con las elecciones en las que Jordi Puyol revalidó por cuarta vez su liderazgo en la Generalitat, con Convergència i Unió como la primera fuerza política en todas las comarcas de Catalunya a excepción de una, de acuerdo con lo que recoge en su hemeroteca acerca de estas elecciones el Govern. La participación en estos comicios se situó en un 54,9% —con un 45,1% de abstención, redondeando—, por lo que el absentismo de esta cita electoral relega la marca que anotó las autonómicas de 1992 al aumentar en 1,3 puntos, aproximadamente.

Foto: Miembros de una mesa electoral con equipos de protección sanitaria (EFE)


Ciudadanos, la lista más votada en 2017

Si se hace un repaso de las elecciones para renovar el Parlment más recientes, se comprueba que el dato más alto de participación ciudadana registrado en unas autonómicas se dio en 2017, después de que el Gobierno central de Mariano Rajoy cesara al completo al Govern de Carles Puigdemont —que se presentó en esos comicios como candidato de JxCAT por "la restitución del Gobierno legítimo"— por la convocatoria de un referéndum ilegal y la declaración unilateral de independencia. Con la aplicación del artículo 155 de la Constitución, un precepto constitucional con el que el Ejecutivo central puede intervenir en una comunidad para hacer cumplir la ley, se convocaron elecciones para constituir un nuevo Parlament el 21 de diciembre de 2017, en un momento en el que la discusión pública sobre el independentismo se encontraba en su punto álgido, de ahí que la participación en las urnas alcanzase casi el 80%. En aquel momento, los sondeos ya apuntaban a que se superaría esa cifra, por lo que la presencialidad logró en la noche electoral el récord histórico de alcanzar un 81,94%, una cifra que después se reduciría hasta el 79,09% por el voto CERA, el de los residentes ausentes en España.

Desde el año 2012, cuando Artur Mas lideraba desde Convergència i Unió la agenda política del independentismo, la participación no ha hecho más que crecer apegada en bastante medida a un clima político enraizado en la lucha soberanista. Ya en 2015 se trascendió la barrera del 70%, nunca antes alcanzada en una consulta electoral a nivel autonómico pues esta cita en las urnas pretendía ser un antes y un después en la línea de actuación de Mas. Sin embargo, la convocatoria acabó ensalzando a otro líder, Carles Puigdemont, como el guía a alcanzar la soberanía tras un acuerdo de Junts pel Sí con la CUP que aseguraba la línea continuista de la Generalitat hacia la independencia. Para cuando se celebró la cita electoral de 2017, Gobierno central y Generalitat estaban enfrentados y la causa abierta del 'procés catalán', en vías judiciales, lo que conllevó que el absentismo en las urnas se redujese hasta un ínfimo 20,94%, la cifra más pequeña del histórico.

De la jornada del 21 de diciembre, Inés Arrimadas, la por aquel entonces candidata por Cataluña de Ciudadanos, salió coronada como la candidata a la que los electores habían apoyado de forma más mayoritaria en las urnas, pues la formación 'naranja' se hizo en esta cita con un 25,35% de los sufragios, lo que traducido en escaños supuso 36 asientos. Así, tras lograr conquistar el partido el terreno político a nivel nacional, se alzó como la primera fuerza política —de corte no independentista además— y se impuso a Junts per Catalunya y ERC como la lista más votada. Sin embargo, esa victoria no fue suficiente, ya que con 66 votos a favor y seis abstenciones —las de la CUP— el tanto se lo volvió a apuntar el independentismo al conseguir llegar a un acuerdo para nombrar president a Quim Torra, inhabilitado por desobediencia en septiembre de 2020 por el Tribunal Supremo.

La burbuja de la participación ciudadana en las elecciones autonómicas de Cataluña ha explotado. Después de la cita electoral celebrada en 2017, más de cinco millones y medio de ciudadanos censados en la comunidad autónoma estaban llamados a ejercer su derecho al voto este 14 de febrero, en una cita electoral que se ha desarrollado con un protocolo específico de seguridad debido al coronavirus SARS-CoV-2 y que desde el principio estaba marcada por un mal presagio: el de la baja presencialidad en las urnas a causa de la tercera ola del covid-19. De acuerdo con lo que pronosticaban ya los últimos sondeos de estimación de voto publicados antes del 9 de febrero, la fecha en la que ya no se permitía en estas elecciones difundir encuestas de forma previa al 14-F a la espera de los sondeos a pie de urna, el absentismo en los locales electorales ha escalalado hasta una cifra mucho mayor que la registrada en la cita electoral de 2017, cuando la ausencia de los electorales en las urnas se cifró en tan solo un 20,9% al lograrse un 79.09% de participación con los resultados definitivos, tal y como recuerda la Generalitat catalana en el portal informativo que ha preparado para estas elecciones.

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