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PSOE y PSC anotan fallos del 21-D: indultos, debates, mensajes "equívocos" y polarización
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EL BALANCE DEL CAMINO A LAS URNAS

PSOE y PSC anotan fallos del 21-D: indultos, debates, mensajes "equívocos" y polarización

Aunque los dos partidos insisten en que ha sido clave el contexto y en que su situación no es igual a la de los perdedores de la noche, sí hacen autocrítica y reconocen errores en la campaña

Foto: Pedro Sánchez y Miquel Iceta, este 22 de diciembre en la sede central del PSC, en la calle de Nicaragua de Barcelona. (EFE)
Pedro Sánchez y Miquel Iceta, este 22 de diciembre en la sede central del PSC, en la calle de Nicaragua de Barcelona. (EFE)

Ni en el PSC ni en el PSOE hay un mínimo atisbo de satisfacción con los resultados del 21-D. Nadie ocultó su decepción e incluso su incredulidad por unos datos que no se esperaban y que quedaban muy lejos de las expectativas propias y ajenas. "Esperábamos más", no se han cumplido los objetivos, constataba Miquel Iceta. "Es verdad que avanzamos, aunque no en la intensidad que quisiéramos, pero el camino de la reconciliación, la convivencia y el encuentro es más que nunca reivindicable en el conjunto de la política catalana y española", aseguraba por su parte Pedro Sánchez, evitando la tentación de repetir aquel "hemos hecho historia" que tanto se le afearía internamente y que soltó la noche electoral de las generales de 2015 cuando las urnas le castigaron. Pero tampoco ha sobrado la autocrítica en público. En privado sí se explican y asumen los errores de la campaña y del candidato, como su promesa de pedir indultos para los políticos independentistas que sean condenados, su actuación mejorable en los debates electorales o su discurso en ocasiones "equívoco" o "ambiguo" que fue penalizado por una sociedad que pedía claridad y despreciaba la templanza, las posiciones intermedias y conciliadoras.

Concurren varias razones para explicar que los socialistas no se hayan hecho demasiada sangre por el 21-D. Influye la tranquilidad orgánica de la que disfrutan Sánchez e Iceta —no es previsible que las aguas se remuevan en todo este ciclo electoral, y ninguno de los dos tiene rival interno— y el propio contexto. Como dicen en Ferraz, no se puede "abstraer" el resultado del PSC de lo que ha ocurrido en el trayecto final hacia las urnas, de la extremada "polarización" entre independentistas y constitucionalistas, y de las dificultades propias de una campaña anómala, con candidatos encarcelados —Oriol Junqueras, Jordi Sànchez, Joaquim Forn— o huidos —Carles Puigdemont y los 'exconsellers' que marcharon con él a Bélgica—.

Pero esa mayor prudencia pública en el análisis también se debe a que PSOE y PSC quieren poner de relieve la endiablada situación que arranca a partir de ahora, con una vuelta a la casilla de salida y el riesgo de que el conflicto se enquiste, y a que no se quiere homologar el mal dato de Icetasolo un escaño más que en 2015, solo 1,16 puntos de diferencia y 80.000 papeletas más— con el de los grandes perdedores: los comunes, que perdieron tres escaños; la CUP, que pasó de 10 a cuatro, y el PP, que se hundió por completo, al quedarse con solo tres de sus 11 diputados. Los socialistas igualan su posición a la de ERC, ya que ambos defraudaron expectativas, y la diferencian de la de los triunfadores del 21-D: Ciudadanos, la fuerza vencedora en escaños (37) y votos (1,1 millones), y Junts per Catalunya, la lista del 'president', que ganó su pugna fratricida con los republicanos por el liderazgo del bloque secesionista. El PSC logró aguantar el vendaval naranja, pese a todo.

Pese a la decepción, PSC y PSOE recuerdan que se rompe la tendencia histórica de descenso, que logró aguantar al vendaval Cs y que el contexto influyó


Sánchez añadió un elemento más: dado que el proyecto del PP "está agotado" y sufre una "crisis de liderazgo" por el "empuje de Ciudadanos" en el campo conservador, resulta que de las dos grandes fuerzas llamadas a gobernar España, "el único partido que tiene una presencia notable en todos los territorios es el PSOE y quien puede garantizar esa vertebración". El secretario general, pues, quiere pasar página pronto y centrarse en su combate contra el PP, erigiéndose él mismo como la única alternativa viable. E Iceta, por su parte, quiere seguir al frente. No habrá dimisión.

