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La repetición electoral gana peso

Dos escenarios para Cataluña tras sus elecciones más inciertas

En teoría una mayor abstención favorece a JxCAT o a que partidos pequeños como el PDeCAT consigan representación en el Parlament. Pero la abstención será muy asimétrica

Foto: Debate de los candidatos a la Generalitat en RTVE. (EFE)
Debate de los candidatos a la Generalitat en RTVE. (EFE)

Cataluña vivirá mañana sus elecciones más inciertas. Los indecisos superan el 22% y la participación podría ser excepcionalmente baja por una confluencia de diversos factores. Hay miedo de ir a votar a causa de la pandemia y hay cansancio del procés tanto en los sectores constitucionalistas, que se consideran más abstencionistas, como de independentistas auténticos que empiezan a valorar que los partidos con representación parlamentaria solo les han traicionado en su anhelo de separarse de España. Imposible leer una abstención, que algunos 'tracking' electorales sitúan en el 50%. En teoría, una mayor abstención favorece a JxCAT o a que partidos pequeños como el PDeCAT consigan representación en el Parlament.

También en un plano teórico será una abstención asimétrica. Se teme que voten menos las personas mayores, lo que perjudicaría a las formaciones como el PSC o JxCAT. Los partidos con votantes más jóvenes son ERC, la CUP y los Comunes. Pero la asimetría no acaba aquí. También se prevé que voten menos los residentes en zonas más urbanas –área metropolitana de Barcelona–. Por tanto, será muy difícil entender por qué no ha votado la gente que se queda en casa. Habrá múltiples razones. Además, se da el factor del voto de correo, más de 191.000 cursados. Es casi todo el censo de Lleida, que no se sabe a quién puede apoyar. Se prevé que puedan beneficiar a los socialistas catalanes. Pero tampoco está claro.

Escenario 1. El más probable. Repetición electoral

Según la Generalitat, han muerto en Cataluña por la pandemia más de 20.000 personas. No ha sido suficiente para que los partidos hagan una pausa y aparquen las cuestiones nacionales alrededor del independentismo y se centren en gestionar la crisis más grave que ha vivido Cataluña desde la Guerra Civil. Al contrario, todo está mucho más polarizado. La entrada de Vox en la Cámara catalana y la subida de la CUP harán que los acuerdos en la nueva legislatura sean mucho más difíciles.

Para agravar la situación general, el independentismo ha firmado por escrito un compromiso de no pactar con el PSC, el único partido que apostaba, junto con los Comunes, con romper los bloques entre constitucionalistas y soberanistas. Pero este acuerdo para cegar las opciones de Salvador Illa para alcanzar la presidencia de la Generalitat puede ser un éxito para destruir pero no puede levantar nada. ERC y JxCAT desconfían. No hay compromiso de que los primeros apoyen a Borràs ni de que los segundos arropen a Aragonès como 'president'. Tampoco que la CUP respalde a Borràs a causa de los presuntos casos de corrupción que pesan sobre su persona.

Por tanto, hay acuerdo sobre a quién no investir, pero no sobre a quién investir. Hay tantos compromisos de partidos que se excluyen unos a otros; hay tantos vetos cruzados –por ejemplo, de los Comunes contra JxCAT o contra el PDeCAT– que en la práctica no será posible formar un gobierno y menos si hay nueve partidos con representación en la cámara, los mismos que han tenido acceso a los debates electorales.

Sin poder formar gobierno, pasado los tres meses reglamentarios habría que volver a convocar elecciones en medio de una pandemia y generando más incertidumbre todavía que la actual.

Escenario 2. Menos probable. Gobierno independentista

En muchas encuestas, JxCAT, ERC y la CUP suman 68 escaños o más. Eso daría la misma mayoría que hay ahora en la cámara catalana. Podría sumarse el PDeCAT, que podría entrar ayudado con una baja participación.

En este caso lo más probable es que el 'president' fuese Pere Aragonès, contando con que ERC quedase como primera fuerza. ¿Por qué esta sería la opción más probable? Porque JxCAT, que tiene una buena candidata y que ha hecho una buena campaña para su electorado, tiene mucha competencia en formaciones hacia las que se va el voto. Es la consecuencia de la competencia por la pureza independentista. Está el PDeCAT, con Àngels Chacón, que puede obtener cerca de 100.000 votos. Pero, además, está Primàries, están los ultraderechistas de Front Nacional de Catalunya. Y también el PNC de Marta Pascal. De manera que Carles Puigdemont habría perdido las elecciones no ahora, sino cuando se fue peleando con todas estas formaciones.

En este panorama se repetiría, pero al revés, el actual Govern. Aragonès, 'president'. Laura Borràs, consellera de Presidència; y Meritxell Budó, presidenta del Parlament. La CUP podría tragarse el sapo de apoyar la investidura y se volvería al entorno de parálisis institucional que ha marcado la anterior legislatura pero con Salvador Illa de líder de la oposición.

La incógnita es el rol que jugaría el PDeCAT en caso de que logre entrar en el Parlament. Si Chacón entrase en el Govern, el Ejecutivo catalán sería casi calcado al que llegó a la parálisis de enero de 2019, cuando Quim Torra dio por muerta la legislatura. Incluso las crisis serían similares. Si Quim Torra cayó por una pancarta, Borràs podría tener que dejar el cargo por haber fraccionado unos contratos menores para favorecer a un amigo. Sería en esencia el mismo Gobierno pero al revés. En esencia, pero de diferente manera que en el escenario de bloqueo, las elecciones tampoco habrían servido para nada.

Cataluña vivirá mañana sus elecciones más inciertas. Los indecisos superan el 22% y la participación podría ser excepcionalmente baja por una confluencia de diversos factores. Hay miedo de ir a votar a causa de la pandemia y hay cansancio del procés tanto en los sectores constitucionalistas, que se consideran más abstencionistas, como de independentistas auténticos que empiezan a valorar que los partidos con representación parlamentaria solo les han traicionado en su anhelo de separarse de España. Imposible leer una abstención, que algunos 'tracking' electorales sitúan en el 50%. En teoría, una mayor abstención favorece a JxCAT o a que partidos pequeños como el PDeCAT consigan representación en el Parlament.

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