Foto: La presidenta andaluza, Susana Díaz, en los jardines del Palacio de San Telmo en Sevilla. (EFE)

¿Qué pasó?

¿Pero qué fue mal? ¿Por qué el PSC no cumplió expectativas, pese a que las encuestas esta vez sí vaticinaban una clara subida de Iceta? ¿Qué hicieron mal el candidato y su equipo? "Quizá no hemos prestado atención a la excepcionalidad de esta contienda electoral, no hemos generado suficiente confianza en sectores populares no independentistas, y que la tercera vía no es vista aún como una solución capaz de superar una situación tan polarizada", señaló Iceta, acompañado de Sánchez, en la rueda de prensa que siguió a la reunión de la ejecutiva del PSC.

La promesa de pedir el perdón para los dirigentes condenados se asume con un gran patinazo en la recta final que pudo privar a Iceta de más votos

De puertas para dentro, dirigentes de los dos partidos hermanos aportan más razones concretas que contribuyen a explicar el segundo peor resultado histórico de los socialistas catalanes y su superación por Cs, que le dobló en votos y escaños y consolidó su primera posición en bastiones del PSC, como en los municipios de la corona metropolitana —L'Hospitalet, Terrassa, Cornellà, Santa Coloma de Gramenet, Granollers, Gavà, Mataró, Badia del Vallès...—, y venció en el conjunto de Barcelona y Tarragona.

  • Los indultos. Ocurrió en la recta final de la campaña. Iceta, en una entrevista de radio, adelantó que si llegara a ser 'president' pediría el indulto para los políticos encarcelados si hubiera sentencia condenatoria. El primer secretario no había consultado su propuesta con el PSOE, que enseguida se desmarcó aunque evitó polemizar para no arruinarle el esprint final.

Aunque aquello fue un "ataque de sinceridad" del candidato, como decían los suyos, generó de inmediato dudas y temores dentro del PSC: quedaba muy poco para las urnas y aquel episodio podía ser aprovechado, y así fue, por Cs. Iceta se vio obligado a recular —"es prematuro"—, y aseguró que no le importaba pagar el precio de una equivocación si con ello favorecía la reconciliación. Ya era tarde. Ese mismo día, el exministro Josep Borrell se incorporaba a la campaña y desdecía a Iceta: antes de coser las heridas, dijo, hay que "desinfectarlas". Justo lo contrario. En el comité electoral reconocían abiertamente este viernes que la controversia "no ayudó nada de nada" a la campaña, y desdibujó su imagen frente a los votantes, muchos de los cuales pudieron recalar en Cs.

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  • Los debates. Se celebraron tres en los quince días oficiales de contienda, pero los dos más importantes, el de La Sexta y el de TV3, se produjeron en el ultimísimo tramo. Y al que los socialistas conferían más relevancia, era el de la cadena de Atresmedia, porque su electorado potencial estaba ahí. Iceta, sin embargo, estuvo menos visible, "casi desaparecido", en el espacio presentado por Ana Pastor. Apenas interrumpió y no quiso entrar en la confrontación, aconsejado por sus asesores para reforzar su perfil presidencial. El resultado fue un Iceta desvaído, casi espectador de las estocadas entre los demás. Inés Arrimadas, blanco de los independentistas, sí se defendió "bien", según apreciaban incluso los socialistas. En TV3, sí se vio al candidato más activo y a la carga. El impacto de los debates en el decurso de la campaña, sin embargo, fue menor.
  • Los mensajes "equívocos". En el PSOE y en el PSC hay dirigentes que tienen la sensación de que el candidato erró al intentar captar votos de distintos caladeros, porque al final tuvo problemas para afianzarse y anclar su mensaje. "Ese intento de tercera vía", de proyecto que quedaba fuera del bloque independentista y del constitucionalista, "pudo resultar ambiguo", apreciaba una integrante del equipo de confianza de Sánchez.

"No sé si faltó más contundencia, lo que sí sobraron fueron mensajes de comprensión hacia los 'indepes'", analiza un alto cargo de la cúpula federal

"No sé si faltó más contundencia, lo que sí sobraron fueron mensajes de comprensión hacia los 'indepes'", apuntaba otro alto cargo, poniendo como ejemplo las promesas de indultos. Y añadía: "El único que arriesgó más fue Miquel. Trenzó una alianza con los ex de Unió y con referentes de la izquierda, y a veces pudo lanzar mensajes equívocos que confundieron a los votantes y no dieron al final resultado".

  • El enfoque de la campaña. En los dos partidos hermanos se preguntan ahora si se erró en el planteamiento general de la campaña. "El 21-D al final no respondió a la pregunta de qué hacer con tu voto, sino qué eres tú. O sea, basculó en torno a la identidad", un terreno en el que el PSC no se siente cómodo, precisamente porque defiende una identidad "mestiza", "catalanista" y "transversal". "Si la batalla va de eso, ahí Cs nos ganará siempre, porque nació para eso", indica un miembro de la cúpula catalana. Fuentes de la dirección del PSC piensan que quizá el error fue dirigirse a un sector catalanista moderado que, directamente, "ha desaparecido": "Queremos combatir esas dos Cataluñas, pero por ahora es la realidad. Hemos apelado a los que no están ahí. La gente lo que quería era revancha, y no reconciliación".
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Lo que las urnas han demostrado es la dirección que se habría probado más errónea aún: una línea más contemporizadora con los separatistas, más de rechazo frontal a la aplicación del 155, como pretendía, por ejemplo, la alcaldesa de Santa Coloma, Núria Parlon, que llegó a dimitir de la ejecutiva federal. El sentido común señala que quizá habría sido más acertado endurecer el discurso. Pero en el sanedrín electoral tienen serias dudas de que esa estrategia hubiera funcionado, por no ser creíble Iceta en ese papel de confrontación total. El triunfo inapelable de Arrimadas dio alas al círculo de Susana Díaz: entendían que su mensaje habría calado más. No lo tiene tan claro el PSC. "Cuidado, porque a ojos del votante catalán, Susana es más parecida a Xavier García Albiol [el candidato del PP que, literalmente, se ha estrellado este 21-D] que a Inés", advierte un miembro del primer anillo de poder del PSC, que a su vez remarca que ese perfil de látigo contra los 'indepes' lo asumió una de las estrellas invitadas, Josep Borrell, y no sirvió para desincentivar del todo la marcha hacia Cs.

Foto: Pedro Sánchez y Miquel Iceta, junto con Salvador Illa, José Luis Ábalos y Eva Granados, este 22 de diciembre en Barcelona en la sede del PSC. (EFE)
  • La polarización. En los 'trackings' de los últimos días antes de las urnas los socialistas ya se mostraban más prudentes. Veían que Iceta cedía espacio, que Cs subía imparable. "Inés se nutre de ese estado de ánimo, y de las expectativas de crecimiento. Y en esta ocasión ha operado mucho más el llamamiento al voto útil, y los medios han presionado mucho a favor de ella". En ese contexto de mayor polarización, las posiciones templadas, razonan en Ferraz y Nicaragua, son las que más sufren. "Las buenas soluciones en momentos de crispación no venden. El árbitro, en un Madrid-Barça, no tiene adeptos", resumía un alto mando de la cúpula de Sánchez, que recordaba a su vez lo que pasó en las primarias socialistas, en las que el que encarnaba la posición central, Patxi López, salió igualmente escaldado. En los dos partidos hermanos, creen que este elemento, la pulsión hacia los extremos, hacia Cs y ERC, y la eficaz apelación al voto útil por parte de los naranjas, decantó definitivamente la balanza mucho más que los errores propios cometidos por Iceta. "Se ha votado en clave de sentimiento, no en clave ideológica izquierda-derecha", indica por su parte una responsable del comité electoral.

Los catalanes querían "revancha, no reconciliación", señalan en PSOE y PSC, que se fijan en la extrema polarización y el funcionamiento del voto útil

A ello se unía la falta de "confianza" que generaba el PSC entre los electores, en palabras del primer secretario. "El partido venía de dos tripartitos, de defender el derecho a decidir en 2012, de abandonarlo en 2015... Eso hace que cueste conseguir la confianza, e Inés no hacía más que repetir que Miquel buscaría montar un tripartito, cuando él dijo que no en todo momento. Pero Cs es una fuerza reactiva, que crece con el independentismo, y que no tiene historia detrás", valoraban desde Ferraz.

  • Una semana de más. La sensación que anida en el PSOE y en el PSC es que la campaña se hizo larga. En cuanto Mariano Rajoy, en aplicación del 155, convocó los comicios, los socialistas se pusieron manos a la obra y disfrutaron de semanas "prácticamente solos", mientras las formaciones separatistas debatían cómo concurrir. Pero cuando la batalla se recrudeció, en las dos últimas semanas, y el debate se polarizó, el PSC sufrió más, a lo que se sumaron los errores del candidato, justo en ese tramo final. "Nos sobró una semana", reconocen fuentes de las dos direcciones. Claro que no ayudó a ver la dimensión del problema el "espejismo" de los actos: se notó una mayor asistencia a los mítines, mayor ilusión... pero no se tradujo en una avalancha de votos y escaños.
Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. (EFE) Opinión

"Unanimidad" en el rumbo

Pasadas las urnas, el PSC se quiere centrar en su labor de oposición. Y hay "unanimidad", destacó el primer secretario, en que ha de mantenerse el discurso de "superación de bloques, respeto y reconciliación", siempre desde un prisma de izquierdas y con el objetivo de un mayor autogobierno y una mejor financiación para Cataluña. Recuerda al bloque separatista que tiene la responsabilidad de dirigir la Generalitat, pero que no puede repetir sus "errores": no debe ni volver a la unilateralidad ni saltarse la Constitución y el Estatut. Ha de gobernar, avisaba Sánchez, "para el cien por cien de los catalanes".

En el lado positivo: el PSC se ha mantenido unido, sin fugas internas; la sintonía con el PSOE es total, no se han perdido alcaldías importantes...

Los socialistas dan importancia a lo conseguido en estos meses: el PSC ha "aguantado el chaparrón unido", sin fugas internas; no ha perdido alcaldías que peligraban por la dimisión de sus regidores (Blanes, Terrassa); ha funcionado "muy bien" el entendimiento con el PSOE, hasta el punto de que ha sido una campaña "con más dirigentes del PSOE que nunca", pese a la presencia más limitada del secretario general. Por Cataluña han desfilado los presidentes de Extremadura, Valencia y Baleares (Guillermo Fernández Vara, Ximo Puig y Francina Armengol); el expresidente José Luis Rodríguez Zapatero; los exministros Pepe Borrell y Ángel Gabilondo, dirigentes de la cúpula federal como Adriana Lastra, José Luis Ábalos o Cristina Narbona... "Gracias a que el PSOE estaba ahí ha aguantado más el PSC", enfatizan desde el círculo de Sánchez.

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Iceta "no se ha planteado dimitir en ningún momento", subrayan los dirigentes más cercanos. Los socialistas valoran mucho que sacara al PSC del hoyo en 2015, que detuviera la sangría de militantes, y que para este 21-D protagonizara una campaña muy difícil pero tras la que las bases y los cuadros han quedado "contentos". "Se nota que tenemos más partido. Tenemos afianzados 600.000 votos. Ahora lo que toca es consolidar esa tendencia al alza, porque es la primera vez que crecemos desde 1999", opina un cuadro de primer nivel. "Hemos subido y hemos hecho las cosas bien", abunda un máximo responsable de la cúpula de campaña.

Iceta no se ha planteado dimitir "en ningún momento": el PSC ha subido, las bases y los cuadros "están contentos" y no tiene rival dentro

La reflexion más profunda de qué ha pasado comenzará en el consell nacional del PSC del próximo 28 de diciembre. Pero por ahora no se prevén marejadas internas. Iceta no tiene rival. "No hay alternativa", repiten todos. Y el apoyo de Sánchez, también consolidado en el trono de Ferraz, es total.

Ni en el PSC ni en el PSOE hay un mínimo atisbo de satisfacción con los resultados del 21-D. Nadie ocultó su decepción e incluso su incredulidad por unos datos que no se esperaban y que quedaban muy lejos de las expectativas propias y ajenas. "Esperábamos más", no se han cumplido los objetivos, constataba Miquel Iceta. "Es verdad que avanzamos, aunque no en la intensidad que quisiéramos, pero el camino de la reconciliación, la convivencia y el encuentro es más que nunca reivindicable en el conjunto de la política catalana y española", aseguraba por su parte Pedro Sánchez, evitando la tentación de repetir aquel "hemos hecho historia" que tanto se le afearía internamente y que soltó la noche electoral de las generales de 2015 cuando las urnas le castigaron. Pero tampoco ha sobrado la autocrítica en público. En privado sí se explican y asumen los errores de la campaña y del candidato, como su promesa de pedir indultos para los políticos independentistas que sean condenados, su actuación mejorable en los debates electorales o su discurso en ocasiones "equívoco" o "ambiguo" que fue penalizado por una sociedad que pedía claridad y despreciaba la templanza, las posiciones intermedias y conciliadoras.

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